Me ha reconocido, lo sé, estoy segura. Algo en su interior ha ocurrido y una enorme sonrisa se ha formado en sus labios. Hemos bailado y ha erguido su cabeza en respuesta a mi petición. Un leve movimiento de caderas. Jolgorio y celebración.
Me ha reconocido porque en pleno abrazo para sentarla despacito en su sillón, un gesto espontáneo me ha pillado por sorpresa y emocionado hasta las lágrimas.
Ya que estábamos abrazadas ¡qué mejor que besarnos! Y me ha llenado cara y brazos de besos.
Me ha reconocido. Y menudo momentazo me ha regalado.
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