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Citado en el libro "De qué hablo cuando hablo de correr" H. Murakami

viernes, 22 de mayo de 2015

Pruebas externas.

Estamos finalizando el curso escolar y como todos los padres, ando haciendo equilibrios en la agenda para asistir a todos los eventos, que según me comunica el colegio de mis hijas, tendrán lugar en el plazo de 1 mes. Actuaciones musicales, de teatro, competiciones deportivas, graduaciones, idiomas etc.
No sé si seré una madre "tigre", "helicóptero" o simplemente una madre feliz de serlo, pero lo cierto es que casi nada en esta vida me ha parecido más apasionante que la aventura de ver aprender a mis hijas. Nada tan asombroso como descubrir sus avances, sus miedos, sus pequeños pasos y su capacidad para maravillarse ante lo que el mundo les ofrece. Ser madre, y en esto coincido plenamente con mi marido padre de mis hijas, me hizo comprender en toda su profundidad cuál era mi prioridad en la vida, para qué me esforzaba realmente y qué sentido tenía tratar de hacer de este mundo un lugar mejor.
Ser madre te permite ver a tu hijo, en la cara de otros muchos hijos y transforma a la infancia impersonal en pequeños rostros muy cercanos. No creo que sea imprescindible pasar por la vivencia directa de la maternidad para sentirlo así, pero desde luego, en mi caso fue un proceso inevitable e incuestionable.
Y todos estos rodeos para iniciar una reflexión personal y nada experta, sobre uno de esos "acontecimientos" del mes de mayo: las pruebas externas de evaluación.

Ya en abril leí artículos como éste, en el que alguna asociación de padres, manifestaba su reticencia a realizar la prueba de 3º de primaria. Alegaban falta de información sobre lo que se haría con los resultados de la prueba, si afectaría al expediente académico de sus hijos etc, e incluso facilitaba a los padres que tuvieran dudas, un modelo de "justificante" para negarse a que sus hijos realizasen dichas pruebas, si así lo consideraban oportuno.

No entraré a valorar lo que dicha actitud me sugiere, pero lo que sí es indiscutible es que hace falta mucha transparencia por parte de los agentes implicados y mucha pedagogía por parte de los que sí saben de estas cosas.
Mi hija mayor ha realizado una de estas pruebas recientemente. Yo recibí un email del centro escolar avisándome de la fecha, del carácter censal y obligatorio de la misma y de los fines perseguidos con ella: 
"obtener información del grado de adquisición por parte de los alumnos/as de los conocimientos y destrezas considerados indispensables para continuar con éxito la Educación Secundaria, orientar a la Consejería de educación...y a los propios centros de la eficacia de sus planes y acciones educativas y orientar a los centros para organizar planes de mejora dirigidos a garantizar que todos los alumnos adquieran los conocimientos y competencias correspondientes a la Educación primaria.
Los resultados de dicha prueba, de los que serán uds debidamente informados, no tienen incidencia académica, pero sí se consignarán en el Expediente Académico y en el Historial Académico del alumno."

En tres ocasiones he discutido - o sentido deseos de hacerlo - sobre este tema con personas muy distintas. Un taxista encantador que se negaba a permitir que su hijo hiciera las pruebas, una madre que deseaba que su hija pasara el fin de semana preparando ese examen "tan importante" que tenían en puertas, y un joven con inquietudes políticas e intelectuales sobre la mejora de la educación.
Y pensaba en esas asociaciones de padres que tienen dudas y se resisten, y pensaba, también en la reciente "Premio Princesa de Asturias 2015 en ciencias Sociales" (qué bonita treta del destino, o no, que el primer "princesa" sea para una investigadorA).

En los tres casos dije, o deseé decir, lo mismo: no se puntúa al chiquillo, se evalúa el sistema. En todas las ocasiones, la misma reticencia: "sí, pero".
Sí pero, se consigna en el Expediente Académico. Sí pero, los resultados obtenidos por nuestros hijos nos serán debidamente notificados. Sí pero, la publicación de resultados podría segregar al mostrar puntos de concentración de alumnos por encima/debajo de la media requerida...

Personalmente entiendo todas esas dudas. Yo no las tengo, pero veo que no está de más evitar, en la medida de lo posible, que se produzcan: dando información y estudiando qué mejoras podrían evitar consecuencias indeseables sin perjudicar el objetivo principal.
Tal y como se muestra en este artículo, evaluar, mejora. Conocer, nos permite rectificar a tiempo. Saber que lo estamos haciendo bien, nos estimula a seguir mejorando. Y los beneficiados de este examen ante nosotros mismos, no son otros que nuestros hijos.
Tal vez sea ingenua, pero deseo que evalúen el sistema, y si para hacerlo han de preguntarle a mis hijas lo que saben, hágase.
No necesito saber cómo han hecho la prueba mis hijas. No serviría, probablemente, para nada más que halagarme la vanidad. Las tareas diarias del colegio, los trabajos y ellas mismas, me muestran a diario, que la cosa se desarrolla con normalidad.

Respeto a los padres que desean conocer esos resultados concretos y a los que no desean que sus hijos pasen las pruebas, pero a ninguno de los dos los comprendía, hasta que leí el final del e-mail sobre el Expediente y el Historial Académico. Sigo creyendo en la buena fe del sistema educativo como único principio regulador, pero entiendo que esas palabras siembren dudas en muchas familias.

Y digo yo  ¿no sería posible volver esos datos anónimos, como hacen las empresas de telecomunicaciones con el ingente volumen de datos que manejan, para extraer otro tipo de información? ¿Por qué necesitamos que esos resultados vayan ligados a un niño concreto? ¿Por qué como padres, queremos saber que nuestro cole es el mejor o nuestro niño el más listo? Y sobre todo ¿Por qué nos resistimos a averiguar si estamos fallando en algo?

3 comentarios:

  1. El sistema está fallando en muchas cosas, entre ellas… hacer estas pruebas! En los coles las preparan como se prepara uno los test del carnet de conducir… no se trata de aprender, sino de aprender a pasarlas. Hay mucho en juego, el prestigio de los centros, por ejemplo, lo que lleva a que los adultos pasen esta tensión a los niños. Es el último coletazo de la educación tradicional, que se defiende de su crisis precisamente ahondando en sus defectos.
    Aquí se explica con más detalle parte de los efectos perversos de estos rankings: http://www.eldiario.es/catalunya/educacion/dilema-educar-rankings-aprender-proyectos_0_386361826.html

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  2. (1/2) Dices que "evaluar, mejora". Esa afirmación es verdadera, pero tienen que cumplirse al menos dos requisitos. Evaluar es observar, ver qué tal están yendo las cosas. Y para eso, lo que necesitas es evaluar la situación regular. Éste es el primer requisito: intentar ver la realidad tal y como es.

    Si decidieras evaluar tu economía personal, probablemente mirarías lo que cobras, lo que gastas, o cómo están tus finanzas día a día. Pero no se te ocurriría decir: "El día 10 de mayo a las 10h voy a ver cuánta pasta tengo en el bolsillo. Pero para un examen tan importante tengo que prepararme, así que voy a sacar dinero del cajero antes de examinarme." Tu resultado sería sorprendentemente bueno. Y te irías tan contenta a la cama pensando que tienes mucha pasta.

    Esto mismo es lo que está sucediendo ahora mismo con estas pruebas externas. Estamos preparando a los niños para estos exámenes, para hacer bien estos exámenes. Es decir, estamos falseando los resultados.

    Alguien podría pensar: "Para la PAU hay que preparar a los alumnos, se juegan su futuro." La PAU era hasta hace pocos años la prueba más conocida. Y los alumnos las preparan a fondo. Porque tienen que prepararlas a fondo. ¿Y por qué? Porque es el modo más justo de regular el acceso a la Universidad que se nos ha ocurrido. En la PAU lo que se evalúa no es al sistema educativo, es lo que sabe el alumno en ese momento. Pero el objetivo de las pruebas de 3º, 6º y 3º ESO no es el mismo. Así que no podemos hacer las mismas cosas.

    Este año mis alumnos han pasado la prueba de 3º de Primaria. Y en mi centro se ha decidido prepararles a morir. ¿Por qué? Porque los resultados son públicos. Muchos compañeros consideran que el resultado de los alumnos refleja directamente su calidad como docentes, y no quieren la vergüenza pública. Como los padres recibirán los resultados, ¿vamos a correr el riesgo de que una prueba diga que nuestros alumnos de sobresaliente, en realidad son de 5? Es inadmisible. La dirección del centro considera que, como los resultados son públicos, el centro debe quedar bien posicionado, porque una mala posición haría descender la matrícula. Los padres y niños están asustados con la prueba porque suspenderla puede suponer que el niño repita. A día de hoy, 14 de junio, los resultados de la CDI no han llegado al centro y las notas están ya puestas, pero eso no lo saben ni padres ni alumnos.

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  3. (2/2) El segundo requisito para que una evaluación mejore es hacer algo luego con eso que has visto, e intentar mejorar. Bien, ¿qué es lo que hacemos realmente con estas pruebas? Publicarlas. ¿Qué hacemos si la cosa ha ido bien? Los docentes vemos los resultados, y respiramos aliviados pensando que hemos sacado las castañas del fuego. La dirección del centro ve los resultados, y respira aliviada pensando que es mejor que el centro de al lado, y que el año que viene habrá matrícula. Los políticos ven los resultados y respiran aliviados pensando que ya no somos los últimos países de la zona PISA, parece que algo hacemos.

    ¿Y si la cosa ha ido mal? Docentes y directores hacemos un plan para preparar mejor para el examen: empezamos antes a prepararlo, dedicamos sesiones específicas para el examen, ponemos a otros profesores de apoyo, mandamos deberes relacionados con el examen, detenemos la programación habitual para centrarnos en el examen, hasta les decimos a los alumnos que los resultados de este examen cuentan para la nota... Desde la Administración, lo que se hace es decidir que hay que empezar antes también, y ahí tenemos la LOMCE, que en algunas Comunidades tiene un desarrollo curricular demencial (p.ej: Provincias de España y la multiplicación en 2º Primaria). Pero nadie se plantea que a lo mejor lo que está fallando es lo que hacemos en el día a día. Eso no se toca. La metodología va a seguir siendo la misma, porque "así es como hemos trabajado siempre".

    Lo más curioso es todo este mogollón por una evaluación en la que no estamos evaluando lo que queríamos evaluar. No hemos hecho evaluación de qué saben nuestros alumnos en este momento, sino de cómo han preparado los centros a los alumnos para el examen en concreto.

    ¿Qué habría que hacer para que esto sirviera? Para empezar, prohibir a los centros preparar a los alumnos para estos exámenes. Después, no publicar los resultados. Ni a los centros, ni a las familias ni, muchísimo menos, a la prensa. Lo que queremos evaluar es el sistema en general, no hacer competir a los centros.

    Y, por último, la Administración tendría que poner los medios para mejorar. Y, a través de la Inspección, acercarse a los centros con más problemas a interesarse por la situación del centro, a tenderles la mano y los recursos que consideren necesarios, a apoyar planes innovadores que permitan adaptarse mejor a la realidad de los alumnos, a tratar a los profesionales de los centros como profesionales, colaborando, no fiscalizando.

    En definitiva, evaluar puede ser bueno, pero tiene que hacerse bajo ciertas condiciones. Si no se hace así, corremos el riesgo de acercarnos al modelo americano de "No child left behind", en el que los salarios de muchos profesionales están ligados a los resultados de los alumnos. ¿Qué se obtiene con eso? Dejar a un lado el ayudar al alumno a sacar lo mejor de sí, para pasar a ser entrenadores de un examen.

    Un saludo.

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