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Citado en el libro "De qué hablo cuando hablo de correr" H. Murakami

viernes, 22 de febrero de 2013

TEDx Murcia. El "making of"

Nunca imaginé que alguien considerara que lo que yo pudiera decir mereciera ser escuchado por tantas personas. Cuánto subjuntivo junto...
Bueno, pasó lo "inimaginado" y me invitaron a una charla TEDx,  la primera que se iba a realizar en Murcia.

Cuando acepté, lo hice porque faltaba mucho tiempo. Cuando se acercó la fecha empecé a temblar. Cuando subí, el día anterior, al tren que me llevaría allí, estaba absolutamente aterrada.

Es una experiencia singular encontrarte rodeada de una pequeña multitud de personas interesantes, curiosas e inquietas. Personas que creen que la mejor manera de pasar un sábado es sentarse y escuchar breves relatos que desde ámbitos muy dispares dan vueltas en torno a la simplificación de la vida.

Estaba absolutamente convencida de que mi intervención allí era una nota pintoresca, no había más que echar un ojo al programa y ver el alto nivel de los ponentes, pero había aceptado porque soy una insensata y en su momento pensé que era una magnífica ocasión para darle a la petición sobre los libros de texto un poco más de difusión.
No es falsa modestia, teníais que haber escuchado por ejemplo a Higinio Marín. La exactitud de los términos que empleaba, la alusión final al amor, el ritmo pausado de sus palabras. Reconozco que le odié. Durante sus 15 minutos de charla no pude concentrarme en repasar mentalmente los puntos principales de la mía. Yo hablaría poco tiempo después y a esas alturas mi cerebro había pulsado el botón de alarma y creía que si dejaba de estar concentrada durante un segundo me quedaría en blanco. Pero Higinio me hipnotizó con su hablar limpio, preciso, donde cada frase empleada tenía una finalidad y un significado concreto. Parece una obviedad pero no te das cuenta de lo mal que te expresas hasta que alguien como Higinio te dirige unas frases.

Me he propuesto no aludir a las ponencias y ya lo he hecho (mal), pronto podremos disfrutar las grabaciones y cada uno podrá juzgar. Lo que me apetecía era describir las sensaciones antes de olvidarlas.

La palabra es "estimulante". Son 10 horas escuchando, hablando, conociendo...

Ponentes preocupados por la dificultad de encajar su historia en unos minutos, otros tranquilos y sonrientes porque se sienten entre amigos y otros (gracias!) francamente nerviosos.

Y el "jurado", aplaudiendo, riendo las bromas, comentando luego las ponencias. Cuando alguien se te acerca y te dice: "me ha encantado lo que has dicho", "me has emocionado" o "quería saludarte, firmé encantado lo de los libros de texto" parece que las palabras "muchísimas gracias" se quedan pequeñas, y sin embargo son absolutamente sinceras.

Aprendí cosas sobre comunicación, marketing, psicología, conservantes y colorantes, astronomía y el tamaño de las cosas y los problemas, empresas...y aprendí sobre personas.
Sobre lo normales que somos todos cuando andamos por casa, lo nerviosos que nos ponemos cuando queremos hacerlo bien y no defraudar a los demás, o lo que disfrutamos de una ensalada murciana.
Supongo que hay varias maneras de tomarse un evento de estas características: se puede ir, exponer e irse. Ir, exponer y quedarse. Llegar, quedarse. Escuchar, irse. Cada una de esas maneras te dará una visión distinta de la jornada.

En el fondo, no es más que un grupo de personas contándose historias las unas a las otras, y la mayoría de las veces son cosas que ya sabemos, pero que ignoramos que sabemos. Es al oírlas en una voz ajena cuando las reconocemos.

De pequeña me encantaba que me leyesen cuentos. Creo que a todos los humanos nos hipnotiza un buen relato. Eso fue el TEDxMurcia,  y como niños, escuchamos embelesados.






viernes, 1 de febrero de 2013

Levantando diques


Llevamos meses revueltos, y parece que en las últimas semanas la idea que tenemos de país y de sociedad se nos está yendo por el desagüe.
El común de los mortales, que no es santo ni mártir, ha visto colmada ya su capacidad de asombro ante las noticias de supuestas trampas a diestro y siniestro, hasta el punto de sobrepasar el giro de la rosca. No podemos digerir semejante volumen de información sin que nuestro cerebro se embote. Ya vemos la podredumbre en todas partes y la respuesta a un nuevo suceso es el cinismo del que ya está de vuelta de todo.
Me preguntaba anoche cómo es que estamos así, y si es realmente cierto todo lo que se publica, si no se mezclarán verdades con datos inciertos para aumentar el tamaño del escándalo diario, y lo que es peor, me preguntaba: si ahora conocemos esto ¿qué parte desconocemos aún?

En ésas estaba cuando leí esta entrada del blog de Jesús Alfaro Cómo reducir la corrupción II: el caso andaluz
Me gustan este tipo de ideas, porque como dijo W.A.Ward "(...) dirige tu cólera a los problemas no a la gente; para centrar tus energías en las respuestas, no en las excusas".


Mis conocimientos no alcanzan para apreciar en toda su dimensión lo que en el post se explica, pero he sacado una idea global que no creo que esté equivocada. Viene a ser que hemos ido eliminando los diques que contenían las conductas inapropiadas (cuando no puramente delictivas), uno a uno hemos quitado los cascabeles del collar del gato.
El gato no es necesariamente malo, pero tampoco, (como el común de los mortales), es santo ni mártir, y tiene una herramienta en sus manos demasiado poderosa como para carecer de cascabeles. Crea leyes. Leyes que regulan nuestra vida, nuestros derechos y obligaciones, y claro, también las suyas.

No quiero vivir en una sociedad en la que se pide a nadie que vaya más allá que los demás, en la exigencia de honradez. Para evitar eso, las normas son un invento estupendo, pero ¿qué pasa cuando se hacen normas susceptibles de generar corrupción?

Y se me ocurrió una estupidez mirando la lavadora. Sus pegatinas de sello AENOR, sus certificados de adecuarse en su fabricación y comportamiento a estándares de calidad y respeto medioambiental...Y su preciosa etiqueta de eficiencia energética

¡Qué bueno es el humano cuando sistematiza!

¿Por qué no ponemos como requisito indispensable para aprobar una Norma, Decreto-Ley, ley del rango que sea, que lleve, como mi lavadora, su pegatina indicativa de eficiencia energética, esto es "riesgo de generar corrupción"?

El A+++ se lo llevarían aquellas normas cuya redacción la dificultara enormente y en el nivel más bajo de la escala estarían las de categoría D, que son las que no quiere nadie, porque antes de firmarse ya se sabe para qué o quién se han redactado.

¿Quiénes serían los etiquetadores? desde mi punto de vista, sin dudarlo, funcionarios de alto nivel seleccionados como la Constitución dice en su Título IV art 103 apartado3 :

"acceso a la función pública de acuerdo con los principios de mérito y capacidad, (... ) garantías para la imparcialidad en el ejercicio de sus funciones"

Y es que tengo una enorme fe en el saber hacer de los letrados a cortes, asambleas etc. aunque tras consultarlo con varios amigos se inclinan por un organismo independiente que quite ese lastre de las espaldas de los funcionarios.

No sé, igual es una estupidez y así voy a etiquetarlo.

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