Jesús Fernández-Villaverde. Madrid 18-12-2014 |
No puedo evitar pensar que son tres visiones de la misma cosa. Tres puntos de partida, tres caminos y una conclusión muy similar. Quizás el que la expresa de una manera más acorde a mi particular forma de entender el mundo sea Pau, en las últimas líneas del artículo citado:
"Afortunadamente cada vez tenemos más argumentos para defender que combatir la desigualdad resulta además de justo, económicamente necesario."
¿Y qué tiene que ver esto con la charla de Jesús Fernández-Villaverde? ¿Habló de desigualdad? ¿Habló de reparto de riqueza?
No, habló de generación de riqueza. A lo largo de 50 minutos planteó y justificó la hipótesis de que Imperio de la Ley (IL) y Crecimiento Económico (CE) no solo están correlacionados (se mueven a la vez) sino que existe causalidad (IL es causa de CE) y ambos se mueven en la dirección correcta.
¿Qué elementos son imprescindibles para poder hablar de Imperio de la Ley? Estos ocho:
- Separación de poderes.
- Existencia de límites al poder.
- Respeto a los derechos fundamentales.
- Un sistema judicial independiente, objetivo y eficiente.
- Transparencia (gobierno de leyes, no de hombres).
- Cumplimiento de las normas.
- Seguridad jurídica
- Orden y ausencia de criminalidad generalizada.
La misma persona, Leopoldo II, como rey sometido a control parlamentario, llevó a cabo importantes infraestructuras, embelleció ciudades y durante su reinado, se aprobaron medidas sociales importantísimas como la creación de sindicatos o la prohibición del trabajo infantil por debajo de los 12 años. Sin embargo, como propietario único del Estado Libre del Congo sin nada que limitase su poder, se convirtió en un auténtico genocida, responsable de la muerte de entre 2 y 15 millones de africanos en sus explotaciones de caucho.
El siguiente modelo de estudio, nos hace pensar mucho más directamente en la relación existente entre instituciones políticas, políticas económicas, imperio de la ley y crecimiento económico. Es la comparativa entre Corea del Norte y Corea del Sur. Un lapso de 60 años separan a estos dos países. Sesenta años e instituciones políticas y políticas económicas después, la foto nocturna de ambos países es una muestra clamorosa del resultado y eso si nos limitamos estrictamente a actividad económica.
La última idea que mencionaré de esta conferencia (muchísimo más extensa y enjundiosa de lo que pueda quedar reflejado aquí) fue una alusión al caso Marbury vs Madison. De él se extrae la conclusión de que un Poder Judicial independiente será muy celoso de sus propios poderes, y esta "ambición", posibilitará que Poder Judicial y Legislativo se controlen uno a otro.
- [No llegué a comprender una parte muy importante de lo expuesto en esta charla porque carezco de conocimiento jurídicos, pero mientras caminaba de vuelta a casa, no podía dejar de darle vueltas a una idea apenas esbozada: actuar y obligarnos a actuar de acuerdo a un código ético es económicamente rentable para una sociedad y lo que me parece aún más importante, lo contrario nos empobrece.]
Y ¿qué pinta Harari en esta historia?
El capítulo 16 de su libro se titula "El credo capitalista". Con extrema sencillez explica cómo la riqueza no es un "pastel" de suma cero, que implicaría que para enriquecerme yo habrás de empobrecerte tú en la misma medida.
Esto era así hasta la época moderna, en la que surgió un nuevo sistema basado en la confianza en el futuro: "suposición de que nuestros recursos futuros serán más abundantes que los presentes ... surgirán infinitas oportunidades nuevas si podemos construir cosas en el presente, usando los ingresos futuros" (pág 339).
Y este cambio fue posible, entre otras cosas, gracias a la revolución científica: descubrimientos geográficos, inventos tecnológicos y mejoras en la producción. El "pastel" creció.
Tiene Harari un pasaje que hubiera entusiasmado a Fernández-Villaverde. Unas páginas después, desarrolla el asunto de la confianza, y para ilustrarlo pone un ejemplo maravilloso: España vs Holanda en 1585.
Mientras que el préstamo de un comerciante holandés al rey de España se invertía en financiar ejércitos, se cobraba o no dependiendo del resultado de la campaña y de las necesidades y voluntad reales y si se pleiteaba con él para exigir el pago, se corría el riesgo de acabar en prisión, el mismo préstamo a una empresa "innovadora" holandesa, se devolvía puntualmente si el negocio era exitoso, y en caso de fracaso, se ganaba en los tribunales. Estas diferencias llevaron a que en el plazo de 80 años, los holandeses no solo se independizaran de los españoles, sino que se hicieran los amos de las rutas marítimas y se convirtieran en los más ricos de Europa.
Podríamos decir que los holandeses crearon una sociedad con instituciones regidas por el imperio de la ley.
- [Añadí mentalmente otro posible ingrediente a la receta del éxito y el progreso: la inversión en ciencia y educación es el punto de partida imprescindible de la generación de riqueza.]
Y en estas estaba, cuando me topé con el artículo de Pau Mari-Klose que os he enlazado arriba. Pau escribe de una forma tan accesible que prefiero copiaros un par de párrafos, porque no creo ser capaz de exponerlo mejor:
"En sociedades igualitarias, la probabilidad de que los hijos de familias con bajos recursos educativos obtengan un título universitario es similar a la de familias con recursos medios, mientras que en las sociedades más desiguales, esa probabilidad se desploma...Esas brechas cognitivas y de acceso a los niveles educativos superiores están también detrás de diferentes niveles de participación en el mercado de trabajo."
No es solo que perdamos un potencial enorme (innovación y desarrollo científico) por la desigualdad extrema, es que, pensando exclusivamente en términos monetarios: ¿cuántas personas sin trabajo es capaz de mantener una sociedad? No desarrollar políticas económicas que favorezcan una cierta igualdad a la larga, resulta carísimo. Los ricos pagarán con su dinero y los pobres con sus oportunidades vitales.
Estos tres aspectos solo tienen sentido si pensamos y entendemos que el futuro de nuestra sociedad es el nuestro propio. Si nos quitamos las gafas miopes que limitan nuestra visión a la sombra que arroja nuestro círculo cercano. Si entendemos que el futuro de nuestros estupendos hijos dependerá, de una forma muy estrecha, de lo bien o mal que le vaya a la sociedad en la que se desarrollen. Y esa sociedad es cada día, más grande y diversa.
Cuando era pequeña creía a pies juntillas eso que todos los padres enseñan a sus hijos: el que es honesto, se esfuerza y trabaja, consigue sus metas. Cuando me hice mayor y fui madre, decidí enseñar solo una parte de ese pensamiento: si quieres tener la oportunidad de lograr algo, es imprescindible que te esfuerces y te formes (pero no hay garantías de nada, esa parte la omitiré por un tiempo, hasta que lo averigüen solas).
Todo lo que os he contado me ha hecho volver a creer en aquello que decían nuestros padres. Simplemente la escala ha cambiado. Si queremos tener una sociedad más rica, hemos de invertir mayoritariamente en ciencia y educación - posibilitar que el "pastel" crezca - , implantar sin excepciones el imperio de la ley - fomentar que la actividad florezca - y desarrollar mecanismos que moderen, en la medida de lo posible, las desigualdades económicas - no desperdiciar el talento de una parte de la sociedad - .
En resumen, el Bien es muy rentable.
(*) Tal y como dice en su post Jesús Fernández-Villaverde, en unos días tendréis a vuestra disposición la transcripción completa de la charla que tan torpemente he comentado. No dejéis de leerla y por supuesto, olvidad esto, porque no resistiría comparación alguna y no hay necesidad de ser cruel.