Puedo estar fabulando, pero creo recordar que fue un economista sudamericano el que dijo que la xenofobia surge cuando se compite por los subsidios.
Y no puede venir más al caso, que al episodio de Igualada que relata Ana Pastor en este artículo.
Hace muchos años, en París, una emigrante española accidental, decidió ir a la peluquería antes de acudir a una fiesta a la que había sido invitada.
En su provinciana ignorancia, tenía a los vecinos por su tópico y los consideraba a todos elegantes y vanguardistas. Así que la españolita deslumbrada, pidió hora en una peluquería cualquiera para tratar de estar a la altura.
Su conocimiento del idioma era prácticamente nulo e interpretó mal la hora que le dieron por teléfono. Cuando acudió a su cita se encontró con un peluquero malhumorado al que apenas entendió. La única conclusión que sacó en claro era que había llegado tarde y que a ese hombre no le gustaban las personas que venían a su país sin conocer el idioma, a saber con qué intenciones.
Para su fortuna, dentro de la sala le atendió otra persona. Un peluquero divertidísimo que pasaba los veranos en Sitges, y que al igual que ella misma, se creía todos los tópicos (buenos) en este caso, sobre las españolas.
La peinó como a una reina sin cesar de soltar "olés" y se despidió deseándole que disfrutara de su fiesta y deshaciéndose en elogios de "ese país maravilloso" que era España. Cuando uno desea comunicarse es muy difícil no hacerse entender.
Al llegar a la salida, a la españolita se le encogió el estómago ante la perspectiva de tener que tratar de nuevo con el individuo grosero.
Él le espetó una cantidad y sin tiempo para verificar si ella le había entendido esta vez (como efectivamente había ocurrido) le señaló la cantidad en un papel.
Ella entregó un billete que aproximadamente doblaba la cantidad solicitada y añadió "merci"
Él, triunfante, comenzó a gesticular. De nuevo se demostraba su teoría.
Ella le sonrió y añadió: Ça va, ça va bien.
Y la expresión que se dibujó en su cara, valió cada franco que dejó de propina.
Eran los años del franco y la peseta, ahora son los de los alimentos. Antes eran otros, ahora somos nosotros.
La xenofobia es muy barata, se compra con dinero.
Sub-cabecera
Citado en el libro "De qué hablo cuando hablo de correr" H. Murakami
lunes, 23 de junio de 2014
viernes, 20 de junio de 2014
Si me tapo los ojos, no me ves
Imagen de la web http://desmotivaciones.es/2254287/Ojos-que-no-ven |
Es un gesto que me produce ternura y sorpresa al tiempo. Vamos a escondernos y simplemente ponen las manitas sobre sus ojos.
Si no te veo, no me ves.
En algún momento se dan cuenta de que no tienen esa capacidad mágica de desaparecer con el mundo, es la primera señal de la pérdida de la inocencia absoluta.
Estas últimas semanas, no sé si por casualidad o por algo peor, se han acumulado las noticias referentes a distintas "iniciativas" en países que consideramos muy civilizados, respecto a sus "mendigos", personas en riesgo de exclusión cuando no, completamente excluidos.
Comportándonos como niños de meses, tapamos nuestros ojos.
Si no los vemos, no nos ven.
Pero no funciona: nos siguen viendo. Se empeñan en no desaparecer, siguen respirando con sus propias reglas. Duermen, están, tratan de convertir su realidad en algo soportable y muchas veces interactúan con nosotros, los "no excluidos". Nos piden, nos miran y obstaculizan nuestro paso.
Hay que conseguir que la magia funcione, así pues, agitemos la varita y creemos leyes que les obliguen a desaparecer cuando nosotros nos tapemos los ojos, pero hagámoslo bien, sin sentirnos completamente miserables, busquemos argumentos sólidos, racionales y decentes.
Si colocamos pinchos para que no duerman delante de nuestro portal, digamos que es para evitar la comisión de delitos. Si ponemos piedras puntiagudas bajo los puentes, digamos que es para evitar atropellos y accidentes. Si les multamos o incluso proponemos encarcelarlos por mendigar en las calles, digamos que solo aplicamos la ley, ya que mendigar no es una actividad permitida.
Por último convirtámoslo en el acto ético por excelencia: la lucha contra las mafias que trafican con personas. No importa que este espantoso crimen ya esté tipificado y perseguido. No importa que las primeras víctimas sean ellos. No importa que muchos no tengan nada que ver con este asunto y su desgracia sea otra muy distinta. Censémoslos para poder expulsarlos. Ya de paso miramos a ver si alguno es "inocente" y por ello, digno de ayuda.
Y si nos da repelús tomar cualquiera de las decisiones anteriores, podremos simplemente echarlos de nuestras calles, y enviarlos a las calles de cualquier otro.
Las declaraciones del alcalde de Sestao, las del PP de Tarragona y la reacción de muchos ciudadanos a ellas, tienen algo en común: identificación del mendigo con el delito.
Si alguien necesita otro estímulo para tener pavor a esta asimilación, solo tiene que pensar en lo que va a ocurrir en varios países europeos con los inmigrantes que no encuentren trabajo en unos meses. Entre ellos muchos españoles, muchos de los "nuestros", con estudios, trabajadores y decentes.
El sistema que ayudes a crear será el que te apliquen a ti, a tus hijos, a tus conocidos.
Solo hay dos alternativas: Tratar de sacar a esas personas de la calle y recuperarlas para la sociedad o demostrar que eres un canalla y que harás lo posible para que se vayan o desaparezcan.
Se elija la postura que se elija, hay que vivir con ella.
A eso de los dos años, el niño ya se ha dado cuenta de que taparse los ojos no lo convierte en invisible, los adultos seguimos intentándolo.
Nota: Querría haber escrito un post dedicado en exclusiva a la magnífica tarea que Gloria con su proyecto y Rais Fundación, realizan con personas sin hogar. Se lo merecen ambos. Sirva este pequeño homenaje.
Os dejo el artículo publicado en el blog 3500Millones de El País, escrito con Manuel Bruscas sobre la tarea de Gloria aquí y la declaración firmada por Rais y otras asociaciones sobre las últimas noticias aquí
jueves, 5 de junio de 2014
Carta a la selección española de fútbol ( ¡Otra vez pidiendo! )
Buenas noches selección mía
Hoy he leído dos noticias, con unas horas de diferencia.
La primera, demoledora, ponía negro sobre blanco el drama que supone para muchos niños la llegada del horario de verano en los colegios. A comer a casa los afortunados. A los comedores sociales los que no lo son tanto.
Desde muchos ámbitos se pide que no se cierren los comedores escolares en verano, la defensora del pueblo, asociaciones de padres, centros escolares, ciudadanos particulares.
Sí, es la administración la encargada de evitar y paliar estos desastres. Es la administración, y somos todos.
Después de esas noticias, por desgracia nada sorprendentes para cualquiera que tenga ojos y quiera mirar, leí lo de vuestras primas.
Sé que es un abuso poneros en esta situación, pero tenéis la inmensa suerte de poder hacer algo. Podéis hacer mucho, muchísimo.
ONG y fundaciones como Ayuda en acción o Educo entre otras, luchan cada día por lograr que lo más básico llegue a todos los niños.
Los niños, vuestros mayores fans, los que quieren ser vosotros cuando sean mayores. Los que entrenan sin descanso y se vuelven locos con un balón.
Esos que se dejan la garganta y se acuestan tarde porque juega España. Esos, que confunden su equipo con vosotros, porque vosotros lo representáis todo, todos los equipos, todos los goles.
Los días que juega España, van al cole con uniformes tuneados luciendo orgullosos un lazo, una camiseta, una mochila... de la Roja.
No está bien pediros que hagáis vosotros, lo que deberíamos hacer todos como sociedad. Pero ¡qué grande sería poder celebrar doblemente vuestros triunfos, que serán los nuestros!
Así que os propongo un reto al menos tan difícil como volver a ser campeones.
Os reto a que donéis un porcentaje de vuestras primas para lograr menús escolares. Para que la alegría de llegar a lo más alto dure mucho mucho tiempo en las caras de vuestros admiradores.
Os reto a que consigáis donar 12.500 menús escolares durante 1 mes.
Para lograr eso, tendréis que ser los mejores, en el campo y en la vida.
¡Suerte campeones!
Ah!, me olvidaba, para animaros, he creado esta petición . ¿Hay trato?
Hoy he leído dos noticias, con unas horas de diferencia.
La primera, demoledora, ponía negro sobre blanco el drama que supone para muchos niños la llegada del horario de verano en los colegios. A comer a casa los afortunados. A los comedores sociales los que no lo son tanto.
Desde muchos ámbitos se pide que no se cierren los comedores escolares en verano, la defensora del pueblo, asociaciones de padres, centros escolares, ciudadanos particulares.
Sí, es la administración la encargada de evitar y paliar estos desastres. Es la administración, y somos todos.
Después de esas noticias, por desgracia nada sorprendentes para cualquiera que tenga ojos y quiera mirar, leí lo de vuestras primas.
Sé que es un abuso poneros en esta situación, pero tenéis la inmensa suerte de poder hacer algo. Podéis hacer mucho, muchísimo.
ONG y fundaciones como Ayuda en acción o Educo entre otras, luchan cada día por lograr que lo más básico llegue a todos los niños.
Los niños, vuestros mayores fans, los que quieren ser vosotros cuando sean mayores. Los que entrenan sin descanso y se vuelven locos con un balón.
Esos que se dejan la garganta y se acuestan tarde porque juega España. Esos, que confunden su equipo con vosotros, porque vosotros lo representáis todo, todos los equipos, todos los goles.
Los días que juega España, van al cole con uniformes tuneados luciendo orgullosos un lazo, una camiseta, una mochila... de la Roja.
No está bien pediros que hagáis vosotros, lo que deberíamos hacer todos como sociedad. Pero ¡qué grande sería poder celebrar doblemente vuestros triunfos, que serán los nuestros!
Así que os propongo un reto al menos tan difícil como volver a ser campeones.
Os reto a que donéis un porcentaje de vuestras primas para lograr menús escolares. Para que la alegría de llegar a lo más alto dure mucho mucho tiempo en las caras de vuestros admiradores.
Os reto a que consigáis donar 12.500 menús escolares durante 1 mes.
Para lograr eso, tendréis que ser los mejores, en el campo y en la vida.
¡Suerte campeones!
Ah!, me olvidaba, para animaros, he creado esta petición . ¿Hay trato?
lunes, 2 de junio de 2014
El arte del aliño o ¿Por qué Pablo Iglesias me ha hecho pensar en Ken Follet?
Hace más de 20 años, cuando cursaba 2º de arquitectura, leí "Los pilares de la tierra" de Ken Follet. Acababa de ser publicado y, literalmente, me lo bebí sin respirar. Se daban todos los elementos imaginables para absorberme: construcción de catedrales, malos malísimos, derechos de las mujeres, sexo, violencia justa, amor... si llegan a aparecer los nazis creo que habría muerto de éxtasis.
Como era de esperar a continuación busqué como loca nuevas dosis de droga. Leí todas las novelas suyas que pude encontrar.
Creo que en la cuarta, me asqueé y la abandoné en los primeros capítulos decidiendo no volver a molestarme. La sobredosis me había permitido ver cuál era la historia que había estado leyendo 5 veces seguidas. Reconocí el mismo personaje, a veces hombre, a veces mujer, a veces medieval, a veces contemporáneo, pero el mismo. Reconocí los agravios y las escenas de sexo que me ruborizaban e hipnotizaban a los 20 años y me aburrían soberanamente meses después.
Me pareció que la obra de este autor, hasta donde había leído, era el gran arte del aliño. Así que seguí buscando el plato principal en otros lares.
Con Pablo Iglesias me ha sucedido lo mismo. Cuando le vi por primera vez, me atrajo e hipnotizó, produciendo esa mezcla de admiración y rechazo tan adictiva. Así que seguí escuchándole.
Como era de esperar a continuación busqué como loca nuevas dosis de droga. Leí todas las novelas suyas que pude encontrar.
Creo que en la cuarta, me asqueé y la abandoné en los primeros capítulos decidiendo no volver a molestarme. La sobredosis me había permitido ver cuál era la historia que había estado leyendo 5 veces seguidas. Reconocí el mismo personaje, a veces hombre, a veces mujer, a veces medieval, a veces contemporáneo, pero el mismo. Reconocí los agravios y las escenas de sexo que me ruborizaban e hipnotizaban a los 20 años y me aburrían soberanamente meses después.
Me pareció que la obra de este autor, hasta donde había leído, era el gran arte del aliño. Así que seguí buscando el plato principal en otros lares.
Con Pablo Iglesias me ha sucedido lo mismo. Cuando le vi por primera vez, me atrajo e hipnotizó, produciendo esa mezcla de admiración y rechazo tan adictiva. Así que seguí escuchándole.
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