He estado tres días en Santander, en el entorno privilegiado de la Magdalena, he dormido menos de 12 horas en total y comprobado que las sillas de madera no son una buena idea cuando pasas más de 8 horas diarias sentada en ellas.
He vuelto a verificar, como cada vez, la necesidad que tengo de ver y oler el mar. He jugado una larga partida de palas con un vestido cuasi de noche, mientras a nuestro alrededor paseaban cuerpos en biquini. Hemos cenado de quince en quince y comido mientras prestábamos cargadores de batería a completos desconocidos que nos duplicaban o dividían la edad.
He escuchado a economistas, juristas, politólogos, sociólogos, estudiantes, amas de casa, profesoras, políticos, periodistas, activistas.
He disfrutado como una enana, como creo que solo puedo disfrutar cuando he alcanzado la edad que tengo y vivido las experiencias vividas. Cuando la vergüenza a preguntar y rebatir es una cosa absurda. Cuando te diriges a los ponentes porque te interesa la persona que ha emitido esa opinión con la que, a lo mejor, discrepas radicalmente.
Acercarse a un ideólogo de Podemos y preguntarle el motivo de su enfado, tan intenso, tan sostenido en el tiempo. Obtener como respuesta la confirmación de la emoción y el pesimismo ante el futuro.
Saludar a un hombre que te ha enamorado con su conocimiento, sus argumentos mesurados y su genuino deseo de bien común y descubrir que ha oído hablar de ti y que está feliz por decidirte a saludarle.
Jóvenes llenos de ideas que quieren hacer el Camino de Santiago y llevan el saco de dormir en el equipaje. Discusiones apasionadas, enfados que duran minutos, secretos, anécdotas jugosas, vidas privadas, amores, pecados del pasado, utopías...
Nos perdemos por un buen relato, seguimos perdiéndonos en ellos. El ser humano es fascinante sí, pero cuando interactúa con sus semejantes roza la gloria.
Cerebros dignos de observación detenida, unos con la habilidad de transmitir solo aquello que han elaborado desde el silencio y la exigencia, otros, que tras cada idea comunican una experiencia vital, física. También aquéllos que mostraban proyectos en curso o futuros y en dicha clave debían, aunque no lo deseasen, ser interpretados.
Personas aún por madurar y personas maduras. Egos y filias. Carencias y virtuosismo.
He aprendido muchísimo sobre el populismo, he llenado un cuaderno con las anotaciones y fotografiado a una decena de ponentes, retocando con cariño sus imágenes porque me gusta que las personas se vean bellas cuando transmiten conocimiento.
Tal vez escriba un post con las ideas que más me han impactado, por su potencia creativa o por su utilidad, pero realmente lo único que ahora mismo me interesa constatar y reivindicar es el poder de la conversación.
¡Por Dios Bendito! no hay nada, absolutamente nada, más poderoso, estimulante y erótico que una buena conversación.
Y todo lo demás, se os dará por añadidura.
Estimada Elena:
ResponderEliminarEscribes: "¡Por Dios Bendito! no hay nada, absolutamente nada, más poderoso, estimulante y erótico que una buena conversación". Totalmente de acuerdo.
A la espera de esas ideas.
Saludos.
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Estimada Elena:
ResponderEliminarEscribes: "¡Por Dios Bendito! no hay nada, absolutamente nada, más poderoso, estimulante y erótico que una buena conversación". Totalmente de acuerdo.
A la espera de esas ideas.
Saludos.