lunes, 30 de noviembre de 2015

Elogio de la incertidumbre

Autor invitado: @Demostenes_av


De nuevo estamos en campaña electoral, y de nuevo unos y otros nos bombardean con medidas y promesas de todo tipo. Si usted, querido lector, no tiene decidido su voto aún, puede estar intentando comparar lo que dice cada candidato y buscar el que se acerque más a lo que usted quiere para España. El problema es que todos quieren lo mismo: Salir elegidos. Y siendo un poco menos cínicos, reducir el paro y la pobreza, mejorar la educación y hacer más eficientes y justas las instituciones públicas. Lo que cambia de unos a otros es el medio que proponen para conseguir esos fines. Eso y alguna cosilla más, pero de eso hablaremos en otra ocasión.

Puede que decidamos nuestro voto en función de la confianza que nos ofrece un candidato u otro, o su postura hacia temas puramente ideológicos como el aborto o la religión. Ahí hay poca duda. porque depende de lo que creamos que sea correcto o no. Pero si nuestras dudas son sobre temas complejos, técnicos y con varias opciones como la economía, ¿cómo puede uno elegir entre unas propuestas y otras cuál es la mejor, la que va a conseguir lo que queremos sin destruir otras cosas? Uno puede estar tentado de buscar la opinión de los expertos que saben más del tema, pero parece que estos expertos no se ponen de acuerdo entre ellos. Siempre hay alguna voz autorizada apoyando tal o cual propuesta. De hecho, igual ha oído en alguna ocasión que los expertos aciertan de media tanto como un chimpancé tirando un dardo. Vamos, que aciertan de vez en cuando por pura casualidad.

El caso es que lo de la tasa de aciertos de los “expertos” (con comillas) es cierto. Proviene de un estudio que realizó el doctor Philip Tetlock en Estados Unidos, recogiendo predicciones de académicos, analistas, tertulianos, etc. entre 1984 y 2004 sobre diversos temas. Y efectivamente el resultado fue descorazonador.

Sin embargo, entre los fallos generalizados, había un pequeño grupo de personas que si acertó significativamente más que el resto. Y esto hizo que el mismo investigador repitiera el experimento, pero esta vez con miles de voluntarios que no tenían ninguna preparación especial. De éstos, de nuevo muchos fallaban, pero unos cuantos si conseguían acertar a menudo qué iba a pasar dentro de unos meses en tal o cual situación, y comenzaron a aparecer características comunes. 

La más importante: ninguno era una persona dogmática. No solían hablar en términos absolutos de blanco y negro, sino en tonos de gris. Tenían opiniones preconcebidas, como todo el mundo, pero las revisaban una y otra para ver si estaban equivocados. Comparaban puntos de vista con otros, en particular con quienes no estaban de acuerdo con ellos, no para convencerlos de nada, sino para poder considerar todos los argumentos y  estar seguros de que sus propios prejuicios no les estaban jugando una mala pasada. Y por supuesto, no dudaban en cambiar de opinión si las pruebas les indicaban que era lo correcto. Estaban menos seguros de lo que creían que sabían, y esto les llevaba a ver el mundo más como es, para bien o para mal, y no como pensaban o les gustaría que fuera.

Lo cual nos lleva de nuevo a los “expertos”. Por desgracia, lo que la mayor parte de la gente demanda en un experto no son muchos aciertos en sus predicciones pasadas, sino que las haga con seguridad. Por lo general, pensamos que un experto que dude o que diga que el resultado puede ser uno u otro, en realidad no sabe de lo que habla, aunque se trate de si una moneda va a caer cara o cruz. Así que algunos de los “expertos” más conocidos en realidad son los que se apoyan más en sus prejuicios, y no precisamente el perfil que veíamos antes. Eso explica muchas cosas.


Teniendo esto en cuenta, y por el bien de todos, nos convendría crear una cultura de prudente escepticismo ante cualquier cosa que nos vendan como certezas absolutas, y a sentirnos más cómodos con distintos grados de probabilidad. A no huir de la incertidumbre, a asumir que podemos estar equivocados y que no pasa nada por rectificar. A no creernos todo a pies juntillas, sino dialogar, conversar y ver otros puntos de vista antes de decidir si algo es verdadero, falso, o sólo verdadero a medias; si está basado en algún tipo de prueba o si sólo es una elucubración teórica. A estar abierto a todo tipo de opciones, por muy peregrinas que puedan parecer, si hay una evidencia que las apoye. Mientras seamos nosotros quienes leemos a columnistas, escuchamos a tertulianos y analistas y votamos a los políticos, ellos no lo harán (¡no podrán!) si no se lo permitimos en primer lugar, y llegamos a exigir después.


Y ahora, querido lector, si ha llegado hasta aquí le recomiendo que salga corriendo a leer “El retorno de los chamanes” de Victor Lapuente. Yo llegué a él después de leer “Superforecasters”,  el libro de Tetlock sobre sus experimentos. Quizá, como a mí, algo le resulte familiar. 

jueves, 26 de noviembre de 2015

¿Por qué la buena fe es imprescindible para el debate?

Dije que quería una camiseta con este texto y la quiero de verdad.
El truco del "bullshitter" - el que practica el bullshit* -  según la definición de Nate Silver es el siguiente:
"responder con generalizaciones cuando se le interroga por detalles y polemizar sobre trivialidades cuando se cuestionan principios".

Así pues, un bullshitter no es un mentiroso, es otra cosa.
Para distinguirlo os invito a leer este estupendo post del que rescato una sentencia: "nunca digas una mentira si puedes abrirte paso a boñigazos".

¿Por qué tanta 'boñiga de toro'?
Para responder, he de relataros lo que me sucedió el 12 de noviembre con motivo de la presentación del libro "Las cuentas y los cuentos de la independencia" de Josep Borrell y Joan Llorach en la Fundación Rafael Del Pino, y que podéis escuchar íntegra en el enlace.
Va a ser largo, lo aviso.

Allí estaba yo, como tantas otras veces, bloc de notas y móvil en ristre tratando de mantener el equilibro entre anotaciones para un post, tuitear, hacer fotos que luego me servirían de documentación y no perder el hilo de la charla.
No había leído el libro, de hecho lo compré allí esa misma tarde, y como es mi costumbre en estos casos, evitaba opinar sobre lo que escuchaba. Trataba de ceñirme exclusivamente a lo que me parecía interesante y lo tuiteaba. Si tenéis curiosidad haced la búsqueda en twitter con el hashtag #CuentasyCuentos.
Vuelvo a repetirlo: no había leído el libro. Es relevante para entender lo que vendrá a continuación.

Primer tuit significativo:  me hice eco de un comentario del sr Llorach

y para mi sorpresa recibí varias notificaciones, produciéndose este diálogo:

Entre el primer y segundo mensaje pasaron varios minutos. Aunque se me complicaba la logística, al reconocer el nombre  de la persona citada por el sr Llorach, decidí contestar educadamente. Su respuesta me desconcertó.
¿Por qué este señor me preguntaba a mi (¡) sobre una cita que yo no había mencionado, que Llorach no había mencionado y que ni siquiera sabía si existía [véase el vídeo min 21:15 donde alude a "libros y artículos"]?
¿A mi, que ni le conozco, ni le sigo, ni le he mencionado, ni tengo más que cultura general sobre balanzas fiscales?

Al finalizar la presentación y mientras caminaba por la Castellana, respondí con mi mejor intención:

Podría ser más aséptica y no explicar más, pero es cierto que lo hice con el mejor ánimo, el que tienes cuando crees que el entendimiento es una opción, que basta con esforzarse por disipar fantasmas y aclarar embrollos.
¿Por qué tenía esa sensación? Porque pienso que la racionalidad triunfa sobre las pasiones con más frecuencia de lo que pensamos, y porque había escuchado al menos dos cosas que me daban esperanza.
La primera de ellas se derivaba del hecho de que la presentación utilizaría gran parte de material en catalán. En tono pícaro, Llorach nos amenazó con 'una clase de catalán encubierta', a lo que Borrell apostilló un 'y no viene mal' [min 5.34]. Aplaudí el detalle, conmigo predicaban a una conversa que estaría encantada de aprender gallego. Una conversa que cree que es buena cosa conocer las lenguas que se hablan en tu país.
La segunda fue una respuesta al público. Llorach responde que la esperanza de salir de la situación actual radica en que muchos catalanes descubran que España y la UE representan un campo de oportunidades para ellos y que por lo tanto, no tiene sentido provocar fricciones [min 1:12 en adelante]. Borrell discrepó. Veía ese proceso demasiado largo, e insistió en dar pasos ya, como por ejemplo, reconocer los elementos de agravio que tienen razón de ser para corregirlos. Se mostró convencido de que dichas modificaciones se podían llevar a cabo sin grandes cambios constitucionales.

Con ese espíritu invitaba yo al sr Bel a dejarme tranquila a mi y a dirigirse a quien podía y debía responderle. Aprovechaba para animarle a un debate en el que él pudiera deshacer sus dudas sobre la NOcita de marras de la que yo no tenía ni pajolera idea y todos pudiéramos aprender algo.
En definitiva, un debate de buena fe entre personas informadas, que sirviera  para revisar el sistema de financiación español, muy injusto con unos y otros, y mejorarlo evitando que los problemas que son resolubles se conviertan en agravios enconados y divisiones.
Pero él insistía:



No iba a rendirse, así que en cuanto llegué a casa abrí el libro y en pocos minutos encontré el texto que hacía referencia al 8% y -  como debo de ser medio pava -  se lo envié a quien creí que debatía de buena fe:
IMAGEN A
[A continuación adjunto la parte inferior de la hoja 95 del libro de Borrell y Llorach ampliada, para facilitar la lectura de las últimas líneas y el pie de página]

A partir de ese momento supe que ese señor me estaba utilizando.
El libro al que alude es 'Anatomía de un desencuentro'. Su libro naturalmente, citado a pie de página en la imagen que yo le había facilitado. No entendía nada. ¿Cómo demonios iba a tener yo su libro? No, claro que no lo tenía, pero no parecía importante porque él me facilitaría las imágenes pero antes sembraría la duda: ¿creía posible encontrar esas palabras exactas en su libro?


"El 8% de défict CAT es único en el mundo", me pedía que buscara. Decía que lo había reproducido yo, (efectivamente, en el tuit reflejando lo que había escuchado a Llorach), pero NO era lo que decía el libro.

No terminaba de ver por qué señalaba que estaba repetida en el libro. No lo estaba, al menos no literalmente, aunque bueno, más o menos podía significar lo mismo.

Antes dije que debía de ser medio pava, solo medio. La otra parte de mi ya estaba un poco cansada de que jugaran con ella a acertijos para atacar a un tercero y se había puesto a "googlear" (buscar en Google) la frase del libro de Borrell y Llorach con los términos: "Bel, déficit, Cataluña, 8, mundo".


Voilá!

Google arrojó numerosas entradas reflejando un intenso debate entre el sr Bel y el sr De La Fuente, en diversos artículos reproducidos en el blog Nada es gratis y en el periódico El País.
Quedaba claro que el sr De La Fuente también había interpretado que el sr Bel opinaba que el déficit de Cataluña era realmente espectacular y singular, de hecho, "no tenía parangón en el mundo".
Cuando leí el currículo del sr De La Fuente, supe que mi tuit era correcto, mucha gente y muy seria interpretaban en el mismo sentido lo que el sr Bel pensaba sobre el déficit catalán.
No tenía el libro del sr Bel para comprobar si las palabras citadas por Borrell y Llorach eran exactas, pero dada la insistencia y los acertijos, sabía que pasaba algo.
Busqué el artículo al que respondía el sr De la Fuente, un artículo publicado en  La Vanguardia el 25 de septiembre de 2012,  titulado "Balanzas y Cisnes negros" y firmado por Germá Bel.


[Adjunto captura de pantalla y no enlace, ya que al menos durante dos días, caffereggio.net no funciona. Da igual, el propio sr Bel se autocita en su artículo de respuesta al sr De La Fuente días después aquí.]

¿Dónde estaba el problema entonces? ¿Dónde la trampa que me tendía el sr Bel? La única posibilidad era que la cita recogida en el libro del sr Borrell y Llorach no fuera exacta, y dado que según se aprecia en la foto, hay unos corchetes con puntos suspensivos [...] podía ser que faltara alguna palabra o idea clave.
No podía saberlo ni iba a pelearlo, su párrafo de La Vanguardia me parecía contundente.

"ha devenido sabiduría convencional en Catalunya: que el déficit de Baleares y Catalunya (y Madrid según el método del beneficio) no tiene parangón en el mundo desarrollado".
Así que le respondí y le adjunté la imagen de sus propias palabras en 2012 






Bueno, "único" de unicidad no, pero único de extraordinario, sí. ¡Sin parangón, nada menos!
Subió las fotos de su libro (pag 167 y 168) y pude comprobar que la diferencia entre sus palabras y las reflejadas en el libro de Borrell y Llorach corresponde a una parte intermedia omitida en un párrafo larguísimo.
En mi opinión esa omisión no cambiaba el sentido general, ni modificaba la interpretación, pero en la suya sí.

Y así siguió la cosa. Añadió que no era su intención ofenderme, que solo quería que descubriera por mi misma las cosas e insistió que su cita estaba manipulada.
A estas alturas de la conversación, que el párrafo citado fuera más largo y mencionase otras comunidades no me parecía crucial, no después de haber leído el artículo de La Vanguardia, porque la charla de los señores Borrell y Llorach, no se limitaba a un escrito concreto de una persona concreta, sino que se describía un proceso en el cual una serie de medias verdades, afirmaciones erróneas o, cuando menos, muy discutibles, habían contribuido a generar esa "sabiduría convencional" que había dado soporte argumental al sentimiento de agravio. Y que el hecho de que ese tipo de afirmaciones no se hubiesen desmentido, discutido y argumentado en su día, eran en gran parte, causa de la situación que ahora vivimos. Y sobre todo, que estábamos a tiempo de arreglar los desarreglos, lealmente, discutiendo datos ciertos, mejorando el sistema.
Eso era para mi lo relevante. Pero el sr Bel quería hablar de su cita.

Ahora, si aún queda alguien leyendo este caos de post, seguramente se preguntará: ¿por qué, tras tantas imágenes, no nos muestra las fotos del libro del sr Bel, para que podamos juzgar si la cita está manipulada o no?
No lo hago porque no es necesario. Alguien lo ha hecho por mi.
La noche de la conversación que he transcrito (no están todos los tuits, a veces no respondíamos en el mismo hilo y es un auténtico infierno ordenarlos temporalmente) hice pantallazos por si acaso.
Leí sobre el bullshit, encontré el ensayo de Harry Frankfurt y concluí, que esa conversación había sido puro bullshit. Pensé en escribir sobre ello, pero pasaron los días y lo dejé correr. No tenía ninguna gana de meterme en semejante fregado con alguien tan perseverante, tan poco elegante al argumentar y con tantos seguidores convencidos, además, se había disculpado y yo soy medio pava y se me gana fácil.
Pero DOCE días después (¡) comienzo a recibir notificaciones en Twitter de personas que retuitean y comentan algunos de los tuits de arriba. Inexplicable.
No.
El sr Bel ya tenía quien defendiera su cita y la supuesta manipulación.
¡ Lean, lean El Mòn ! 


Lean cosas como:

"Pero un tuit de una de las asistentes, inicialmente favorable a las tesis de Borrell, puso en evidencia la mentira".

Ésa soy yo. La asistente "inicialmente favorable" que evidencio ¡la mentira!

¿Y cómo sabe eso la periodista?
Si solo había leído mis tuits sobre la presentación, no creo que pudiera afirmarlo ni desmentirlo, ya que únicamente me limitaba a transmitir lo dicho por otros.

Si había leído la conversación completa con el sr Bel y ello le había llevado a formarse esa idea de mi predisposición:
¿por qué dice "inicialmente"? ¿Tal vez porque resultaría más dramático que, creyéndome de "pe a pa" las palabras de Llorach (no de Borrell, no insistan) descubriera solita el engaño?
¿Por qué elige única y exclusivamente el tuit que he etiquetado como IMAGEN A?
¿Por qué, si tanto le indigna que "manipulen", no hace ninguna alusión al artículo de La vanguardia que hasta en dos ocasiones enlacé y fotografié en la misma conversación y que mostraba que la idea del déficit sin parangón ya había sido difundida y discutida por el propio sr Bel en el año 2012?

¿Por qué la foto que utiliza para ilustrar el libro de Borrell y Llorach se parece tantísimo a la mía ampliada, con la misma sombra, la misma curvatura de la línea a pie de página, tanto que no puedo evitar pensar que se le ha olvidado pedir permiso o mencionarme?
¿Tal vez no sea mi fotografía, pero si lo fuera, no estaría saltándose una de esas "Reglas de oro" de los periodistas?
¿Por qué solo habla de Borrell cuando el tuit "delator" alude exclusivamente a Llorach?
Y por pura curiosidad, ¿por qué todo el mundo usa la misma expresión "regla de oro"?
[Aclaración:  lo de la foto es una trola, soy muy fan del CC y por mi puede utilizar la foto cuanto guste, pero no me manipule señora periodista.]

Mi respuesta hasta el momento se ha limitado a esto:

La periodista también respondió diciendo algo parecido a que ella "no acosaba". No lo entendí muy bien en su momento, pero ya no encuentro los tuits en el hilo (?)
El sr Bel volvió a persuadirme de su falta de elegancia a la hora de debatir. Una vez es casualidad, dos correlaciona, a la tercera tendré que pensar que es tendencia.

*No confundir con el término 'bullying'

Aviso a navegantes.
Nunca bloqueo, ni exijo registro para comentar, pero en este caso tengo que hacer una excepción: soy como Jewel y me gustaría seguir siéndolo, así pues ya seas anti-independencia o pro-independencia, si lo que tienes que decir no es algo razonado y respetuoso, abstente. Lo borraré.
No debato con personas que no lo hacen de buena fe.

sábado, 14 de noviembre de 2015

A los valientes.

Anoche me quedé dormida pegada al móvil, eran ya 30 los asesinados. A esta hora son 128 y tantos heridos, que la horrorosa cifra seguirá subiendo.
En mi cabeza el año 2004, Madrid.


Desde anoche, sin interrupción, se han vertido todo tipo de opiniones sacando a relucir la vanidad, el ego desmesurado de algunos que con tal de demostrar su "profundo" conocimiento de algo, son incapaces de controlar su enorme boca en momentos en los que lo más deseable es guardar un prudente silencio.
Primero no hacer daño.

Voy a aplicarme a rajatabla lo expresado en 2004 por Antonio Muñoz Molina y por eso no toleraré que nadie diga en mi presencia cosas como:

"Yo, que soy xxxx [léase, francés, europeo, occidental, cristiano etc] [...] creo que en parte nos lo hemos buscado"

No discuto la ideología, no entro en ofuscaciones mentales mejor o peor intencionadas, no es nada de eso.
Me niego rotundamente a la apropiación del dolor de las víctimas y a lo que es más dezleznable, a su justificación.
"Nos lo hemos buscado" podría no ser más que una estupidez, pero cuando va precedido de la "auto-cualificación" como "sufriente", se convierte en otra cosa.
No, los muertos NO se lo han buscado, sus familias no se lo han buscado, sus amigos y vecinos, no se lo han buscado.

La bajeza incalificable de asumir un supuesto castigo en las carnes de otros, reivindicarse como víctima y reconocer que el castigo era esperado, cuando la única relación con el dolor sufrido es un pasaporte. 
"No, no me rozaré con nadie de quien tenga la sospecha de que se ha infectado con su cercanía". Así sea

Lo mejor de Europa, igual que lo más miserable, surge en momentos así de difíciles. Se ha soltado mucha basura y mucho miedo. Cuando veo las advertencias desde muchos y distintos lugares, a no criminalizar a todos los musulmanes, a proteger a los refugiados, a impedir que, otra vez, el terror les vuelva a castigar impidiendo que les permitamos escapar de él, me reconozco, reconozco los valores que defendemos los europeos. Tenemos miedo a que la barbarie nos convierta en bárbaros. Tememos que de tanto mirar al abismo éste nos trague un poco. Tenemos miedo de perdernos.

Y eso es lo único que debemos temer. Al terrorismo no. Es lo que le he respondido a mi hija adolescente cuando, al despertarse, me ha preguntado si teníamos que asustarnos en España. Lo mismo que ayer, hija, lo mismo que hace años: nada.
Es la única manera de combatirlos, negarles el derecho a aterrorizarnos.

Hace un rato se ha confirmado una noticia preocupante. El pasaporte sirio encontrado en el cuerpo de uno de los terroristas correspondería a alguien registrado como refugiado en Grecia en octubre.

Sí. Mierda.
Porque eso nos pondrá un poco más difícil la tarea de seguir siendo y defendiendo lo que somos y queremos ser. Habrá más frentes que combatir, pero mientras sigamos respondiendo así, demostramos que sigue viva nuestra conciencia. Somos fuertes, somos viejos en esto, no es tan sencillo destruir Europa.
Así que sí: mierda y #refugeeswelcome

martes, 3 de noviembre de 2015

Me acercaré a tu mesa, te preguntaré si bailas.

Un ligero golpe en mi teléfono móvil me hizo levantar la vista. Vi su espalda. Chaqueta azul marino, pantalón oscuro y cabello cobrizo. Apenas entreví su perfil a menos de 30 centímetros de mis ojos, pero creo que rondaría los cincuentaymuchos. Maquillada. Una mujer guapa.
Hora punta en el metro, como aquella canción de "Mamá". En la calle chispeaba y dentro nos apretujábamos personas, abrigos, bolsas y paraguas. Iba a volver a concentrarme en mi lectura, cuando un cambio en su expresión me retuvo. Apenas me di cuenta que la miraba fijamente, tan cerca que veía perfectamente dibujadas las arrugas en torno a sus ojos, los pequeños restos de rímel en las pestañas, no podía dejar de mirarla. Sonrió, pero no a mi.
A mi derecha sentí movimiento de personas, alguien se abría paso hasta nosotras. Entonces apareció él. Yo continuaba hipnotizada, no era consciente de mi descaro, la cara de esa mujer se había transformado y yo no podía dejar de mirar. Daba igual, ella no me veía, no creo que viese a nadie, ni creo que le importase. Él, cerca de los sesenta, chaqueta gris y bufanda. Se saludaron con dos besos en las mejillas y cuando lo hicieron se me erizó la piel. Hay muchas maneras de besarse y luego está "ésa" manera de besarse, entreteniéndose un poco más de lo necesario, acercándose un poco menos de lo imprescindible.
La mano de él en el pañuelo del cuello de ella ["Estás muy guapa hoy"], mientras lo colocaba despacio bajo la solapa de la chaqueta azul. Ella apenas musitaba y apenas le miraba.
Yo seguía la línea de sus ojos con la boca abierta.
Entonces se abrieron las puertas y de nuevo él movió su mano y la colocó sobre el hueco de su espalda.
La mujer se recostó en ella y se dejó acompañar. Salí tras ellos y esperé en el andén, viendo cómo se alejaban juntos.
Ojalá os dure. Ojalá os deseéis siempre tanto. Ojalá sea siempre tan bonito.