Lo he visto hoy, cuando iba a escribir algo sobre la charla de Jesús Fernández-Villaverde que leí hace unos días (que no desisto de comentar porque es buenísima), y se me ha puesto una sonrisa en la cara.
Así pues reordeno mis prioridades.
Todos los que tenemos hijos pequeños, o aún somos capaces de recordar cuando lo eran, tenemos clara la "sabiduría" que cada día nos transmiten. Realmente más que sabiduría, lo suyo es pensamiento disruptivo de primera categoría.
¿Qué es eso?
Es algo que fascina a mi hermano Fernando y que me explicó estupendamente en la presentación del máster en innovación disruptiva pensar al revés
En palabras sencillas, el pensamiento disruptivo ve respuestas o alternativas donde el común de los mortales no vemos nada. Si nuestra educación, carácter, o hábitos, nos llevan a responder a una pregunta con las posibilidades "A" o "B", llega el disruptivo y contesta: "8" En realidad no es nada novedoso, Christian Andersen nos lo contaba ya en 1837, en "El traje nuevo del emperador", no subestimemos las preguntas "estúpidas".
En el vídeo que os enlazo, hay un nuevo ejemplo de respuesta disruptiva infantil esta vez ante el cáncer. El pensamiento disruptivo siempre es refrescante, cuando proviene de niños, es además edificante.
Mi hija de 4 años me enseñó hace dos dias que cuando creemos "engañarlos" con nuestro repertorio de frases motivadoras, muchas veces sólo nos engañamos a nosotros mismos pensando que les enseñamos algo que no saben.
-"¿A que cuando los mayores decís a los pequeños, "qué mayor eres", lo hacéis para que se pongan los zapatos solos y eso, pero en realidad siguen siendo pequeños?"
-"Sí, hija. ¿Cuándo te has dado cuenta de eso?"
-"Siempre lo pienso, pero no lo digo"
Y claro, como no puedo desaprovechar la oportunidad de semejante maestra en casa, respondí:
-Por favor, cuéntame todo lo que piensas, me interesa mucho.
Lo compartimos en nuestro muro de FB porque es auténticamente genial...
ResponderEliminarMuchas gracias, a veces se nos olvida la suerte que tenemos de contar con unos maestros tan divertidos como son nuestros niños. Menos mal que ellos nos lo recuerdan!
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