De vez en cuando vuelvo a Cioran, en momentos de pesadumbre, de desasosiego y últimamente cuando escucho a los nuevos profetas de eso que se conoce con el término "posmos" (posmodernos). Y no, Cioran no es un tipo depresivo que acaba llevándote al pozo negro, es la perfecta encarnación de la resiliencia.
A Cioran le gustábamos los españoles y los rusos. De nosotros decía lo siguiente:
"Viven en una acritud cantante, de trágica falta de seriedad, que les salva de la vulgaridad de la felicidad y el éxito ... Incapaces de acoplarse al ritmo de la civilización, clericoidales o anarquistas, no podrían renunciar a su inactualidad ... han agotado lo mejor de sí mismos en rumiar sobre la muerte, en embadurnarse de ella ... retrocediendo sin cesar hacia lo esencial, se han perdido por exceso de profundidad ... el descoyuntamiento es su forma de rigor. Su descubrimiento: la ilusión sombría, el orgullo de desesperar; su genio: el genio del pesar..."
El otro día Carolina Bescansa tuvo a bien estropear, o al menos intentarlo, uno de esos logros de los que más orgullosos nos sentimos: donación y trasplantes de órganos. Somos estupendos, nuestro sistema funciona y ese sentimiento de "joya de la corona" consigue, probablemente, que muchas personas acepten donar sus órganos tras su muerte y los de sus familiares fallecidos con gran naturalidad y sensación de contribuir al bien de alguien a quien no conoce ni va a conocer.
Muchos son los asuntos que generan polémicas y discursos "llamativos" cada día. Mi sensación de extrañeza iba en aumento al ver en todos ellos un aroma cuasi religioso común: el sufrimiento, no ya como argumento sino como punto de partida, de autoridad moral, para poder opinar, colaborar, o pensar.
Si eres un empresario de éxito ha de ser porque explotas a los pobres. Si donan parte de su dinero, donan escasamente. Cuando Mark Zuckerberg anunció, tras el nacimiento de su hija, que donaría el 99% de sus acciones a obras filantrópicas corrimos prestos a encontrar la trampa.
Si eres feminista (advertencia nº1 a odiadores, soy feminista) porque crees que la igualdad entre hombre y mujer no es algo negociable pero eres varón, lo tienes chungo. Si lo pones en tu biografía, eres un adolescente de pegatina. Si callas, otorgas. Si tomas tú también la bandera, ¡ah no amigo!, eres hombre y has de mantenerte en segundo plano y mirar, eso sí, dando ánimos. Porque naciste con privilegios y eso aunque no lo sepas, te marca.
Si logras una beca post doctoral (ojo, que no hablamos de estudios básicos) eres un privilegiado y has pensar que otros no han tenido tanta suerte y por lo tanto pedirles disculpas. Si tuviste la "fortuna" de poder pagar tus estudios fuera, bien porque trabajabas, bien porque tu familia podía hacerlo, entonces pierdes cualquier posibilidad de manifestarte sobre lo que consideras mejor o peor para la educación. Tienes un pecado original y eso, aunque no lo sepas, te marca.
Las donaciones de órganos no son deverdaddelabuena altruistas. Resulta que detrás hay mucho marketing, e incluso resulta que los médicos que practican los trasplantes reciben un plus económico por la disponibilidad requerida. ¡Ah! tenemos ahí otro pecado original, no lo hacemos sufriendo y eso nos mancha.
'En todo profeta coexisten el gusto por el futuro y la aversión por la dicha'. EM Cioran.
Puedes escuchar a algunos veganos (advertencia nº2 a odiadores, soy casi vegetariana y empatizo hasta con mi cobaya) explicar las bondades de la elección de su dieta. Vuelve a ser un asunto religioso en el sentido amplio de la palabra. Si comes carne, eres un asesino. Si bebes leche, explotas a las hembras.
Por no hablar de los OMG (alimentos transgénicos). No es "natural", nos dicen sus detractores.
No importa que las mayores agencias de seguridad alimentaria sometan a controles exhaustivos todos los alimentos que llegan a nuestra mesa. No importa que nunca hayamos vivido más y más sanos en la historia de la humanidad.
No confiamos en la ciencia pero creemos que las cualidades de un alimento que ha crecido en un campo y ha sido abonado con estiércol de las reses que viven en "ese" campo, son superiores. Si no se han empleado en su obtención, ninguna de las técnicas que han hecho que el trabajo del agricultor sea menos penoso, entonces el alimento es todavía mejor (¡!)
No importa que las mayores agencias de seguridad alimentaria sometan a controles exhaustivos todos los alimentos que llegan a nuestra mesa. No importa que nunca hayamos vivido más y más sanos en la historia de la humanidad.
No confiamos en la ciencia pero creemos que las cualidades de un alimento que ha crecido en un campo y ha sido abonado con estiércol de las reses que viven en "ese" campo, son superiores. Si no se han empleado en su obtención, ninguna de las técnicas que han hecho que el trabajo del agricultor sea menos penoso, entonces el alimento es todavía mejor (¡!)
Parirás a tus hijos con dolor y ganarás el pan con el sudor de tu frente, dice el Antiguo Testamento y últimamente está de moda tomarlo al pie de la letra.
Es la cultura de la pureza que otorga el dolor, que lava toda culpa original. El sufrimiento como única vía "moral" para lograr acceso a derechos y avances. Es la meritocracia del sufrimiento.
Lo más llamativo de todo esto es que semejantes planteamientos salen de bocas que se denominan progresistas. Causas con las que simpatizarías se vuelven odiosas ante la virulencia de sus postulados, la irracionalidad de los requisitos, la dificultad para alcanzar un estatus digno y poder contribuir al debate.
Y entonces callas porque tampoco quieres hacer daño a una buena causa.
Tengo el recuerdo del europarlamentario Urbán, en directo tras el atentado de París, explicando que el sistema les ha fallado y hay mucha gente que "no ve otra salida que inmolarse en un sitio"
Es la otra consecuencia de esta fe en la redención del sufrimiento. Te exime de responsabilidad, te otorga inmediatamente una justificación y un conocimiento experto de primera mano.
Si no lo has sufrido no puedes hablar de ello. No puedes ayudar, no puedes tratar de contribuir, no eres puro.
Nunca creí que más allá de la modernidad nos esperase, de nuevo, la Edad Media.
** El título es prestado de Cioran: "En el juicio final solo se pesarán las lágrimas"
** El título es prestado de Cioran: "En el juicio final solo se pesarán las lágrimas"