Lluis Orriols Madrid 14/09/2015 |
Lluis Orriols [@LluisOrriols] es cualquier cosa menos un catalán triste. Aunque insista en ello, doy fe que no solo nos tuvo pendientes de sus palabras durante todo el tiempo que duró su exposición, sino que además consiguió arrancar varias carcajadas del público que llenaba a rebosar el Café Manuela.
Antes de escucharle, quizás por ello acudí, tenía catalogado a Lluis como "zorro". Ese prejuicio se ha ido formando tras leer varios de sus artículos, de sus tuits y sobre todo, de sus respuestas a aquellos que buscan en él un experto "erizo".
Su charla, "Un plebiscito para la independencia", constaba tres partes: antes, durante y después del 27S. La primera, a modo de resumen de la variación en el apoyo por parte de los catalanes a la independencia y la correlación con ciertos acontecimientos. La segunda, explicándonos para qué sirve una campaña electoral como la que estamos viviendo. Finalizó tratando de aventurar el 28S, con los datos disponibles hoy día.
¿Cuándo empezó todo?
Parece que la desafección*, el divorcio entre Cataluña y el resto de España, es una lluvia fina que lleva cayendo los últimos 10 años, durante los que se ha extendido la sensación de la existencia de "agravios de baja intensidad", pero es en 2010, con la sentencia del Estatut, cuando para muchos catalanes se acentúa la idea de que la puerta de la solución dialogada se ha cerrado. En 2012 llega la siguiente crisis, a juicio de Lluis, con dos elementos destacables:
a) La llegada al poder del PP (siempre que el PP accede al gobierno en Cataluña hay "terremotos")
b) La crisis de deuda. Cataluña, con un elevado déficit, no puede acceder a los mercados y necesita que España le preste, se convierte entonces en una especie de "troika". Esto, que sucede en todas las CCAA, se traduce en una cierta limitación del autogobierno y en el caso catalán produce un importante rebote del independentismo.
Un tercio de los catalanes viven "desconectados" de la realidad española. Esta cifra por sí sola es un problema muy serio, pero siempre ha sido un problema de una dimensión manejable. Ahora esos números han crecido y para entenderlo hay que observar al llamado "votante mediano".
El votante mediano es aquel que en una escala ideológica, deja tantos a su izquierda como a su derecha, en resumen, es el votante que decide.
En el caso de la cuestión territorial catalana, este votante es el federalista y muchos de ellos han decidido que si la cuestión se dirime entre el statu quo actual (no hay posibilidad de federalismo) y la independencia, se inclinan por la independencia. Representan un 8.2% de los que votarían "Sí" ante una eventual pregunta Si-No.
Sí, y todos nos hemos preguntado alguna vez si ese derroche de medios y energía sirve para algo realmente. Las campañas electorales pueden producir cuatro efectos distintos, con un impacto muy diferente cada uno de ellos.
El primero y más importante es el de refuerzo de las preferencias de"los tuyos". A mucha distancia le sigue la activación del votante latente, es decir, lograr que acudan a votar, y en los dos últimos lugares están la conversión (cambiar el sentido del voto) y la desactivación (desanimar al votante de otra opción y conseguir que se abstenga).
A continuación, Lluis estudió cada uno de estos efectos en el caso concreto de Cataluña partiendo de lo ocurrido en la campaña de 2012 y extrapolando posibles comportamientos.
- Refuerzo. La capacidad movilizadora del movimiento independentista es asombrosa, llevan cuatro Diadas llenando las calles. En la actualidad, la coincidencia (buscada) de la Diada con el inicio de la campaña electoral y la enorme polarización respecto a la cuestión nacional parecen dos buenas bazas para mantener movilizado al votante independentista.
- Activación. Este efecto resultó crucial en 2012 para que los resultados del soberanismo se desinflasen: a última hora, el votante no independentista acudió a las urnas. En este punto es interesante mirar detenidamente a "Catalunya sí que es pot" (CSQEP), que agrupa a Podemos Cat., Iniciativa per Catalunya Verds, Esquerra Unida i Alternativa y Equo Cat. A fecha de hoy parece que está resultando una candidatura fallida porque tradicionalmente el votante eco-socialista es un votante muy movilizado, no está ocurriendo así en estas semanas, al contrario, el porcentaje de indecisos en esta órbita supera la media y cuando se les pregunta a los votantes de ICV pasa esto:1-Y mirad este gráfico. Exvotantes ICV estarían más animados a votar a ICV por si sola que a CSQEP pic.twitter.com/B8GFitaiak— Lluis Orriols (@LluisOrriols) septiembre 16, 2015Lluis nos explicó que los partidos necesitan siglas y/o líderes. Una formación nueva carece de siglas consolidadas por lo que necesita recurrir a un liderazgo fuerte. En este sentido son representativos los ejemplos de Ada Colau en Barcelona o Manuela Carmena en Madrid, dos nombres propios con una fortaleza muy superior al de sus siglas, no es el caso de CSQEP.
- Conversión. Los votantes que cambian el sentido de su voto son aquellos que se sitúan en las fronteras porosas. Las más permeables de todas ahora mismo son las que existen entre el Partido Popular (PP) --> Ciudadanos (C's) por un lado y entre ERC (Junts pel Sí) <-->CUP por otro. El primer caso puede explicar la entrada en liza de Albiol (PP) que si bien limita el número de votantes, es una figura muy conocida que puede amortiguar esa fuga a favor de C's (si no puedes jugar por el centro, inténtalo por el extremo).-->
- Desactivación. ¿La corrupción pasa factura a los partidos? preguntaron desde el público. Bueno, no tanto como podríamos pensar. Tal y como nos contó Lluis, una campaña negativa resulta muy útil cuando solo la realiza uno de los contendientes pero si el resto reacciona de la misma manera, el efecto que puede producir en el votante es el de conducirle a la abstención. Las acusaciones generalizadas de corrupción son leídas por parte del electorado como arma electoral.
¿Siguiente escenario?
La creación de la lista de Junts pel Sí (JpS) y el esfuerzo que dicho acuerdo supuso para los integrantes- se ha marginado a todos los cuadros medios de ERC y Convergencia - hacía presagiar que realmente había intención de plantear estas elecciones como medianamente plebiscitarias. A partir de cierto momento sin embargo, el discurso se orienta a considerar decisivos los escaños y no los votos. A juicio de Orriols esto lo rompe por completo, ya que si dichas elecciones han sido planteadas como plebiscitarias por JpS para poder demostrar que son mayoritarios, la carga de la prueba recae en ganar en número de votos.
Si se cumplen los vaticinios de la mayoría de encuestas (ojo, mientras escribo parece que las cosas pueden cambiar) y no se obtuviera la victoria en votos, el proceso se volvería autista.
¿Qué titularían al día siguiente Financial Times o The Economist? Se pregunta Lluis. "Han ganado en escaños" No. En ese escenario el proceso se ensimismaría y resultaría altamente imprevisible.
Pero ¿y si tampoco se obtuviera una mayoría de escaños? Nada impediría que preguntasen en el Parlament para conocer qué porcentaje de los votos de CSQEP es independentista.
Al contar escaños empieza el caos, solo la victoria en votos puede interpretarse como una forma concreta de mandato de los electores.
En este momento se inició el turno de preguntas. Si la charla de Orriols nos había mantenido pegados a la silla, las cuestiones planteadas por los asistentes no fueron menos interesantes.
Juzgad vosotros mismos (sin ánimo exhaustivo):
- Efecto, si lo hubiera, de la no presentación de Albert Rivera como candidato en Cataluña.
- Al tratar de convertir unas elecciones autonómicas en plebiscitarias se anula la rendición de cuentas que todas las elecciones suponen. ¿Pasará factura a algún partido o al propio sistema?
- ¿Cómo asesorarías al PSC?
- ¿Frenaría el proceso una derrota de JpS?
- El debate está dominado por los sentimientos ¿tienen relevancia los datos?
- ¿Tendría recorrido un movimiento centralista (federalista)?
- ¿Por qué los "malos" (en asuntos fiscales) son los catalanes, cuando los vascos tienen el Cupo?
- Fractura social.
Fue en esta última pregunta cuando el tono del encuentro cambió. Hasta ese momento se habían analizado todas las aristas desde el punto de vista del "politólogo robot" (sic). Me fui de allí sabiendo y entendiendo muchas cosas que antes ignoraba, pero me llevé una sensación de profundo desasosiego. He tardado un par de días en transcribir mis notas, las he releído varias veces y también he recuperado artículos de Lluis, como el que os he enlazado al principio.
No sé lo que ocurrirá, no sé si la situación cambiará para bien y si, sea cual sea el resultado, seremos capaces de recuperar la convivencia que nunca debimos perder. No lo sé, pero sí hay algo que tengo claro: el lunes, un catalán encantador y nada triste, hizo un gran esfuerzo por proporcionar algo de luz a un público con ganas de comprender. Estoy segura de que en Cataluña se estará produciendo lo mismo y un extremeño, asturiano o madrileño, realizará el esfuerzo de analizar ante un público catalán, todas esas cosas que también a ellos les resultan extrañas.
Pues ahí, en ese esfuerzo por explicar y entender, está la esperanza.
(*) Desafección, ese término que empleamos tanto estos días, como quien alude a la indiferencia o a la falta de afecto, solo tiene una acepción para la RAE . Por mi parte, dejaré de utilizarla.
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