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Citado en el libro "De qué hablo cuando hablo de correr" H. Murakami

lunes, 22 de diciembre de 2014

¿Qué tienen en común Jesús Fernández-Villaverde, Yuval Noah Harari y Pau Mari-Klose?

Asistir a una conferencia de Jesús Fernández Villaverde es algo absolutamente recomendable. Si encima la entrada es libre y no hay que tomarse la mañana en el trabajo (comenzó a las 20:00 h) entonces, es todo un regalo. Y eso fue lo que sucedió el jueves 18 de diciembre, en la calle Juan de Mena 9, en Madrid.


Jesús Fernández-Villaverde.
Madrid 18-12-2014
La charla llevaba el siguiente título: "Imperio de la Ley y Crecimiento Económico"(*) y aunque mi intención inicial era realizaros un resumen tan detallado como mis 9 cuartillas de apuntes me permitieran, la lectura de un capítulo del libro "De animales a Dioses" de Harari por un lado y este artículo de Pau Mari-Klose, por otro, me han hecho replantearme el enfoque.
No puedo evitar pensar que son tres visiones de la misma cosa. Tres puntos de partida, tres caminos y una conclusión muy similar. Quizás el que la expresa de una manera más acorde a mi particular forma de entender el mundo sea Pau, en las últimas líneas del artículo citado:

"Afortunadamente cada vez tenemos más argumentos para defender que combatir la desigualdad resulta además de justo, económicamente necesario."

¿Y qué tiene que ver esto con la charla de Jesús Fernández-Villaverde? ¿Habló de desigualdad? ¿Habló de reparto de riqueza?
No, habló de generación de riqueza. A lo largo de 50 minutos planteó y justificó la hipótesis de que Imperio de la Ley (IL) y Crecimiento Económico (CE) no solo están correlacionados (se mueven a la vez) sino que existe causalidad (IL es causa de CE) y ambos se mueven en la dirección correcta.

¿Qué elementos son imprescindibles para poder hablar de Imperio de la Ley? Estos ocho:
  1. Separación de poderes.
  2. Existencia de límites al poder.
  3. Respeto a los derechos fundamentales.
  4. Un sistema judicial independiente, objetivo y eficiente.
  5. Transparencia (gobierno de leyes, no de hombres).
  6. Cumplimiento de las normas.
  7. Seguridad jurídica
  8. Orden y ausencia de criminalidad generalizada.
Uno de los casos que nos ofreció para estudiar fue el de Leopoldo II de Bélgica (1835-1909). Era un buen ejemplo para ilustrar cómo la existencia de límites al poder, genera comportamientos virtuosos que no se hubieran producido de no exister dichos controles.
La misma persona, Leopoldo II, como rey sometido a control parlamentario, llevó a cabo importantes infraestructuras, embelleció ciudades y durante su reinado, se aprobaron medidas sociales importantísimas como la creación de sindicatos o la prohibición del trabajo infantil por debajo de los 12 años. Sin embargo, como propietario único del Estado Libre del Congo sin nada que limitase su poder, se convirtió en un auténtico genocida, responsable de la muerte de entre 2 y 15 millones de africanos en sus explotaciones de caucho.
El siguiente modelo de estudio, nos hace pensar mucho más directamente en la relación existente entre instituciones políticas, políticas económicas, imperio de la ley y crecimiento económico. Es la comparativa entre Corea del Norte y Corea del Sur. Un lapso de 60 años separan a estos dos países. Sesenta años e instituciones políticas y políticas económicas después, la foto nocturna de ambos países es una muestra clamorosa del resultado y eso si nos limitamos estrictamente a actividad económica.
La última idea que mencionaré de esta conferencia (muchísimo más extensa y enjundiosa de lo que pueda quedar reflejado aquí) fue una alusión al caso Marbury vs Madison. De él se extrae la conclusión de que un Poder Judicial independiente será muy celoso de sus propios poderes, y esta "ambición", posibilitará que Poder Judicial y Legislativo se controlen uno a otro.

  • [No llegué a comprender una parte muy importante de lo expuesto en esta charla porque carezco de conocimiento jurídicos, pero mientras caminaba de vuelta a casa, no podía dejar de darle vueltas a una idea apenas esbozada: actuar y obligarnos a actuar de acuerdo a un código ético es económicamente rentable para una sociedad y lo que me parece aún más importante, lo contrario nos empobrece.]

Y ¿qué pinta Harari en esta historia?
El capítulo 16 de su libro se titula "El credo capitalista". Con extrema sencillez explica cómo la riqueza no es un "pastel" de suma cero, que implicaría que para enriquecerme yo habrás de empobrecerte tú en la misma medida.
Esto era así hasta la época moderna, en la que surgió un nuevo sistema basado en la confianza en el futuro: "suposición de que nuestros recursos futuros serán más abundantes que los presentes ... surgirán infinitas oportunidades nuevas si podemos construir cosas en el presente, usando los ingresos futuros" (pág 339).
Y este cambio fue posible, entre otras cosas, gracias a la revolución científica: descubrimientos geográficos, inventos tecnológicos y mejoras en la producción. El "pastel" creció.

Tiene Harari un pasaje que hubiera entusiasmado a Fernández-Villaverde. Unas páginas después, desarrolla el asunto de la confianza, y para ilustrarlo pone un ejemplo maravilloso: España vs Holanda en 1585.
Mientras que el préstamo de un comerciante holandés al rey de España se invertía en financiar ejércitos, se cobraba o no dependiendo del resultado de la campaña y de las necesidades y voluntad reales y si se pleiteaba con él para exigir el pago, se corría el riesgo de acabar en prisión, el mismo préstamo a una empresa "innovadora" holandesa, se devolvía puntualmente si el negocio era exitoso, y en caso de fracaso, se ganaba en los tribunales. Estas diferencias llevaron a que en el plazo de 80 años, los holandeses no solo se independizaran de los españoles, sino que se hicieran los amos de las rutas marítimas y se convirtieran en los más ricos de Europa.
Podríamos decir que los holandeses crearon una sociedad con instituciones regidas por el imperio de la ley.
  • [Añadí mentalmente otro posible ingrediente a la receta del éxito y el progreso: la inversión en ciencia y educación es el punto de partida imprescindible de la generación de riqueza.]

Y en estas estaba, cuando me topé con el artículo de Pau Mari-Klose que os he enlazado arriba. Pau escribe de una forma tan accesible que prefiero copiaros un par de párrafos, porque no creo ser capaz de exponerlo mejor:

"En sociedades igualitarias, la probabilidad de que los hijos de familias con bajos recursos educativos obtengan un título universitario es similar a la de familias con recursos medios, mientras que en las sociedades más desiguales, esa probabilidad se desploma...Esas brechas cognitivas y de acceso a los niveles educativos superiores están también detrás de diferentes niveles de participación en el mercado de trabajo."

No es solo que perdamos un potencial enorme (innovación y desarrollo científico) por la desigualdad extrema, es que, pensando exclusivamente en términos monetarios: ¿cuántas personas sin trabajo es capaz de mantener una sociedad? No desarrollar políticas económicas que favorezcan una cierta igualdad a la larga, resulta carísimo. Los ricos pagarán con su dinero y los pobres con sus oportunidades vitales.

Estos tres aspectos solo tienen sentido si pensamos y entendemos que el futuro de nuestra sociedad es el nuestro propio. Si nos quitamos las gafas miopes que limitan nuestra visión a la sombra que arroja nuestro círculo cercano. Si entendemos que el futuro de nuestros estupendos hijos dependerá, de una forma muy estrecha, de lo bien o mal que le vaya a la sociedad en la que se desarrollen. Y esa sociedad es cada día, más grande y diversa.

Cuando era pequeña creía a pies juntillas eso que todos los padres enseñan a sus hijos: el que es honesto, se esfuerza y trabaja, consigue sus metas. Cuando me hice mayor y fui madre, decidí enseñar solo una parte de ese pensamiento: si quieres tener la oportunidad de lograr algo, es imprescindible que te esfuerces y te formes (pero no hay garantías de nada, esa parte la omitiré por un tiempo, hasta que lo averigüen solas).

Todo lo que os he contado me ha hecho volver a creer en aquello que decían nuestros padres. Simplemente la escala ha cambiado. Si queremos tener una sociedad más rica, hemos de invertir mayoritariamente en ciencia y educación  - posibilitar que el "pastel" crezca - , implantar sin excepciones el imperio de la ley - fomentar que la actividad florezca -  y desarrollar mecanismos que moderen, en la medida de lo posible, las desigualdades económicas - no desperdiciar el talento de una parte de la sociedad - .
En resumen, el Bien es muy rentable.



(*) Tal y como dice en su post Jesús Fernández-Villaverde, en unos días tendréis a vuestra disposición la transcripción completa de la charla que tan torpemente he comentado. No dejéis de leerla y por supuesto, olvidad esto, porque no resistiría comparación alguna y no hay necesidad de ser cruel.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Aprender a conducir(se) en la presentación de un libro.

"Conversación con Irene Lozano".

Es el título del libro que se presentaba el miércoles 17 en la Fundación Diario Madrid.
Llegué unos minutos pasadas las 8 de la tarde. Ya había comenzado Máximo Pradera a exponer la estructura general del libro y tras lo que llamó "un test de estrés" había llegado a la conclusión que Irene Lozano (diputada de UPyD) tenía lo que, a su juicio, es imprescindible para ser una buena política: no es la inteligencia, sino el coraje.

De cuanto dijo Irene a continuación, me quedo con una alusión a Bauman, que hoy día parece más evidente que nunca: no andamos necesitados de soluciones geniales para atacar los principales problemas del mundo. Conocemos las mejores ideas, lo que nos falta es la determinación de ponerlas en marcha.
Una serie de personas, más o menos anónimas o conocidas estaban sentadas junto a ellos. Uno tras otro, expusieron sus opiniones personalísimas sobre distintos temas: educación, pequeña empresa, libertad de expresión, corrupción, ejército...
Ramón Lobo (periodista), Miguel Lago (cómico) y César Martín (cocinero) entre otros muchos.

Me referiré a este último porque contó una anécdota que, por sí sola, hizo que a tarde valiese la pena.
César cree, desde lo que ve en su cocina, que los ciudadanos andamos necesitados de dos cosas: sinceridad  - "nunca te voy a colar una mierda" - y respeto - "porque pagas mis facturas, la luz, los salarios..."
Y continuó relatando algo que su padre le dijo cuando, de joven, le enseñó a conducir. En ese momento me sonreí al apreciar su confusión.
Hay actividades cotidianas que resulta que no se pueden hacer y es un lío cuando te das cuenta en público. [Disgresión ¿alguna vez habéis pensado la cantidad de cosas que siendo parte de la biografía de andar por casa de cualquiera, resultan ser ilegales/alegales?]


Bien, su padre le dijo:

"Cuando llegas a un STOP no solo hay que parar, también hay que dar la sensación de que vas a parar".

Pensé que cuando emites señales de ir a parar, los peatones echan el pie. Pensé en cuando cruzo el paso de cebra de mi calle, con mis hijas de la mano y agradezco a esos conductores que hacen ostentación de su intención de ir a detenerse. Los que van detrás y, sobre todo, los que circulan por el carril más alejado, perciben que hay unas figuras minúsculas a punto de atravesar la vía y que no detenerse ya no es una opción. Ese gesto, avisa al despistado, invita al confiado y obliga al de moral más laxa.

Y creo que tal vez su padre le hablaba de la confianza imprescindible. De lo costoso que es perderla. De lo lento, caro y malo que se vuelve todo cuando hemos de dedicar la mayor parte del esfuerzo a vigilar lo que hacemos unos y otros porque hemos perdido la excepción y la trampa se nos ha hecho norma.

A veces uno va a que le hablen de un libro de política y termina aprendidendo de cocina.

sábado, 20 de diciembre de 2014

Personal

Cuando la Educación reniega de la rentabilidad, fracasa.
Cuando la Educación tiene por objetivo la rentabilidad, fracasa.
Pero sin Educación no hay rentabilidad posible.

A lo mejor nuestra mirada es todavía demasiado próxima para entender cuáles son las causas de nuestro progreso o fracaso. Deberíamos estudiar más biología antes de decidir qué es lo que no nos afecta.

viernes, 19 de diciembre de 2014

Un apunte.

Por autor invitado.


Me atrevo a apuntarte, hoy, algo:

"Las almas ruines sólo se dejan conquistar con presentes." dicen que dijo Sócrates. Y es lo único bueno que tienen, lo baratitas que son, me atrevería a añadir yo.

Noche en blanco. Más bien, en blanco y negro, por aquello de que se ha jodido la luz del despachito que M. y yo hemos montado sobre tu mesa.
Reflexionando - o no - y pensando en ti.

Me gustaría encontrarte una especie de seguro, una suerte de paraguas moral.
Algo que sea un sello de identidad, que te pueda liberar de toda posible suspicacia ajena y te haga cada vez más libre y más atrevida, pero que se resuma en que actúas con la buena fe que albergas y que aunque errar es humano, solo los idiotas perseveran en el error.
¿Por qué la gente sólo gasta esfuerzo en defenderse?

Necesitaba esa dignidad que se me había escapado entre tantas lágrimas. Empezé a mezclarlas con otros líquidos y me enfermé. A mí y a mi queridos, muy queridos.

sábado, 13 de diciembre de 2014

Una historia desgraciada.

El jueves, en un momento de relajo descuidado tras la cena, me topé con una noticia que decía:

Ignacio González se excusa en la "obesidad infantil" para no abrir los comedores escolares en Navidad.

El titular era asombroso. Procedía de El Diario, periódico que sigo y leo casi a diario por sus secciones y artículos de investigación. No siempre coincido con sus enfoques, pero me parece prensa seria, interesante y diferente.
Escuché el vídeo un par de veces y escribí y descarté varios tuits con el enlace a la noticia. Era brutal el mensaje. ¿Cómo podría alguien ser tan insensible, frívolo y deshumanizado como para responder a una petición de ayuda a niños malnutridos, sugiriendo que había que ponerlos a dieta de hambre?
Lo más amable que se me ocurría era pedir que algún facultativo realizase un examen serio al presidente de nuestra Comunidad para descartar algún trastorno peligroso, porque la alternativa era pensar que, sencillamente, era un malvado.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Dos horas en la Fundación Innovación Bankinter (II): Big Data, Neurociencia y Ciencia Ficción

Tras la intervención y preguntas a Chris Meyer, llegaba el turno de Damásio.
Me sentía un poco adolescente, estaba realmente ilusionada de poder escucharlo en directo, y es que en ese aspecto, mi adolescencia no ha ido a la par con mi biología. Ha sido pasada la treintena, cuando he acudido de manera regular a conciertos (de grupos que idolatraba) y conferencias sobre temas variopintos, donde descubro asombrada, cosas que la mayoría ya sabe. Una de ellas es que cuanto más interesantes son los ponentes, más interesantes los asistentes: una persona con una posición consolidada, trabajando en asuntos de economía y empresas, que te cuenta ilusionada que está estudiando Geografía e Historia por la UNED, se convierte automáticamente en alguien con quien me apetece charlar. Acabamos hablando de la intuición. Él me dijo que era "una cosa situada en las tripas", yo le di la definición que utilicé como encabezado de este post : un modelo matemático, resultado de grandes cantidades de datos filtrados por un cerebro humano. Silencio, Damásio hablaba

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Dos horas en la Fundación Innovación Bankinter (I). Big Data, Neurociencia y Marketing

Las prisas cotidianas hicieron que durante unos minutos, sopesara no asistir a las dos brevísimas charlas que Christian Meyer y António Damásio han dado en la Fundación Innovación Bankinter este martes a mediodía.
Mi parte racional me decía que hoy tendría que madrugar mucho para completar el trabajo que iba a dejar de hacer durante esas dos horas y media que dedicaría al evento. Mi intuición por el contrario, se horrorizaba ante la posibilidad de dejar pasar la oportunidad de escuchar en directo a Damásio.
Cumplir años te proporciona al menos una cosa: la experiencia, constatada una y otra vez, de que la mayoría de las urgencias no son tales y suelen acabar traducidas en frustración por un sobre-esfuerzo no demasiado útil.
Así que elegí acertar, asistir a la charla y madrugar.

Meyer y Damasio, juntos pero no revueltos, de hecho tengo la sensación, una vez releídas las 6 páginas de anotaciones que tomé, que Damasio ha dado respuesta a Meyer, me explico.
La exposición de Meyer ha sido magnífica. Luciendo una gran sonrisa, me ha aterrorizado ilustrándome sobre los grandes avances que la combinación de 5 factores iba a suponer, en la forma en la que las distintas empresas nos seducirán para consumir sus productos/solicitar sus servicios.

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