Twitter no es lugar para conversaciones, pero está lleno de buenos comienzos. Es la conversación en potencia, breves frases que insinúan argumentos, la posibilidad de tener la suerte de que nadie te saque de tu error o de tu acierto.
Hoy se ha producido un cruce de mensajes que más que aclarar, llenaban la cabeza de pensamientos confusos, de respuestas a razonamientos no verbalizados, así:
@javiermolto sólo es mejor creer si te hace mejor ser humano. Lo demás es completamente irrelevante.
— Elena Alfaro (@ElnAlfaro) July 28, 2013
Hablo desde un entorno cultural cristiano, solo por accidente de nacimiento en un lugar y momento determinados, podrían haber sido otros, pero no lo han sido.
Pensaba cuando respondí, en una persona profundamente buena, que me confió preocupada: a veces necesito ver el rostro de Jesús reflejado en otras personas para poder acercarme a ellas sin sentir rechazo.
Esa revelación me dejó absolutamente perpleja.
Mi forma natural de razonar era la contraria. Veía el sentimiento religioso como un lugar donde depositar una serie de inquietudes, nunca un punto de partida.
Supongo que por eso hay personas que deciden vivir más o menos conforme a una religión o filosofía y hay otras que nacen con ella puesta.
No es miedo o no sólo, o no siempre. Es necesidad de ir más allá de la racionalidad. Una razón a veces tan amarga, tan exigente, que requiere estar completamente exhausta o se vuelve contra ti. Una especie de venganza personal, de cura de humildad.
No, ni siquiera tú, lo sabes todo. Y si es así, entonces puedo sobrellevar lo inexplicable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario