sábado, 14 de noviembre de 2015

A los valientes.

Anoche me quedé dormida pegada al móvil, eran ya 30 los asesinados. A esta hora son 128 y tantos heridos, que la horrorosa cifra seguirá subiendo.
En mi cabeza el año 2004, Madrid.


Desde anoche, sin interrupción, se han vertido todo tipo de opiniones sacando a relucir la vanidad, el ego desmesurado de algunos que con tal de demostrar su "profundo" conocimiento de algo, son incapaces de controlar su enorme boca en momentos en los que lo más deseable es guardar un prudente silencio.
Primero no hacer daño.

Voy a aplicarme a rajatabla lo expresado en 2004 por Antonio Muñoz Molina y por eso no toleraré que nadie diga en mi presencia cosas como:

"Yo, que soy xxxx [léase, francés, europeo, occidental, cristiano etc] [...] creo que en parte nos lo hemos buscado"

No discuto la ideología, no entro en ofuscaciones mentales mejor o peor intencionadas, no es nada de eso.
Me niego rotundamente a la apropiación del dolor de las víctimas y a lo que es más dezleznable, a su justificación.
"Nos lo hemos buscado" podría no ser más que una estupidez, pero cuando va precedido de la "auto-cualificación" como "sufriente", se convierte en otra cosa.
No, los muertos NO se lo han buscado, sus familias no se lo han buscado, sus amigos y vecinos, no se lo han buscado.

La bajeza incalificable de asumir un supuesto castigo en las carnes de otros, reivindicarse como víctima y reconocer que el castigo era esperado, cuando la única relación con el dolor sufrido es un pasaporte. 
"No, no me rozaré con nadie de quien tenga la sospecha de que se ha infectado con su cercanía". Así sea

Lo mejor de Europa, igual que lo más miserable, surge en momentos así de difíciles. Se ha soltado mucha basura y mucho miedo. Cuando veo las advertencias desde muchos y distintos lugares, a no criminalizar a todos los musulmanes, a proteger a los refugiados, a impedir que, otra vez, el terror les vuelva a castigar impidiendo que les permitamos escapar de él, me reconozco, reconozco los valores que defendemos los europeos. Tenemos miedo a que la barbarie nos convierta en bárbaros. Tememos que de tanto mirar al abismo éste nos trague un poco. Tenemos miedo de perdernos.

Y eso es lo único que debemos temer. Al terrorismo no. Es lo que le he respondido a mi hija adolescente cuando, al despertarse, me ha preguntado si teníamos que asustarnos en España. Lo mismo que ayer, hija, lo mismo que hace años: nada.
Es la única manera de combatirlos, negarles el derecho a aterrorizarnos.

Hace un rato se ha confirmado una noticia preocupante. El pasaporte sirio encontrado en el cuerpo de uno de los terroristas correspondería a alguien registrado como refugiado en Grecia en octubre.

Sí. Mierda.
Porque eso nos pondrá un poco más difícil la tarea de seguir siendo y defendiendo lo que somos y queremos ser. Habrá más frentes que combatir, pero mientras sigamos respondiendo así, demostramos que sigue viva nuestra conciencia. Somos fuertes, somos viejos en esto, no es tan sencillo destruir Europa.
Así que sí: mierda y #refugeeswelcome

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