Sub-cabecera

Citado en el libro "De qué hablo cuando hablo de correr" H. Murakami

domingo, 6 de septiembre de 2015

No eres tú, soy yo.

Tengo un conocido que es un artista de las relaciones personales. Le he observado negociando y casi siempre me dan ganas de aplaudir al terminar, a pesar de conocer con antelación el desenlace.

Un equipo le solicita permiso para realizar algo. Él escucha elegante, pregunta detalles, se interesa. El solicitante le va contando y por el tono de su voz se nota que cree que tiene el asunto zanjado y se ve cómo va planificando mentalmente. Entonces mi amigo, con su educada voz y sin modificar el tono cordial, le responde: "bueno, eso que dices no se podrá hacer pero es interesante, naturalmente, y si en algo puedo ayudarte, no dudes en decírmelo."
No falla, el aludido termina dándole las gracias.
Yo me río internamente imaginado al despachado absolutamente desconcertado, tan desconcertado como me quedé yo la primera y única vez que me lo hizo.
Me admira su capacidad para dar una negativa sin perder la elegancia, sin dar falsas excusas, sin alterarse ni pretender que le perdones. 

Hay otro tipo de negativas, por ejemplo, las que te dan a su pesar. Sabes que les gusta lo que propones, que lo creen bueno, que lo comparten, que lo harían !ay¡ pero tienen que decir que no y les duele hacerlo.
Este me pareció el caso de la representante del grupo gallego en el Congreso de los Diputados, cuando tuvo que anunciar su postura ante la PNL de los libros de texto. Finalizó su intervención con expresión triste: ojalá podamos llegar a un acuerdo para cambiar el sentido del voto.
Viéndola desde la tribuna me entró congoja y si hubiera podido hacer algo más que respirar, le habría dicho "va mujer, no te agobies, que sé que no es por tu gusto, que te lo ha impuesto el grupo".

Y luego están las negativas increíbles.
Son negativas increíbles las de los que se hacen trampas a sí mismos para llevar el asunto a su zona de confort y también las de los rencorosos, que esperan agazapados la menor ocasión para vengar una posible afrenta que alguien que no eres tú, pero está a tu lado, le hizo.
Aunque ambas tienen en común el hecho de que no te la dan a ti, pero la dan en tu cara, son muy distintas.
Mientras que los rencorosos no esperan tu perdón, su frase final suena a una especie de "Ahhh te j*des", los auto-engañados quieren zanjar el asunto con buen sabor de boca. Quieren que les digas que lo entiendes, que sus motivos son honorables, que pueden seguir dando lecciones urbi et orbi aunque para ello utilicen tu causa.
Vaya por dios qué mala suerte que me ha tocado a mi, con lo bueno que era lo mío...

Yo he visto ambos tipos en el Congreso de los Diputados. Unos me han enfurecido por mezquinos y otros por tramposos.

Y ocurrió que vi un enlace del señor diputado senador Don Ramón Espinar. Él mismo había compartido en facebook su intervención en el Senado, de lo que deduzco que, una vez escuchado, sigue pensando que hizo lo correcto. Voy a transcribir las frases que me hicieron saltar del asiento y que resumen el sentido de su votación:
"Nosotros defendemos los DDHH y los defendemos en cualquier lugar. Y Nosotros condenamos la resolución por vía judicial de cualquier tipo de conflicto político, así como condenamos cualquier violación de los DDHH allí donde se produzcan, de forma que nosotros estamos de acuerdo con el espíritu de la moción que ha presentado el Partido Popular y saludamos muy especialmente la enmienda presentada por el Partido Socialista, entendemos que llamar al diálogo es fundamental en cualquier conflicto y también en la situación que se está produciendo en Venezuela (...) Dicho todo esto el sentido de nuestro voto no va a ser favorable. Nos vamos a abstener, nos vamos a abstener en esta moción y nos vamos a abstener en esta moción porque entendemos que no es que al Partido Popular le haya dado de pronto un ataque de defensa de los Derechos Humanos, entendemos que ustedes (PP) hace tiempo que llevan queriendo situar la cuestión de Venezuela en la agenda pública para no hablar de los problemas de los españoles. Porque si ustedes señorías quisieran defender los derechos Humanos fuera de nuestras fronteras, no tendrían que irse tan lejos, aunque está bien que se vayan tan lejos..."
Mientras, en la tribuna, dos mujeres cuyos maridos están en prisión, le observaban. Puedo imaginar sin ninguna dificultad lo que sentían.

La moción presentada por el Partido Popular, cuyo espíritu compartía el señor senador, fue aprobada. La enmienda del partido Socialista, que tan especialmente saludaba el señor senador, también.
Pero aunque espíritu y detalle fueran de su agrado, no fue suficiente para lograr su apoyo.

La nueva política tiene tics muy viejos.

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