El día del debate de la PNL de libros de texto en el Congreso de los Diputados fue un día de furia. El post que escribí después -y que os he enlazado antes - supuso un esfuerzo de contención y racionalización de las emociones. Antes de publicarlo pedí opinión a varias personas, lo pesé y lo medí.
No me arrepiento.
Aquel día entre el debate y la votación, mientras esperaba en la acera frente a los leones andamiados, vi salir a un diputado que creí de CiU. Cuando estuvo a mi altura le pregunté: "disculpe, ¿es usted del grupo catalán?". Ante su afirmación resumí todo lo educadamente que fui capaz mi frustración por lo escuchado minutos antes: "Solo quería decirle que la intervención de su grupo me ha parecido impresentable". Sonrió y dijo: "Soy del PSC". Me disculpé y le pedí que si veía la ocasión, hiciera llegar mi mensaje a sus compañeros.
Desde que somos niños convivimos con ciertas actitudes en la escuela, en la universidad, en el trabajo, y - ¡cómo no! - en la vida pública. En definitiva, cada vez que tratamos con un grupo organizado de personas, existe el riesgo de toparte con ellas.
Me refiero a esa estrategia, a veces consciente a veces no, que consiste en dar las tortas destinadas al adversario, en la cara del inocente.
Hay cátedras que miden su prestigio por el número de suspensos. Las hay con ciertos remordimientos, que lo hacen solo en el número de matrículas o sobresalientes, da igual que un año sea excepcional y haya 5 alumnos que lo merezcan.
Hay asociaciones, representantes de "cosas", que creen que es bueno fastidiar a sus representados negándoles una victoria parcial, porque la causa merece el sacrificio.
Hay quien aplica a rajatabla aquello del pan y las rosas porque no pierden de vista quién se lleva el pan y quién las rosas. Siempre resultará rentable negarse a un acuerdo que renuncie a parte de las aspiraciones declaradas, si con ello se logra mantener la indignación en el punto justo de ebullición que te hace imprescindible.
Es un arte, hay que reconocerlo, cocinar el enfado, el odio y la indignación. No importa que la necesidad la pase otro. No importa que solo los convencidos y los creyentes estén dispuestos al sacrificio ritual. Ni siquiera es relevante que contravengas tus objetivos/intenciones/principios ,presentados negro sobre blanco a aquellos a los que te ofreciste como representante.
No ha de ser fácil ese tipo de cocina. Subir la presión en la olla, mantener la válvula abierta solo lo necesario para que no explote pero siga siendo disuasoria. Permitir la salida del vapor cuando conviene, volver a cerrarla. Una y otra vez: no hay épica en el consenso y la cesión.
Ésa es la gestión que hacemos de las emociones públicas.
Algún día, la justicia ponderada por la compasión y la fraternidad fortalecida por la evidencia, serán las estrellas en el firmamento de emociones útiles para la organización de los grupos humanos, ya sean naciones, sindicatos, grupos políticos o juntas de vecinos. Hoy por hoy, el enfrentamiento innecesario y las ruindades siguen siendo mucho más rentables.
Un ejemplo más de este tipo de cocina aparece en la imagen que ilustra este post: la web govern.cat
Arriba a la derecha se muestran los idiomas disponibles: EN (inglés).
¿A quién se supone que defienden cuando deciden descartar la opción ESP o incluso OC (occitano aranés)? ¿Qué ciudadano catalán o no, se puede beneficiar lo más mínimo de semejante actitud?
La respuesta es sencilla: ninguno.
A los catalanes que leen habitualmente en catalán les dará lo mismo y los que prefieran hacerlo en castellano sentirán coartada su libertad. Los británicos, eso sí, ni se darán cuenta. Ellos siguen teniendo una posibilidad que a los propios catalanes les niega su govern: leer la web en su idioma materno.
Tal vez, como dije hace un rato en twitter, hay algo que se me escapa y resulta que los angloparlantes pagan sus impuestos en Cataluña y los castellano-parlantes no. O tal vez es que la concordia, la tolerancia y la riqueza cultural no dan suficientes réditos y no lo suficientemente rápido.
Hay que volver a gestionar la indignación, el enfado, la exclusión. ¡Los agravios! Ya bajaremos la presión cuando convenga.
Ponga usted la cara ciudadano, vamos a abofetearlo por el bien de la causa.
domingo, 18 de octubre de 2015
martes, 13 de octubre de 2015
Señas de Identidad
Autor invitado: Enrique Utrilla
Tras la resaca del 12 de Octubre, me gustaría hablar sobre las señas de identidad. No voy a hablar de los actos del Día de la Hispanidad. No porque me parezca mal personalmente, sino porque ya se ha dicho y escrito más que suficiente y es un tema que puede resultar demasiado polarizante, y no quiero distraernos con respecto a otro caso que me toca más de cerca.
Resulta que el que escribe esto es natural de Zaragoza. Hace ya casi 15 años que por motivos laborales no resido en la que, a pesar de todo, sigo considerando mi casa, donde vive la mayor parte de mi familia y de mis amigos de toda la vida. Y resulta que el mismo día 12 de Octubre, también se celebra la Virgen del Pilar. El día de mi ciudad.
El acto más representativo es sin duda la Ofrenda de Flores a la Virgen del Pilar, posiblemente una de las mayores señas de identidad de los zaragozanos. Hay cientos de miles de personas que participan directamente, con el sacrificio que para algunos implica pegarse un madrugón considerable, sobre todo para aquellos que acuden desde otros pueblos de todo Aragón. Todavía de noche, y tras largos preparativos, se atavían con los trajes típicos de su comarca o de su localidad (no siempre muy cómodos) y se dirigen a los puntos de reunión fijados por la organización preparados para desfilar durante largas horas esperando su turno para entregar finalmente sus flores a los operarios que las depositarán bajo la imagen de la Virgen. Durante el trayecto, no faltan pausas para demostraciones de diversos bailes regionales. Otros muchos, tanto zaragozanos como turistas venidos de fuera, participan como público viendo a los oferentes pasar por el Paseo de la Independencia y la Calle de Alfonso I rumbo a la Plaza del Pilar. No es el único acto emblemático. Mientras escribo esto, la mañana del 13 de Octubre, y con permiso de la lluvia, se estará realizando la similar pero menos conocida y multitudinaria Ofrenda de Frutos, y esta noche al caer el sol tendrá lugar el Rosario de Cristal, una bella procesión de pasos realizados con vidrieras e iluminados desde dentro.
Como digo, todos los años hay centenares de miles de asistentes, en una ciudad que no llega a 700.000 habitantes. Otros muchos lo siguen por televisión, o se conforman con ver el resultado de las flores al pie de la Virgen durante los días siguientes. Pero creo que para casi todos los zaragozanos, sea cual sea su grado de implicación, si nos faltara el Día del Pilar nos faltaría “algo”. Este ha sido el primer año que por motivos de salud me ha sido imposible pasar el 12 de Octubre en Zaragoza, y puedo asegurar que lo he echado de menos. Pero con la distancia, viendo las polémicas con otras celebraciones de señas de identidad, no he podido más que sentirme más orgulloso que nunca de las fiestas de mi ciudad.
Y esto es así porque no hay nada que se asocie más con Zaragoza que el Pilar. Pero eso no es causa de polémica alguna. Es una fiesta popular, inclusiva, en la que predominan las tradiciones aragonesas pero no son sólo permitidas, sino bienvenidas, esperadas, apreciadas y muy queridas las delegaciones de casas regionales de otras comunidades españolas y de otros países, en particular iberoamericanos, cada cual ataviadas a su manera. Mi prima, nacida y criada en Zaragoza pero de madre soriana y padre cordobés, acudió a la ofrenda no con traje de baturra -como sí lo hizo su hermana-, sino que eligió hacerlo vestida de andaluza, que también forma parte de sus raíces. Y bien guapa que estaba.
Nadie interpreta eso como una dilución de la identidad aragonesa, porque esa identidad no está en ir vestido de una forma u otra, o demostrar que se es mas maño o maña que nadie, sino en el sentido de comunidad, de participar en el mismo acto por el evento en si. No se trata de ir disfrazado de lo que sea, sino de respetuosamente mostrar las tradiciones propias de cada cual. Los oferentes acuden individualmente o por grupos, por pueblos, por asociaciones, pero sin más reivindicaciones que participar con todos los demás, no iguales, sino compartiendo un mismo espíritu. El alcalde y los concejales de la ciudad, tradicionalmente, salen andando brevemente del ayuntamiento situado en la propia Plaza del Pilar, hacen su ofrenda institucional, y se retiran para que continúe la fiesta popular. El origen de la fiesta es evidentemente religioso, pero la devoción a la Virgen del Pilar es un factor importante para algunos e inexistente para otros, y a nadie le importa. El ambiente, a pesar de las incomodidades, las aglomeraciones y las esperas, es festivo y cordial entre todos. Y eso es lo importante de las señas de identidad. Algo que une como comunidad, algo en común con tus vecinos, aunque sea en la distancia, pero que no implica excluir a nadie. El Pilar no es el día de Zaragoza, sino el de Zaragoza y todos los que se quieran sumar como amigos y hermanos.
Sí, soy de Zaragoza. No tengo "ocho apellidos aragoneses" precisamente, pero es donde nací y crecí. Es mi tierra. Aunque lo digo con orgullo, eso no me hace ni mejor ni peor que nadie, sólo me hace de allí, con lo bueno y lo malo. Y me gusta celebrar ese pequeño hecho, que por trivial que pueda ser en realidad para mi es importante, más aún si puedo hacerlo con cualquiera que quiera venir a mi ciudad y unirse alegremente a ello, sea de donde sea. Por fortuna, no es un caso aislado, y me he sentido igual de bien acogido en las fiestas patronales de otros muchos sitios, pero el caso de la Ofrenda, con su exhibición de tradiciones diversas, es quizá un ejemplo paradigmático de esa unión y respeto en la diversidad.
Cualquier otra cosa no es una seña de identidad. Es poner barreras, limites, diferencias. Que cada cual haga lo que quiera. Yo me quedo con mi Ofrenda de Flores.
Nadie interpreta eso como una dilución de la identidad aragonesa, porque esa identidad no está en ir vestido de una forma u otra, o demostrar que se es mas maño o maña que nadie, sino en el sentido de comunidad, de participar en el mismo acto por el evento en si. No se trata de ir disfrazado de lo que sea, sino de respetuosamente mostrar las tradiciones propias de cada cual. Los oferentes acuden individualmente o por grupos, por pueblos, por asociaciones, pero sin más reivindicaciones que participar con todos los demás, no iguales, sino compartiendo un mismo espíritu. El alcalde y los concejales de la ciudad, tradicionalmente, salen andando brevemente del ayuntamiento situado en la propia Plaza del Pilar, hacen su ofrenda institucional, y se retiran para que continúe la fiesta popular. El origen de la fiesta es evidentemente religioso, pero la devoción a la Virgen del Pilar es un factor importante para algunos e inexistente para otros, y a nadie le importa. El ambiente, a pesar de las incomodidades, las aglomeraciones y las esperas, es festivo y cordial entre todos. Y eso es lo importante de las señas de identidad. Algo que une como comunidad, algo en común con tus vecinos, aunque sea en la distancia, pero que no implica excluir a nadie. El Pilar no es el día de Zaragoza, sino el de Zaragoza y todos los que se quieran sumar como amigos y hermanos.
Sí, soy de Zaragoza. No tengo "ocho apellidos aragoneses" precisamente, pero es donde nací y crecí. Es mi tierra. Aunque lo digo con orgullo, eso no me hace ni mejor ni peor que nadie, sólo me hace de allí, con lo bueno y lo malo. Y me gusta celebrar ese pequeño hecho, que por trivial que pueda ser en realidad para mi es importante, más aún si puedo hacerlo con cualquiera que quiera venir a mi ciudad y unirse alegremente a ello, sea de donde sea. Por fortuna, no es un caso aislado, y me he sentido igual de bien acogido en las fiestas patronales de otros muchos sitios, pero el caso de la Ofrenda, con su exhibición de tradiciones diversas, es quizá un ejemplo paradigmático de esa unión y respeto en la diversidad.
Cualquier otra cosa no es una seña de identidad. Es poner barreras, limites, diferencias. Que cada cual haga lo que quiera. Yo me quedo con mi Ofrenda de Flores.
domingo, 11 de octubre de 2015
¡Código, niños y ... acción!
María Díez Blanco. Madrid 8/10/2015 |
Cuando tuve conocimiento del programa GEN10S que iba a poner en marcha Ayuda en Acción en colaboración con Google.org, me ilusioné de manera instantánea. Escribí un par de tuits a Alberto Casado - @AlbertoCasado8 - y a las pocas horas recibía su respuesta en forma de invitación a su oficina para poder conocer y preguntar todo lo que quisiera sobre su aplicación.
Pasé unas horas estupendas con María Díez Blanco de Comunicación y Campañas.
Era como estar en casa, a los pocos minutos de comenzar a hablar supimos que había muchas cosas que no era necesario explicar. No era necesario explicar, por ejemplo, que aprender código no era un lujo, ni una moda pasajera. Sabíamos, ambas, que la tecnología no era la única salvación del mundo, ni que los métodos tradicionales de enseñanza estuvieran obsoletos. Distinguíamos perfectamente la diferencia entre herramienta y objetivo. Sabíamos lo que costaban las cosas, y también que sin profesores formados y entusiastas, todo quedaba en buenas intenciones.
Predicaba a una conversa. Hace más de un año, - quizá porque las distintas conferencias a las que había acudido, los cursos y demás fuentes de información y formación, habían hecho su trabajo - ya pensaba esto:
Pasé unas horas estupendas con María Díez Blanco de Comunicación y Campañas.
Era como estar en casa, a los pocos minutos de comenzar a hablar supimos que había muchas cosas que no era necesario explicar. No era necesario explicar, por ejemplo, que aprender código no era un lujo, ni una moda pasajera. Sabíamos, ambas, que la tecnología no era la única salvación del mundo, ni que los métodos tradicionales de enseñanza estuvieran obsoletos. Distinguíamos perfectamente la diferencia entre herramienta y objetivo. Sabíamos lo que costaban las cosas, y también que sin profesores formados y entusiastas, todo quedaba en buenas intenciones.
Predicaba a una conversa. Hace más de un año, - quizá porque las distintas conferencias a las que había acudido, los cursos y demás fuentes de información y formación, habían hecho su trabajo - ya pensaba esto:
Así las cosas solo me quedaba recabar datos, conocer cuáles serían las vías de implantación y los detalles.
El proyecto GEN10S es parte de un programa mucho más amplio que lleva a cabo AeA en España. Desde que empezó la crisis, esta ONG que habitualmente actúaba en otros países, volvió la mirada a nuestro país en parte porque, como me dijo Alberto, veía niños en situaciones que les recordaban a otras vistas en Bolivia. Desde mi punto de vista han elegido la mejor manera de hacerlo, la más eficiente y más, no sabría explicarlo correctamente, "afectuosa". Digo esto porque han partido de los centros escolares, porque saben que los colegios son un magnífico lugar para descubrir muchos problemas que se ocultan habitualmente. Y no solo sirven como diagnóstico, también funcionan de maravilla para poner remedio. No soy objetiva en este punto.
En España nos llenamos la boca de críticas aceradas hacia nuestros maestros y somos injustos hasta la exageración grotesca cuando hablamos de la calidad de nuestro sistema educativo. Es tan extendida la creencia de que somos una piltrafa, que cuando accedes a los datos de resultados comparados, te cuesta creer que toda la información que habías dado por buena, resulte ser una burda simplificación que no ayuda a solucionar los problemas que sí tenemos y solo contribuye al ruido general, al enfado y la utilización partidista.
Cuanto más leo y escucho a los maestros, a los padres que participan etc, más me convenzo de que es una práctica generalizada.
Con este asunto del código puede suceder algo similar a las becas de comedor, a los libros de texto, a las necesidades educativas especiales, a la atención a la diversidad y tantos otros asuntos.
Por eso me gusta el canal elegido por AeA para hacerlo. Por eso me gusta y deseo que su programa se extienda más allá de los dos años previstos inicialmente, y mucho más allá de los 30 colegios en los que tendrá lugar.
Aprender código, es como aprender un idioma, es comenzar a pensar en parámetros distintos, es una capacidad que abrirá la puerta a muchas otras maneras de pensar e investigar. Necesita recursos sí, sobre todo en formación del profesorado que por cierto, lo demanda. Pero hay programas gratuitos estupendos como Scratch del MIT que ayudan a iniciarse en la lógica de la programación desde muy pequeños.
No estamos hablando de posibilidades laborales futuras, o no solo, pese a que hacia el año 2020 el 90% de los trabajos requerirá habilidades digitales y que se espera haya 825.000 puestos sin cubrir por falta de personal especializado (en un espacio con 24 millones de personas necesitadas de empleo).
Estamos hablando de esto:
" In most EU countries, fewer than 30% of children aged 10-15 are taught by "digitally confident" teachers, with good access to ICT."
Y de esto otro:
"No longer can ICT be seen as something for boys. We cannot allow girls and women to fall behind. It will hurt their chances in life and it will hurt the overall economy."
Y también de cosas como ésta:
"And we are calling on volunteers too: if you are an ICT expert, if you know how to code, you can give a hand and team up with teachers to improve the skills of our children. So, I look forward to initiatives in that area!"Esas frases proceden de los discursos de Neelie Kroes - Comisaria de Agenda Digital CE- y Androulla Vassiliou - Comisaria de educación, cultura, multilingüismo y juventud CE - que puedes leer íntegramente aquí.
El programa de AeA en colaboración con Google.org ha comenzado a desarrollarse en 30 coles repartidos por 9 CCAA (aquellos en los que ya se trabajaba dentro del proyecto global de "Apoyo a la infancia y familias en España") durará 2 años, en los que los niños de 3ª, 4º, 5º y 6º de primaria se iniciarán en programación y robótica gracias a la inestimable ayuda de los Jóvenes Inventores.
Pero no solo los chavales, también los profesores de los centros estarán en el aula y recibirán la formación necesaria para poder continuar la tarea en sus respectivas áreas de conocimiento.
¿Y los medios materiales? Parten de los medios disponibles en los colegios, y allí donde hace falta, AeA los facilita. En total, más de 5000 niños se beneficiarán de esta iniciativa, aprenderán los rudimentos de la programación, realizarán trabajos por proyectos y trabajo cooperativo por equipos.
Mi hija pequeña disfruta de clases de robótica y programación. Dada su edad también ha empezado a hacerlo utilizando Scratch. Su respuesta a la primera clase, tras una hora y media en un aula con niños de varias edades trabajando en grupos con distintas herramientas y lenguajes, ha sido un grandísimo "¡GUAU!". Con tan solo siete años, está aprendidendo a trabajar en equipo y con equipos diversos. Luego en casa leemos cuentos de Rodari y hacemos cálculo como siempre lo hemos hecho.
Mi hija es una privilegiada porque tiene acceso a lo que será la alfabetización mínima imprescindible en muy muy pocos años.
Todo esto que ahora Ayuda en Acción pone en marcha, tiene que llegar a todos los colegios públicos de España. A todos los niños y sobre todo, a todas las niñas.
Mucha suerte a este tipo de iniciativas. De corazón deseo que salga bien, se imite y se acepte hasta el punto de incorporarse de manera indiscutible al paquete básico de habilidades que deben fomentarse en la escuela. Es competencia de todos el cambiar la mentalidad para crear las oportunidades.
Por cierto, acaba de comenzar la semana europea del Código. "Europe Code Week" aquí la lista de actividades en España