domingo, 7 de diciembre de 2014

Dos horas en la Fundación Innovación Bankinter (II): Big Data, Neurociencia y Ciencia Ficción

Tras la intervención y preguntas a Chris Meyer, llegaba el turno de Damásio.
Me sentía un poco adolescente, estaba realmente ilusionada de poder escucharlo en directo, y es que en ese aspecto, mi adolescencia no ha ido a la par con mi biología. Ha sido pasada la treintena, cuando he acudido de manera regular a conciertos (de grupos que idolatraba) y conferencias sobre temas variopintos, donde descubro asombrada, cosas que la mayoría ya sabe. Una de ellas es que cuanto más interesantes son los ponentes, más interesantes los asistentes: una persona con una posición consolidada, trabajando en asuntos de economía y empresas, que te cuenta ilusionada que está estudiando Geografía e Historia por la UNED, se convierte automáticamente en alguien con quien me apetece charlar. Acabamos hablando de la intuición. Él me dijo que era "una cosa situada en las tripas", yo le di la definición que utilicé como encabezado de este post : un modelo matemático, resultado de grandes cantidades de datos filtrados por un cerebro humano. Silencio, Damásio hablaba


¿Asombro y cierto miedo por toda esta tecnología?  Más o menos así comenzó su intervención, y durante los minutos siguientes, expuso una visión cuasi filosófica sobre el cambio que supone para la humanidad la tecnología de la que disfrutamos y de la que disfrutaremos en breve.
A diferencia de la exposición anterior que fue rápida, estructurada, concreta y lista para fascinar, Damásio pensó en voz alta. Estaba en una posición mucho más alejada, y desde ahí la vista era diferente. La visión de quien ha dedicado tiempo a valorar miedos y peligros junto a posibilidades y mejoras.
Pensando en ello de vuelta al trabajo, me vino a la mente la frase de Cioran:


"[el sabio] No está por encima , sino al lado de la vida"

Primero nos preguntó cuántos de los asistentes teníamos una mascota. Algunas personas, pocas, levantaron la mano. Él dejó traslucir su decepción. "¡¿Solo?!"
Y a partir de ahí trató de explicarnos que lo que nos fascina y aterra del Big Data no es nada nuevo: señoras y señores llevamos haciéndolo toda la eternidad. Tal vez la introducción de estas tecnologías puedan cambiar a las personas, pero solo en la superficie, no en profundidad, porque el Big Data es biología pura.

¿Qué pensamos que es la intuición? - codazo A mi compañero de asiento - es un cerebro lleno de datos que vienen desde el genoma, cosas como el ritmo circadiano  - cuya razón de ser se atribuye a la protección de replicación del ADN - o la segregación de hormonas como la melatonina, antes del sueño, que solo se inhibe si nos encontramos en presencia de una luz muy potente.

¿Qué pensamos que ocurre cuando mantenemos una conversación? Algo muy sencillo de entender si tenemos un smartphone y nos fijamos en cómo nos sugiere la próxima palabra al escribir un mensaje, simplemente porque ha aprendido de nuestra forma particular de hablar. Eso no es nuevo, nuestro cerebro lleva miles de años haciéndolo. Sabemos, aunque no seamos conscientes de ello, si la próxima palabra que usará nuestro interlocutor, será un verbo o un adjetivo, porque tenemos interiorizada la estructura de la frase. Eso es Big Data.

¿Cambiará lo que entendemos por humanidad? Lo que la tecnología está cambiando es  lo que marca el principio y fin de lo que consideramos "persona". El miedo a lo que puede venir, es normal cuando consideramos estos avances desde una perspectiva limitada al presente y a nuestro contexto y cultura. Los menores de 20 años no sienten este tipo de preocupación, ni siquiera se asombran por ello.
Pensemos que la diferencia más relevante entre el ser humano y otros seres vivos, la más radical, es la capacidad de crear un sistema moral, y si consideramos a dónde nos condujo en numerosas ocasiones por ejemplo, a la I Guerra Mundial, nos volveremos un poco más escépticos y menos temerosos.
La AI (inteligencia artificial) tiene, en su opinión, muy pocas posibilidades de replicar a la humanidad, porque ["Lástima que ella no pueda vivir, pero ¿quién vive?" Blade Runner] no existe sistema informático que pueda acercarse a la sofisticación de nuestras emociones. Sistemas que se arriesguen, que sufran... no, la probabilidad de producir sistemas inventados de esas características es muy muy baja. En ese momento yo ardía en deseos de alzar la mano y preguntarle ¿y qué hay de los cuerpos verdes y los cerebroamigo? ¿Son factibles?
Para los que no hayáis leído a Scalzi echad un ojo aquí antes de pensar que he perdido el juicio. 

Y la última cuestión y quizás la más inquietante:
¿Nos tiranizará esta tecnología?
Damásio planteó sus preocupaciones racionales y sus propias soluciones y lo hizo de una forma que me encantó (sí lo sé, Suanzes me ha creado una lista en twitter llamada "Empáticos" donde estoy cruelmente sola). Lo hizo remitiéndose a una cena con su mujer en la que le preguntó qué opinaba de esa nueva tecnología médica que permitiría monitorizarte de forma casi permanente, para revisar si tus hábitos de vida eran todo lo saludables que debían, en función de tus características personales.
Su mujer (¡olé! por ella) le respondió que le horrorizaba la idea y que en ningún caso se prestaría a ello. Estas técnicas tienen su visión positiva, porque está demostrado que nuestras decisiones son mejores si somos conscientes de que aquello que elegimos no es lo más conveniente. Es decir en último instancia siempre eres libre de elegir pegarte un atracón de algo que está contraindicado para tu salud, ya que estamos sesgados por la perspectiva de obtener placer, pero que algún tipo de chisme te avise diciéndote: "oye, por hoy ya te has pasado tres pueblos", parece que nos ayuda a elegir mejor. Pero ¿qué ocurriría si esa tecnología fuera utilizada por las compañías de seguros (o el propio sistema de salud público) para justificar excluirte de una póliza o servicio por no haberte ajustado religiosamente a sus directrices?
Aquí empleó la frase que más me impactó:


"La gran tragedia es el conocimiento"

Tras escuchar esas palabras me sentí muy cerca de él. Es cierto, una vez que conoces, no puedes no conocer.

Para él, la imprescindible prevención pasa por una regulación que a día de hoy no existe. Los drones en USA pueden sobrevolar la planta 52 de un edificio donde se reúne un grupo de personas recogiendo información sin limitación alguna (parecía anécdota personal). Y un dron se compra desde 350$ y se controla desde un smartphone. Así estamos.

Hubo poco tiempo para preguntas, pero un señor cerca de mi le pidió que le explicara aquello de que el cerebro se encontraba en distintas partes del cuerpo (¡!) Yo creí que no había entendido bien, pero el asunto tenía más miga de lo que parecía y afecta a esa reverencia que sentimos por el cerebro. Damásio explica que, al contrario de lo que tendemos a pensar, el cerebro surgió porque nuestros órganos son en extremo complejos y la naturaleza necesitaba de una máquina de Big Data que gestionara competentemente sus necesidades y funciones. La ciencia que no acepte esto, fracasará, por eso la AI ha decepcionado hasta ahora, porque ha empezado desde arriba hacia abajo y no al revés: desde los órganos hacia el exterior- codazo DE mi compañero de asiento -. El estudio de las redes neuronales del cerebro ha demostrado que cuando nuestros ojos reciben información del exterior, la retina la transmite a la corteza y el cerebro la gestiona. Sin embargo, el número de vías que llegan desde el interior, a esa corteza, e intervienen en el proceso, es mucho más numeroso. El "mundo" exterior parece ser bastante menos relevante (pese a lo que podríamos pensar) que nuestro "mundo" interior, a la hora de gestionar la información.

Y se acabó con gran aplauso. Me atreví a acercarme al ver que algunas personas lo hacían, y le pregunté, con una torpeza que todavía me sonroja solo con recordarlo, la viabilidad de lo propuesto por Scalzi.
Mi inglés no es para presumir, pero en mi defensa diré que no es nada sencillo explicarle a alguien lo que es un "cerebroamigo", en dos frases y sin que haya oído hablar de Scalzi. Finalmente logré hacerme entender y para mi felicidad, respondió rotundamente: sí, creo factible la creación de ese tipo de tecnología.
A continuación, un señor le preguntó en castellano, y ante mi sorpresa le respondió en inglés, con una sonrisa comentó que aunque no habla español, lo entendía. Bueno, eso y la foto que me hicieron con él. Nunca deis nada por supuesto. Revisad siempre que le han dado a la opción "guardar" y que vuestro interlocutor no os entiende antes de lamentaros.

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