Hoy he comprado un periódico de papel. No era un titular destacado, pero la noticia ha saltado a mis ojos. A estas alturas no tengo muy claro si se ha desmentido, si ha sido una mala interpretación de los medios o realmente la difusión ha hecho que semejante despropósito se detenga.
A continuación he leído otra noticia que podríamos calificar como "buena" y es que hoy un
emir ha perdonado a una mujer por haber sido violada. No, no es una broma de mal gusto,
Marte Deborah Dalelv ha tenido suerte, posiblemente porque antes tuvo más suerte aún y nació en Noruega.
En casa y fuera. En gran parte del mundo parece que no hay sitio para las mujeres, o sí, siempre y cuando acepten las sobras de los derechos que se les caen a los hombres.
Pero espera, esto no es así, es peor.
A la cabeza de nuestro ministerio de sanidad hay una mujer, y no hace mucho saltó a la prensa la noticia de que la sanidad pública dejará fuera de los servicios de reproducción asistida a mujeres solas y lesbianas. Sí, parece que la cosa no irá muy lejos por aquello de las competencias transferidas a las CCAA pero queda claro dónde están las prioridades a la hora de recortar. Los prejuicios se escapan por las costuras de un traje barato y posiblemente incómodo que algunos se han puesto o se han tenido que poner.
No creo que sea la intención, o al menos la intención consciente, pero lo que esa limitación dice bien claro es que los "normales", los "prioritarios", son aquellas parejas formadas por hombre y mujer que no pueden tener hijos y luego, si sobra, que vayan las demás. Como en todo en la vida, hay quien viaja en primera y quien lo hace en turista. La sinvergonzonería radica en que es muy posible que los pasajeros de turista paguen tanto como los de primera y encima el sueldo del revisor.
Pues eso, sin un hombre a tu lado, sigues sin tener los derechos completos, ¡a ver si nos enteramos mujeres!
Lo de la nueva estadística del maltrato me parece tan grave que no puedo creerlo. No acabes con el problema, siléncialo, y de paso humilla un poco más a aquellas que ya han sido humilladas, diciéndoles que lo suyo no es tan relevante como para engrosar las cifras de la vergüenza.
Pero podemos darnos con un canto en los dientes, porque si viviésemos, por ejemplo, en Dubai, y tuviéramos la desgracia de ser violadas tendríamos 3 alternativas: callar y procurar que nadie se entere, dar con un violador loco que decidiera autoinculparse o lograr que en el momento de la violación hubiese 4 hombres musulmanes observando y convencerles de la necesidad de declarar a tu favor.
Si no eligiésemos alguna de estas tres opciones y en un rapto de locura lo denunciásemos, te llevarías la violación puesta, una bonita condena de cárcel por mentirosa y puta (mantener relaciones fuera del matrimonio) amén de los siempre edificantes comentarios de los que se suponen tus protectores, la policía ("¿Has venido aquí porque no te gustó?").
Atroz, atroz de principio a fin, en la letra y en el espíritu. La dignidad de la mujer no vale absolutamente nada, y el hecho de que tengan que ser cuatro varones musulmanes los valedores, demuestra que por principio, la mujer miente, y por tanto otras mujeres mentirían también, falta poner por escrito: está en su naturaleza.
Putas y mentirosas en unos casos que nos parecen lejanos. De segunda categoría en otros, aquí mismo.
A todos ellos (y a todos los que serán como ellos) los parió una mujer y es muy probable que les cubriese de cuidados y besos aunque no tuviese un varón a su lado que la ayudase a hacerlo.