Autor invitado: @demostenes_av
Durante todo este último mes parte del circo político patrio ha estado centrado en la región de Murcia, con la imputación del Presidente de la Comunidad, Pedro Antonio Sánchez, y el incumplimiento del pacto de investidura que su partido, el PP, firmó con Ciudadanos para conseguir la presidencia de Rajoy.
La posición de Ciudadanos nunca fue fuerte, ya que sólo cuenta con 4 de los 45 diputados de la Asamblea Regional. Sin embargo, la igualdad de los otros dos bloques (22 para PP, 19 para PSOE + Podemos) en teoría le permite ejercer de bisagra para darle el control de la comunidad autónoma a unos u otros.
Crédito: Web de la Asamblea Regional de Murcia |
Ese papel de bisagra es, sin embargo, casi puramente sobre el papel. Si bien sería factible que se entendiese con el PSOE, es conocida y notoria la diferencia ideológica que separa a Ciudadanos de Podemos, y resultaría francamente extraño que un partido aupara al otro al gobierno.
El incumplimiento del pacto de investidura significaba que Ciudadanos tenía que reaccionar. Y así lo hizo... pero tibiamente. Primero, con la ruptura del pacto de gobierno en la comunidad el 2 de marzo, lo cual apenas implicaba nada. Una semana después, elevaba el tono con amenazas de apoyar una hipotética moción de censura ante la decisión del PP de mantener a Sánchez en su puesto, pero con un generoso plazo de 19 días. Además, una de las condiciones para ese apoyo sería que se convocasen elecciones anticipadas en lugar de simplemente reemplazar al presidente por algún candidato del PSOE, segunda fuerza de la comunidad. Ésto probablemente se interpretó desde el PP como una reticencia a seguir por esa vía hasta el final, sobre todo teniendo en cuenta que también requeriría la participación de Podemos, que más que probablemente exigiría alguna compensación política por ello. Por el motivo que sea, parecen decididos a ver el farol de Ciudadanos.
Ante dos opciones malas desde el punto de vista de Ciudadanos, intentar salirse por la tangente con una petición de ese tipo puede parecer la mejor opción para no asumir un coste político. Sin embargo, no hace nada más que poner de manifiesto la debilidad de su posición. Una de las premisas básicas de la teoría de juegos es que para tener poder de negociación, las amenazas de uno han de resultar creíbles. Si Ciudadanos se muestra orgánicamente incapaz de apoyar al tándem PSOE-Podemos, el PP no tendría ningún incentivo para ceder en ninguna de sus peticiones, ya que saben que no tendría coste para ellos.
De la misma forma, tampoco tendrían ninguna capacidad de influir en el otro bloque, por dos motivos: primero, por saber que nada de lo que ofrezcan puede ser aceptado si conlleva que Podemos entre en el gobierno de Murcia; y segundo, que saben que un posible apoyo continuado al PP con un presidente imputado sólo puede desgastarles y quizá atraerles votos a ellos. Quizá por ello el PSOE está forzando la situación presentando una moción de censura incluso sin cerrar previamente un acuerdo con el resto de fuerzas. Si fracasan, el peso recaerá íntegramente en Ciudadanos y en Podemos. La indecisión en esta coyuntura dista mucho en esta ocasión de ser el punto medio virtuoso entre extremos.
De la misma forma, tampoco tendrían ninguna capacidad de influir en el otro bloque, por dos motivos: primero, por saber que nada de lo que ofrezcan puede ser aceptado si conlleva que Podemos entre en el gobierno de Murcia; y segundo, que saben que un posible apoyo continuado al PP con un presidente imputado sólo puede desgastarles y quizá atraerles votos a ellos. Quizá por ello el PSOE está forzando la situación presentando una moción de censura incluso sin cerrar previamente un acuerdo con el resto de fuerzas. Si fracasan, el peso recaerá íntegramente en Ciudadanos y en Podemos. La indecisión en esta coyuntura dista mucho en esta ocasión de ser el punto medio virtuoso entre extremos.
Quizá sea muy fácil decirlo desde fuera, pero a mi juicio la mejor alternativa habría sido seguir dos reglas claras: 1º, que cualquier mayoría alternativa es legítima, ya que al fin y al cabo representa a una buena parte de los votantes; y 2º, que en una democracia parlamentaria, lo principal es respetar las reglas del juego, tanto las leyes que conforman un Estado de Derecho como los acuerdos a los que se llegan con otras fuerzas. Ello implica que un partido que falta a su palabra debe ser castigado, incluso si ello le da el gobierno a otra fuerza con la que se discrepa profundamente en el plano ideológico. A corto plazo puede resultar doloroso, pero a largo plazo resulta imprescindible que todos sepan que incumplir compromisos tiene consecuencias. De lo contrario, el capital político de sus socios se evapora.
Desde el punto de vista estratégico, una postura clara, decidida desde el inicio, incluso antes de la crisis en Murcia, habría reforzado la posición de Ciudadanos y hecho que el PP se lo pensase dos veces antes de lanzarles un órdago. No es impensable que esto sea un tanteo, una vuelta de tuerca más para ver hasta dónde pueden forzar los límites (ya bastante estirados) en el acuerdo a nivel nacional, que alguno de sus dirigentes consideraba "lentejas". La animadversión mutua entre Ciudadanos y Podemos es en este caso una debilidad, sobre todo para los primeros.
Además, si las condiciones hubieran estado claras, la responsabilidad de darle el gobierno a PSOE y Podemos habría recaído únicamente en el PP. Tal y como se ha desarrollado la situación, vote lo que vote Ciudadanos en la moción quedará como una decisión obligada e improvisada y que implicará un coste político, tanto en la región como posiblemente a nivel nacional. Un partido como Ciudadanos, al borde de verse fuertemente perjudicado por el efecto electoral de las circunscripciones provinciales, no puede permitirse no aparecer como decisivo.
Desde un punto de vista de funcionamiento democrático, las líneas rojas y los bloqueos mutuos representan un problema considerable en un sistema parlamentario sin mayorías claras. Y parece que ese es el escenario al que se dirigen en Murcia. Creo que haríamos bien en dejar de ver como impensable el apoyo puntual a otros partidos rivales si está debidamente justificado.
Además, si las condiciones hubieran estado claras, la responsabilidad de darle el gobierno a PSOE y Podemos habría recaído únicamente en el PP. Tal y como se ha desarrollado la situación, vote lo que vote Ciudadanos en la moción quedará como una decisión obligada e improvisada y que implicará un coste político, tanto en la región como posiblemente a nivel nacional. Un partido como Ciudadanos, al borde de verse fuertemente perjudicado por el efecto electoral de las circunscripciones provinciales, no puede permitirse no aparecer como decisivo.
Desde un punto de vista de funcionamiento democrático, las líneas rojas y los bloqueos mutuos representan un problema considerable en un sistema parlamentario sin mayorías claras. Y parece que ese es el escenario al que se dirigen en Murcia. Creo que haríamos bien en dejar de ver como impensable el apoyo puntual a otros partidos rivales si está debidamente justificado.
En el nuevo panorama político tras las elecciones del 20D y el 26J, con un parlamento fragmentado y sin mayorías claras, creo que resulta imperativo que los partidos puedan llegar a acuerdos entre sí. Las luchas partidistas no pueden primar sobre la búsqueda de acuerdos y alianzas, estables o puntuales, so pena de llegar a una situación de bloqueo que ya nos llevó a unas segundas elecciones y estuvo a punto de llevarnos a unas terceras. Si sumamos a ello falta de confianza mutua, éstas situaciones pueden ser no sólo más normales sino inevitables. La experiencia reciente a nivel nacional puede hacernos pensar que es no es tan grave, pero tuvimos la suerte de que nos pillara en una fase de recuperación internacional. Si ese bloqueo de casi un año hubiera tenido lugar en una fase más crítica las consecuencias podrían haber sido bastante peores.