sábado, 19 de abril de 2014

Grandes Insensatos III. La sabiduría práctica por Barry Schwartz

Artículo 10.1 Constitución Española:

  • "La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social"
Escuchad por favor esta charla TED que os enlazo a continuación. Ha sido probablemente la conferencia más reveladora con la que me he topado hasta el momento.


Si preferís leer los subtítulos en castellano, o en cualquier otro idioma, podéis acudir a la web de TED
Haré primero un torpe resumen de lo que considero más relevante y después pasaré a contaros por qué nos concierne cada palabra de esta conferencia.

Barry Schwartz expone los principios de la Sabiduría Práctica de Aristóteles: la voluntad moral de hacer lo correcto y la habilidad moral de discernir qué es lo correcto, en otras palabras, la capacidad de utilizar reglas y valores en aras de lograr una existencia y convivencia feliz entre los seres humanos.
Explica el Dr Schwartz que nuestro sistema está organizado alrededor del famosos "palo y zanahoria" es decir, reglas e incentivos.
Las reglas son muy útiles para prevenir los desastres, evitar que las personas actuemos mal por miedo a las consecuencias o en caso de encontrarnos ante supuestos ignorantes, darles un guión al que agarrarse de manera que se consiga un resultado mínimo aceptable.
Los incentivos son medidas que permiten que aquellos que no actuarían correctamente en aras del interés general, lo hagan por su propio interés. Personalmente creo que encuentran su base en la teoría de juegos y en el principio de egoísmo racional.

¿Por qué si tenemos leyes e incentivos inteligentes falla nuestro sistema en la actualidad? Se pregunta el Dr Schwartz pensando en el sistema financiero y los banqueros y directivos, en profesores y sistemas educativos, en jueces y sistema judicial.
Para él la respuesta radica en la complejidad del trato con seres humanos que requiere de una flexibilidad que ninguna regla puede contemplar, no importa cuán detallada sea, cuán específica. Es imprescindible su aplicación por personas sabias. Personas que saben cuándo "doblar" la regla en aras del servicio a los demás, personas que saben cuándo y cómo hay que improvisar al servicio de los objetivos correctos.

Entre las personas que son sabias a la luz de esta idea, Schwartz señala dos grupos:
a) los "canny outlaws" que podríamos definir como "astutos fuera de la ley"
b) los "system changers", los que transforman el sistema.

Los primeros son esos héroes anónimos y cotidianos que son capaces de eludir las reglas sin violarlas para hacer lo correcto cuando lo han considerado necesario. Son mis "Grandes insensatos" descritos hasta ahora, es mi buena maestra, es Maria José y su manera de enfrentarse a la enfermedad haciendo mejor su trabajo como médico y es Gloria, que espero poder presentárosla muy pronto. Son muchos otros más, cuyo ejemplo nos devuelve la confianza en el ser humano. Cuyas actitudes muestran, lo que en el fondo, casi todos desearíamos ser capaces de hacer.
Los segundos van un paso más allá, quizás por encontrarse en las condiciones idóneas para hacerlo. Voluntad y discernimiento que decía Aristóteles. Cuenta Schwartz el caso del juez que creó los Tribunales de veteranos en EEUU y logró que de 108 delincuentes que pasaron por allí, ni uno solo reincidiera. Y es por eso, que tras su tribunal se crearon otros 22 a lo largo del país.
Es por eso que su idea se extendió.

Cree que todos queremos tener permiso para hacer lo correcto. Esta idea me parece tan sumamente potente que la he copiado en un papel que probablemente perderé y así, memorizarla para siempre.

Para terminar concluye que todos los estudios sobre felicidad humana (Schwartz es psicólogo y no olvidemos la importancia que los americanos dan a la felicidad, hasta el punto de incluir su persecución como un derecho, en los principios de su Constitución, cosa que me parece un absoluto acierto y que de manera mucho más tibia y quizás por esa vergüenza que nos da a los europeos mostrar nuestras emociones, nuestra constitución recoge bajo el término "libre desarrollo de la personalidad" que aparece como encabezado en estos posts) concluyen que hay 2 elementos imprescindibles:

Amor y trabajo. Tal cual. Relaciones satisfactorias con nuestros semejantes y desarrollar una actividad que resulte útil, gratificante y con sentido.

Hasta ahí, y nada menos, mi resumen de lo escuchado.

Y entonces empiezo a pensar en el huerto escolar destruido en aplicación de la normativa vigente, en la beca de guardería de la que se ha beneficiado la consejera de Educación de la CAM a pesar de tener ingresos familiares superiores a los 100.000€ anuales y que cumple la más estricta legalidad. Me hace pensar en la interpretación que hace el ministro Wert de la Disposición adicional 5ª sobre préstamos de libros de texto. Me hace pensar en las becas de comedor, en los criterios que rigen el precio del menú escolar, cuando el único criterio válido es que la comida escolar es un lugar de igualdad y compañerismo, una herramienta básica de la educación.

Me hace pensar en lo ignorantes que realmente somos cuando no exigimos que nuestro sistema sea sabio.
Cuando permitimos y no solo eso sino que ¡¡nos consuela!! que en respuesta a tanta idiotez se esgrima la creación de nuevas reglas a aplicar (creo que esto es lo que Jesús Alfaro llama el boli de escribir en el BOE).

Nada más peligroso que una ley estricta en manos de un ignorante (por oposición a la sabiduría de la que Schwartz, bueno, Aristóteles, nos habla). La utilizará para causar daño a quien no lo merece y en el mejor de los casos la aplicará en beneficio propio.

Y qué decir de los incentivos inteligentes. Que están muy bien como complemento, pero cuando a uno hace bien algo solo por el "beneficio" añadido, siempre estará en posición de negociar un beneficio mejor. Hay otra charla de Schwartz donde explica el caso curioso de los suizos y los almacenes de residuos nucleares, y cómo dos incentivos en la misma línea provocan un efecto completamente indeseable, no dejéis de escucharla.
Yo además pienso en los que creen (creyentes y ateos) que los creyentes actúan de un modo determinado por miedo al castigo (infierno) o por deseo de la recompensa (el paraíso). Regla e incentivo. Falso y estúpido. Es seguir concibiendo al ser humano como ignorante inmaduro incapaz de independencia.

Y es por eso por lo que probablemente esté a punto de fracasar donde los demás me atribuyen un gran éxito.
Conseguí unas líneas en la LOMCE. Unas líneas que tras los numerosos filtros del consenso, harán que las administraciones promuevan la creación de sistemas de préstamo gratuitos a lo largo y ancho del país sin importar dónde haya nacido el niño. Y es que les presuponía una sabiduría de la que carecen. No tienen reglas (transparencia y rendición de cuentas efectiva) ni incentivos (listas cerradas que impiden atribuir el mérito o demérito a la persona concreta que toma la decisión) adecuados, para llevarlo a cabo lo necesario para que esas líneas se traduzcan en lo único deseable desde el principio: destinar los recursos que se dilapidaban en chequelibros cada año a la creación de bibliotecas escolares de uso compartido por los niños.
Su respuesta ha sido, eliminar esos recursos al considerarlos un despilfarro, y cubrir las vergüenzas dotando a los centros con cantidades irrisorias para los pobres de solemnidad, que cada vez desgraciadamente, son más.
Y me hace pensar sobre todo, en la ley de segunda oportunidad. Es un ejemplo de libro de aplicación de la flexibilidad, de saber hacer excepciones al servicio de los objetivos correctos en resumen sería una excelente manera de mostrar al mundo y a nosotros mismos que somos sabios, que tenemos la habilidad moral de discernir lo que es correcto y la voluntad moral de hacerlo.

En definitiva, he logrado entender por qué escribía la serie de los Grandes Insensatos. Esto era lo que estaba buscando y he tenido la fortuna de encontrarlo. Seguiré recolectando insensatos, "canny outlaws", o mejor aún system changers.
No hace falta ser un genio, solamente sabio.

4 comentarios:

  1. A continuación y en los próximos comentarios, cuelgo la respuesta de un lector, @Anguebus que debido a su longitud no ha podido colgar él mismo y me lo ha enviado por mail. Muchas gracias Salvador:

    Barry Schwartz, más cerca de Confucio que de Aristóteles, y muy lejos de Lucrecio
    Gracias, Elena, por traernos este vídeo de una de las frecuentes intervenciones de Barry Schwartz en las charlas TED, y por tus explicaciones y reflexiones en torno a la misma.
    Sin embargo, como no estoy excesivamente de acuerdo con su mensaje, creo que voy a permitirme el empujarte un poco y, con tu permiso, voy a desplazarte en el tiempo y en el espacio, a ver si consigo que consideres estos temas de la felicidad y de la acción social desde otras perspectivas.
    Así, agárrate fuerte porque te estoy llevando, en un salto de fantasía, a las fértiles llanuras del Valle del Indo, hace más de 4.000 años… Dime, ¿qué ves?
    Sí, estás viendo escenas de brutalidad. Ves a hombres jóvenes y de piel clara que montados en estruendosos carros de guerra irrumpen en antiguas ciudades, saqueando y mutilando. Efectivamente, has adivinado bien, es la invasión aria del Valle del Indo. Sus ancestrales habitantes, los drávidas de piel tostada, están siendo arrollados por la invasión, y no sólo van a ver destruidas sus ciudades e incautados sus bienes. Su idioma será proscrito y borrado de hasta la más pequeña de las lápidas. Su organización social será aniquilada, y los sobrevivientes de la escabechina van a ser sometidos a una esclavitud permanente, debiendo trabajar sin límites ni compensación para sus nuevos señores, los guerreros arios venidos de las estepas de occidente.
    Y no contentos con eso, los nuevos señores buscarán que esta situación se mantenga por los siglos de los siglos, y que los descendientes de sus descendientes sigan siendo los príncipes gobernantes sobre una multitud de siervos bien sumisos. Nada más eficaz para ello que una nueva religión, una nueva ideología de miedos y castigos que consagre la nueva estratificación social creada por la violencia de las armas y el despojo. Y ahí, el Brahmanismo, una religión solar y heroica, con sus esvásticas, su patriarcado, su ciclo de reencarnaciones, su visión guerrera del mundo, sus libros revelados (los vedas) y, sobre todo, sus castas inmutables. Ése será el auténtico sentido de la nueva religión: las castas, la absoluta petrificación social. Quien nace intocable, será intocable toda su vida, se habrá de casar con otro intocable, e intocables serán sus descendientes hasta el fin de los tiempos. En el otro extremo, los hijos de los nuevos conquistadores serán siempre brahmanes, dominarán estas tierras y les servirán los hombres y mujeres de las restantes castas.
    Ahora, Elena, vamos a avanzar un poco en el tiempo y, después de atravesar el Tíbet, vamos a adentrarnos en el Reino del Medio, a ver qué está pasando en el Valle del Río Amarillo.
    Allí, es la dinastía Chú la que se está imponiendo, y sus emperadores y jerarcas pronto verán lo útil que puede resultar a la dinastía el sabio de Lu, el gran Confucio. Sí, Confucio, el defensor de la virtud. El sabio que propugnaba el respeto a las leyes y las costumbres tradicionales, aplicadas desde la virtud y la rectitud moral. La buena conducta en la vida, el buen gobierno de los asuntos públicos, la caridad, la justicia, el respeto a las reglas y a la jerarquía, todo eso está en Confucio. Y toda esa forma de pensamiento resultó esencial para consagrar 2.500 años de explotación y postración de generaciones y generaciones de chinos, hasta que alguien se atrevió a ir más allá de la virtud del buen ciudadano y preguntarse por qué las cosas eran así y a quién beneficiaban.
    Volvamos a nuestra propia historia cultural, y volvamos a la intervención de Barry Schwartz que nos presentas en “Inquietanzas”, con su referencia a Aristóteles.

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    1. (Cont.1)
      Citar a Aristóteles es citar “al maestro de los que saben”, como dijo Dante. Desbordante y constructor de los basamentos intelectuales del mundo posterior, siempre me ha resultado difícil sistematizar el pensamiento de Aristóteles; quizás porque nuestra diferenciación central entre ciencia y filosofía parece inaplicable en su caso. Aun así, yo me quedo con su lógica y sus demostraciones, pilares sobre las que construiría un trabajo intelectual de observación e inducción. Aristóteles dividía los saberes en productivos, prácticos y contemplativos. Pero, dentro de éstos (los que hoy consideraríamos científicos) incluía tres tipos distintos: la física y la biología por una parte, las matemáticas por otra y, finalmente, la teología. Esta inclusión de la teología dentro de las ciencias (con el estudio de la naturaleza del “motor inmóvil”) nos sorprende hoy, pero ha sido fundamental para que las religiones monoteístas hayan acudido sistemáticamente como fuente de autoridad esencial al pensamiento de Aristóteles.
      Políticamente, parece ser que Aristóteles tendía más a describir y reflexionar que a comprometerse. Parece también que siempre estuvo en un punto medio entre los que pugnaban por el poder en Atenas: la oligarquía aristocrática y los partidarios de la democracia. Es cierto que afirmó que más importante que una u otra forma de gobierno, lo esencial era que las leyes perduraran y se mantuvieran en el tiempo, para evitar el caos y los atropellos. En esta visión estaría próximo a Confucio. Pero, al mismo tiempo, defendía una sociedad de clases medias, lo que le alejaría del respeto al orden estamental, tan característico de Confucio. También es Aristóteles, ciertamente, el primer gran filósofo de la ética y de la búsqueda de la felicidad.
      Pero, para mí, el gran salto adelante en lo que se refiere a la búsqueda de la felicidad y a la actitud del hombre respecto a la sociedad en la que vive, se produjo siglos más tarde, con Lucrecio. Recuerda, Elena, lo que era la felicidad para Lucrecio: “Felix qui potuit rerum cognoscere causas” (¡Feliz quien pueda conocer las causas de las cosas!). Todo un programa para el hombre de cualquier tiempo.
      Lucrecio no fue nada complaciente con el poder político e ideológico establecido, y tampoco optó por una prudente vía intermedia. Sostuvo un pensamiento valiente, radical. Negó la existencia de los dioses y, desde luego, cualquier posible influencia de los mismos en el devenir de las cosas. Animó a perder el miedo a la muerte y a los dioses, y, en su lugar, a indagar cuáles eran las causas de cada acontecimiento y de cada organización social o de poder.
      Por supuesto, ese pensamiento “subversivo” y “antisistema”, que ponía en causa el mismo origen divino del poder y la intervención de los dioses en los fenómenos de la vida diaria, resultaba inaceptable para una Roma que transitaba entre el final de la República y los primeros autócratas, pero que mantenía intacta una cosmovisión basada en relaciones e interacciones continuas entre dioses y hombres. Así, Lucrecio fue tachado de loco, prohibido y perseguido. Según parece, si ha llegado hasta nosotros su “De rerum natura”, fue porque el mismísimo Cicerón, que sentía un gran respeto por Lucrecio, la intercaló y reprodujo literalmente dentro de sus propias obras, para evitar así que se perdiera.
      No divago más y voy ya a la intervención que nos presentas de Barry Schwartz, en una reunión de TED en alguna ciudad de Estados Unidos. Estados Unidos, con todas sus desigualdades y violencias contenidas, en que, por ejemplo, la privatización de las cárceles se ha convertido en uno de los negocios más rentables para las concesionarias, que cotizan en bolsa. Las detenciones masivas de inmigrantes ilegales y de pequeños delincuentes suponen pingües beneficios para estas concesionarias, que precisan de una “ocupación” media de las prisiones superior al 90% de su capacidad. Beneficios que se ven incrementados con la venta a grandes empresas del trabajo de los presos, en un régimen de semiesclavitud.

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    2. (Cont.2)
      Por no hablar del éxito y empleo masivo de los llamados “programas de computación social”, para el estudio sistemático de las informaciones y opiniones más críticas que circulan por las redes sociales (especialmente por twitter), para identificar y neutralizar posibles vías de protesta.
      Y ante esa situación que sólo esbozo (recomiendo la lectura de “El futuro es un país extraño”, de Josep Fontana), nos encontramos al “bueno” de Barry Schwartz hablando de la necesidad de cultivar la virtud individual, de vigilar el cumplimiento de las leyes, de tener iniciativas ciudadanas virtuosas para la mejora de la gestión pública, y de dimensionar hasta dónde deben utilizarse los estímulos para generar buenos ciudadanos. Como un Confucio moderno. Ni una palabra sobre Snowden, sobre el Sargento Manning, o sobre tantos que se han arriesgado preguntándose por las causas de un sistema de organización social tan profundamente injusto.
      Una de las cosas que me sorprendió en una de mis primeras estancias en Estados Unidos, ya hace muchos años, fue que las familias podían “declararse en quiebra”. Como si se tratara de una empresa: si en un determinado momento no podía hacer frente a sus créditos, la familia podía obtener una situación en la que sus deudas se reordenaban, aplazaban y, en ciertos casos, reducían, aunque todo ello con graves consecuencias sobre sus futuras relaciones de trabajo o de emprendimiento (una “segunda oportunidad”, sí, aunque en un régimen de “libertad vigilada”). De hecho, esto era un elemento más de un “american way of life” basado en el crédito y en el endeudamiento permanente, con las familias absolutamente entrapadas de por vida para poder pagar la vivienda, el coche, los estudios de los hijos, las pólizas de salud complementarias a las que les daba su empleador... Y con unos vencederos absolutos: las compañías financieras y aseguradoras, continuamente sobrecrecidas con esta siembra intensiva de vidas a crédito.
      Por supuesto que también encontré muchas voces críticas con este sistema, la “rat race” de la que tanto se hablaba en Berkeley, una carrera despiadada que forzaba a millones de ciudadanos a seguir una vida miserable, empujados por una mitología de consumo y crédito.
      Para nuestra perplejidad, algo de eso se ha reproducido en España en la última década, con su boom de especulación financiera e inmobiliaria y su corolario de familias sobre endeudadas. Las consecuencias son bien conocidas, y poco tienen que ver con que los ciudadanos vivan una vida virtuosa. Siguiendo el mandato de Lucrecio, deberíamos tratar de descubrir las verdaderas causas de esta situación.
      Y así, por referirme al tema que tú citas de la “segunda oportunidad”; ya sabemos que en España, desde la Ley Concursal de 2004 o con la reciente Ley de Emprendedores, existe la posibilidad de que los particulares puedan ir a situaciones de concurso; igual que sabemos que esa vía es tan angosta que, en la práctica, apenas se transita. Ocurre lo mismo, en mi opinión, con las renegociaciones de deuda en impagos hipotecarios, contempladas en las últimas “leyes anti-desahucio”, que han tenido un recorrido bien escaso. Pero, vayamos una vez más a las causas; si ello ha sido así no es por las limitaciones o deficiencias de nuestra legislación, que son más consecuencia que causa. En un país tan endeudado como el nuestro, un cambio sustancial de las reglas de juego sobre pago y de morosidad afectarían a la propia sostenibilidad del sistema financiero. Y la conservación del sistema financiero se ha convertido en factor principal de nuestra organización socio-política. Será sólo esa consolidación la que irá determinando hasta dónde podrán llegar nuevas iniciativas legislativas que busquen limitar las expectativas de cobro de todo lo prestado.

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    3. (Cont.3 fin)
      Termino. No tengo nada contra Barry Schwartz, ni contra Confucio, ni contra las opciones conservadoras-reformistas de la sociedad, menos aún cuando cultivan la virtud ciudadana y el trabajo socialmente comprometido. Pero, me parece imprescindible complementar todo esto con un análisis más profundo y valiente de las causas de las cosas, para no convertirnos en los “tontos útiles” de intereses espurios.
      Como dijo el biólogo escocés Patrick Geddes (que tanto revolucionó, por cierto, la visión del urbanismo y de la planificación del territorio): “Act local, think global”
      Perdón si me he extendido más de la cuenta. Gracias de nuevo.

      Anguebus http://twitter.com/anguebus

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