lunes, 14 de diciembre de 2015

Ni feminazi, ni heteropatriarcado.

Esta campaña electoral está sacando lo mejor de cada casa y aunque puede ser culpa mía por meterme en todos los charcos, el caso es que tratar de mantener una postura abierta a los matices se me empieza a antojar una misión imposible: cuando te quieres dar cuenta alguien te demuestra cuánto le ofendes utilizando sus mejores insultos.

Nunca me he considerado feminista, no porque no lo sea, sino porque no me lo he preguntado hasta hace bien poco.
Esta mañana de camino al cole sonaba "What a feeling" . Sin ser muy consciente de ello he subido el volumen y me he puesto a cantar desaforadamente. Mis hijas bailoteaban en sus asientos mirándome divertidas. Al terminar la canción se ha producido la pregunta inevitable: "mamá, ¿esa canción es de cuando tú eras pequeña?"
Desde que supo que yo veía la tele en blanco y negro, mi hija menor piensa que soy un ser fascinante, algo así como una pieza de museo. Les expliqué que era la banda sonora de una peli muy taquillera, la historia de una chica que quería ser bailarina y que mientras lo lograba trabajaba en la construcción como soldadora. Esa canción era el baile de la prueba final y "Flashdance" el título de la película. Desde mis ojos de adolescente me parecía 'lo más'. Quién sabe lo que vería hoy.
La cuestión es que la mayor dijo saber lo que era un "flashmob". Aproveché su error para pedirle que me lo explicara y sí, lo sabía. Entonces les comenté que yo había participado en uno. De pronto la madre dinosaurio se convirtió en motivo de orgullo y como el brazo de la adolescente se enlazó al mío, aproveché para alargar ese precioso (escaso) momento contándoselo.

Nunca me he considerado feminista, tengo dos hijas y algo absolutamente claro: serán lo que quieran ser y se pondrán el mundo por montera. A sí que sí, supongo, que eso me convierte en feminista.

Creo que la discriminación positiva es necesaria cuando las reglas no son neutrales y las trabas y dificultades para crecer no son las mismas. Creo que las cuotas son una buena idea y que para lograr el objetivo de acercar posiciones de partida, han de ser temporales. Creo que la palabra "feminazi" es un insulto despreciable e impropio de seres inteligentes. Creo que culpar de todo al "heteropatriarcado" es una filosofía de vida, no un argumento válido. Creo que en España hay muchos machistas, pero también que su caladero potencial se va reduciendo. Creo que 1 sola mujer muerta a manos de un hombre por ser mujer y creerla suya ya es demasiado, pero también sé que nuestra sociedad lo está haciendo mejor que otras y que hemos de perseverar en el camino emprendido.
Creo que he de enseñar a mis hijas a ver las señales de peligro y no pienso que eso sea machista. Creo (me gusta pensar) que me darían la primera bofetada pero no me encontrarían para darme la segunda, pero sé que hay que verse en esa piel, para entender por qué te quedas junto al que no te quiere, así que cualquier medida de apoyo para acabar y denunciar ese infierno, es poco. Sé también que acabaría en el cuartelillo si presenciara una situación así.

Lo bueno es que el debate está en la calle. Lo malo es que hay dos polos que lo están monopolizando. O bien te acusan de ser feminazi o bien te adscriben al heteropatriarcado.

Quizá es que estoy en transición, o que me da la risa cuando un hombre se cree mejor que yo. Quizá es que tuve la suerte de no necesitar preguntarme si soy feminista porque otras, antes, hicieron lo más difícil y por eso veo extraño y artificial un partido político, debate o mesa redonda donde escaseen las mujeres. Quizá es que no soporto que se juzgue la valía de una mujer por su estatura o el tamaño de su pecho. A lo mejor es que soy rara, porque no me importa que la mujer juzgada sea machista o feminista, de izquierdas o derechas, me ofende igual. Debe ser que soy, como me han dicho recientemente, la srta Rottenmeier del feminismo, por lo en serio que me lo tomo.

Addenda:
España fue pionera con el matrimonio igualitario y la posibilidad de adopción. Tenemos índices de respeto a las distintas opciones sexuales que pueden llenarnos de orgullo y nos convierten en una sociedad avanzada y tolerante como pocas. Es un buen equipaje para repetir éxito en asuntos de igualdad entre hombre y mujer.

2 comentarios:

  1. Quizá podrías leer "el acoso moral" de Marie France Hirigoyen para que la frase en negrita no fuera lo más destacado de tu post.
    Los seres humanos tendemos a clasificar y categorizar para entender el ambiente que nos rodea, de ahí tanta necesidad de poner nombres a todo, pero como tú planteas, seamos en respeto y no será necesario ceñirnos a etiquetarnos.

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  2. Muchas gracias por la sugerencia Lole, no conocía el libro. Lo apunto.
    Está destacada la frase por dos motivos, el primero porque pensaba enlazarla al post del flashmob (`ponte un trozo de su piel´) y la segunda porque para el que nunca ha sufrido acoso, la actitud de permanecer es muchas veces difícil de entender.
    En este post he vertido frases e ideas que he escuchado en discusiones varias con cierta frecuencia.
    Creo que es muy fácil caer en la tentación de pensar que los demás deberían actuar como nosotros lo hacemos y si no es así o se merecen lo que les pase, o actúan erróneamente.
    Parece algo trivial, pero es de las cosas que he aprendido con el tiempo, una de las que más me ha sorprendido. Desde exigir que las personas que reciben ayudas del estado o particulares gasten ese dinero "bien" (como consideramos nosotros que ha de emplearse) para ser dignos de recibirlo, hasta mujeres que piden un carné determinado antes de defender a otra mujer.
    Y esas actitudes siempre me han inquietado mucho, porque hacen daño a las causas que dicen defender. Porque, creo, expulsan los matices y utilizan causas universales para intereses mucho más particulares. Porque convierten al que discrepa en "malvado" e impiden el debate sosegado desde la buena fe.
    Yo era contraria, por ejemplo, a las cuotas obligatorias no hace mucho. Era de las que creía que eso era paternalismo. Cuando te muestran que no es cuestión de ser más chula que nadie y "no necesito que me ayudes, ya me lo gano solita" sino de sesgo y patrones que se reproducen una vez tras otra, cuando los datos que aporta por ejemplo Conde-Ruiz, te hacen ver que mientras no se interrumpa el círculo vicioso es difícil que se inicie el virtuoso (de ahí la temporalidad de esa medida ciertamente un tanto "injusta") te replanteas muchas cosas. Ese debate sosegado en el que se aprende, es muy difícil que exista cuando nos dirigimos al otro con etiquetas.
    Vaya respuesta más larga me ha salido, disculpa el rollo. Gracias de nuevo por la referencia.
    Un saludo

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