A veces la naturaleza parece caprichosa, países con riquezas naturales extraordinarias al alcance de la mano y otros que han de utilizar de todo su potencial para abrirse paso, pese a ella.
Hay sin embargo, una clase de riqueza, probablemente la más importante, útil y esperanzadora, que no entiende de caprichos y se distribuye por todo el globo, allí donde el ser humano decide instalarse: el talento.
En este enlace podemos encontrar la lista de las 10 personas más inteligentes del mundo, probablemente una de las miles que podrían elaborarse. Por curiosidad, ¿Hay 9 veces más hombres que mujeres en el mundo?, y dado que esto no es así, ¿son ,estadísticamente hablando, los hombres más listos que las mujeres? y si fuera cierto ¿lo son en semejante proporción?
Creo que no, es más, lo afirmo.
Había una pregunta que remataba las discusiones entre chicos y chicas cuando éramos pequeños. Ellos nos decían que eran mejores, nosotras respondíamos que no, que sólamente eran más fuertes, y eso ¡por fuera! que "por dentro" las chicas éramos mucho más resistentes (manera infantil de interpretar las palabras de nuestras madres). Pero llegaba el listillo de turno y lo soltaba: "¿entonces por qué los grandes genios: pintura, naves espaciales, médicos... son hombres?"
Recuerdo que me desesperaba, sacaba todo mi repertorio de grandes mujeres, pero tras la genial Curie y la Madre Teresa de Calcuta, me agotaba. Explicaba que no competíamos en igualdad de condiciones, pero esos argumentos eran rápidamente desestimados e indefectiblemente perdía el debate. Sabía que tenía razón, pero carecía de los conocimientos para probarlo.
No es este un post sobre hombres y mujeres, en realidad es un post sobre un cuento que he leído con mis hijas y varios artículos y estudios que de manera accidental han llegado a mis manos en las últimas semanas.
El libro es Plantando los árboles de Kenia de Claire A. Nivola y explica de una manera sencilla la labor de una mujer extraordinaria: Wangari Maathai.
Los estudios versan sobre superdotación, despilfarro y niñas.
Este artículo del periódico El País, alertaba hace unos días sobre cómo se malgasta el talento de los españoles.
Y Gabriel Galdó Muñoz (Catedrático de pediatría de la Universidad de Granada) en su artículo "Niños superdotados II" incluido en el boletín de la SPAO vol 2, 2 2008 :
"Por sexos, resulta llamativo que, mientras en edades tempranas hay niños y niñas superdotados en similar proporción, en la adolescencia la diferencia entre ambos grupos puede alcanzar hasta ocho puntos. Ello puede ser debido a que en muchos casos, las chicas tienen interés en ocultarlo para evitar así la presión del entorno, pues valoran más la aceptación e integración social que la obtención de resultados académicos brillantes". (Aquí el texto completo)
En el mundo entero parece que se desperdicia el talento de las niñas. Es un lujo que no podemos permitirnos, por eso cuando leía con mis hijas la manera sencilla en que Wangari (primera africana en recibir el premio nobel, en 2004) cambió la vida de las personas que la rodeaban, me acordé de todos esos artículos.
Tenemos que contarles cuentos a nuestras niñas, pero aun mejor es contarles cuentos sobre mujeres que crecieron y desplegaron todo su talento sea afectivo, social o cualquiera que sea la manera con que los expertos lo denominan. Porque necesitamos desesperadamente a nuestras niñas, para que cambien este mundo, para que nos conduzcan por otros caminos, más acordes al espíritu del ser humano.
"¿quiénes son los que nos inspiran incluso después de muertos? Quienes sirvieron a otros que no eran ellos"
Wangari Maathai.
Está el mundo como para que se pierda el talento de la mitad de la población...
ResponderEliminarUn saludo.
Efectivamente, y sobre todo parece ser un talento distinto o al menos enfocado a otros intereses.
EliminarTal vez ha llegado el momento de "feminizar" el mundo :)
Gracias por tu comentario.
Me gusta tu post, es la primera vez que te leo pero no la última :) Leeré ese libro porque me ha entrado la curiodidad
ResponderEliminarBienvenida Tania, espero que no sólo leas sino que también comentes. Lo mejor, que te apetezca leer el libro!
ResponderEliminarGracias