" Voy a taparle a su carta
los pies, que esta noche hará
ya frío, a la madrugada."
J. R. Jiménez
Tres líneas que encierran un universo de imágenes. Tres versos capaces de expresar amor, intimidad y la ternura de los pequeños actos que llevamos a cabo cuando nadie nos mira.
Un trozo de papel que es la persona amada, aquella a la que deseamos arropar mientras duerme. ¡La de veces que deseé leer esa carta!
Hay cartas de amor de todo tipo, a la patria, a la humanidad, a un padre o a la compañera de toda una vida. Cursis, conmovedoras, profundas, sabias, exaltadas, cotidianas.
Este post versa sobre una en concreto: la carta de Pablo Iglesias a los círculos y a la militancia de Podemos.
Se titula 'Defender la belleza', fue hecha pública en Twitter a las 18:14h del día 15 de marzo (5 horas después, a las 23:30, comunicó la destitución fulminante del secretario de organización del partido) y habla de amor, pero en ella no es el amor un fin, sino una herramienta. Trataré de explicar por qué lo creo así.
Martha Nussbaum en su libro, "Emociones políticas. ¿Por qué el amor es importante para la justicia?", dedica un amplio capítulo a analizar la importancia de enseñar patriotismo. Un patriotismo que define no solo como amor, sino como libertad crítica.
Es fantástico este libro de Nussbaum. Parte del reconocimiento y aceptación de lo que el ser humano es: razón y emoción. Ambas inseparables e imprescindibles, ligadas íntimamente. Renunciar a apelar y educar a cualquiera de ellas, es dirigirse a una persona que no existe. Esta complejidad es ineludible, y si bien creemos bueno alejarnos de las emociones en la vida política buscando el consuelo y la tranquilidad de las decisiones puramente racionales, no podemos ignorar su inmenso poder, la velocidad con la que acceden, la capacidad de movilizarnos a favor o en contra.
A estos argumentos, Nussbaum añade uno más. En la jerga del baloncesto sería aquello de "a una canasta de 3, se contesta con otra de 3". No puedes combatir emociones como el asco (xenofobia) - que representan al otro como un subhumano - únicamente con argumentos racionales. El antídoto solo puede venir por la vía de experimentar y visualizar al otro como alguien plenamente humano, cercano, en definitiva, alguien muy parecido a nosotros mismos.
El patriotismo es un arma peligrosa pero imprescindible porque, para amar necesitamos lo concreto, lo cercano. Necesitamos conocer para aceptar sufrimientos que protejan el bien amado. Necesitamos sentirnos parte de algo para considerarlo valioso. En ese sentido, ninguna sociedad sobreviviría a tiempos difíciles si aquellos que la componen no sienten amor hacia ella, hacia su cultura, su geografía, su gastronomía [ponga aquí cada uno aquello que le transporte a 'casa'].
Son esas cosas y maneras concretas las que nos diferencian de otros, las que nos singularizan. Sin el amor por las cosas compartidas, sería muy difícil tejer redes de solidaridad como los impuestos o responder a cualquier emergencia o desastre como sociedad.
Ese sentimiento hermanador tiene otra cara bastante más fea.
Para ser 'nosotros' ha de existir un 'ellos'. Los que no son nosotros. Los que son distintos. Los que hacen las cosas de otra manera.
Todos los grandes políticos de la historia han sabido eso y han trabajado con ello. Los mejores han construido un patriotismo integrador basado en la libertad crítica. Los peores han arrojado a unos seres humanos contra los otros, en aras de una homogeneización a imagen y semejanza de los puros, los arios, los 'nuestros'.
Pablo Iglesias en su carta habla de amor, pero habla de patriotismo. Él es el político y sus militantes son su pueblo. Sus montañas, su gastronomía, su cultura, en definitiva, su territorio, es la belleza del brillo en los ojos.
Ellos lo tienen, los demás no. Ellos se aman. Los demás no. Ellos mantienen la ilusión. Los demás lo envidian.
Así dota a sus seguidores de una identidad, de un lugar donde reconocerse, de algo que amar lo suficiente como para sacrificar y sufrir por ello. Algo que haga que merezca la pena aceptar decisiones como la que 5 horas después haría pública.
Hasta en dos ocasiones, señala en su carta que políticos honestos y coherentes de la izquierda, le han mostrado personalmente cuánto envidian ese sentimiento que caracteriza a los seguidores de su partido y que ellos ya han perdido.
Así, Pablo Iglesias, crea un 'nosotros' porque crea un 'ellos'. Así se apodera de lo que en un tiempo fue, también, de muchos otros.
Así les dice: sois especiales.
Decía Nussbaum que el patriotismo debía navegar por el centro del río, sin acercarse nunca a ninguna de esas dos orillas peligrosas. Veremos si Pablo Iglesias es capaz de mantener tan delicado equilibrio.
El tiempo dirá.
Hay cartas de amor de todo tipo, a la patria, a la humanidad, a un padre o a la compañera de toda una vida. Cursis, conmovedoras, profundas, sabias, exaltadas, cotidianas.
Este post versa sobre una en concreto: la carta de Pablo Iglesias a los círculos y a la militancia de Podemos.
Se titula 'Defender la belleza', fue hecha pública en Twitter a las 18:14h del día 15 de marzo (5 horas después, a las 23:30, comunicó la destitución fulminante del secretario de organización del partido) y habla de amor, pero en ella no es el amor un fin, sino una herramienta. Trataré de explicar por qué lo creo así.
Martha Nussbaum en su libro, "Emociones políticas. ¿Por qué el amor es importante para la justicia?", dedica un amplio capítulo a analizar la importancia de enseñar patriotismo. Un patriotismo que define no solo como amor, sino como libertad crítica.
Es fantástico este libro de Nussbaum. Parte del reconocimiento y aceptación de lo que el ser humano es: razón y emoción. Ambas inseparables e imprescindibles, ligadas íntimamente. Renunciar a apelar y educar a cualquiera de ellas, es dirigirse a una persona que no existe. Esta complejidad es ineludible, y si bien creemos bueno alejarnos de las emociones en la vida política buscando el consuelo y la tranquilidad de las decisiones puramente racionales, no podemos ignorar su inmenso poder, la velocidad con la que acceden, la capacidad de movilizarnos a favor o en contra.
A estos argumentos, Nussbaum añade uno más. En la jerga del baloncesto sería aquello de "a una canasta de 3, se contesta con otra de 3". No puedes combatir emociones como el asco (xenofobia) - que representan al otro como un subhumano - únicamente con argumentos racionales. El antídoto solo puede venir por la vía de experimentar y visualizar al otro como alguien plenamente humano, cercano, en definitiva, alguien muy parecido a nosotros mismos.
El patriotismo es un arma peligrosa pero imprescindible porque, para amar necesitamos lo concreto, lo cercano. Necesitamos conocer para aceptar sufrimientos que protejan el bien amado. Necesitamos sentirnos parte de algo para considerarlo valioso. En ese sentido, ninguna sociedad sobreviviría a tiempos difíciles si aquellos que la componen no sienten amor hacia ella, hacia su cultura, su geografía, su gastronomía [ponga aquí cada uno aquello que le transporte a 'casa'].
Son esas cosas y maneras concretas las que nos diferencian de otros, las que nos singularizan. Sin el amor por las cosas compartidas, sería muy difícil tejer redes de solidaridad como los impuestos o responder a cualquier emergencia o desastre como sociedad.
Ese sentimiento hermanador tiene otra cara bastante más fea.
Para ser 'nosotros' ha de existir un 'ellos'. Los que no son nosotros. Los que son distintos. Los que hacen las cosas de otra manera.
Todos los grandes políticos de la historia han sabido eso y han trabajado con ello. Los mejores han construido un patriotismo integrador basado en la libertad crítica. Los peores han arrojado a unos seres humanos contra los otros, en aras de una homogeneización a imagen y semejanza de los puros, los arios, los 'nuestros'.
Pablo Iglesias en su carta habla de amor, pero habla de patriotismo. Él es el político y sus militantes son su pueblo. Sus montañas, su gastronomía, su cultura, en definitiva, su territorio, es la belleza del brillo en los ojos.
Ellos lo tienen, los demás no. Ellos se aman. Los demás no. Ellos mantienen la ilusión. Los demás lo envidian.
Así dota a sus seguidores de una identidad, de un lugar donde reconocerse, de algo que amar lo suficiente como para sacrificar y sufrir por ello. Algo que haga que merezca la pena aceptar decisiones como la que 5 horas después haría pública.
Hasta en dos ocasiones, señala en su carta que políticos honestos y coherentes de la izquierda, le han mostrado personalmente cuánto envidian ese sentimiento que caracteriza a los seguidores de su partido y que ellos ya han perdido.
Así, Pablo Iglesias, crea un 'nosotros' porque crea un 'ellos'. Así se apodera de lo que en un tiempo fue, también, de muchos otros.
Así les dice: sois especiales.
Decía Nussbaum que el patriotismo debía navegar por el centro del río, sin acercarse nunca a ninguna de esas dos orillas peligrosas. Veremos si Pablo Iglesias es capaz de mantener tan delicado equilibrio.
El tiempo dirá.