Cdm ha appena approvato il ddl di abrogazione del finanziamento pubblico partiti e passaggio a incentivazione fiscale contributi cittadini
— Enrico Letta (@EnricoLetta) 31 de mayo de 2013
Es el anuncio - realizado por Enrico Letta, primer ministro italiano - de que el consejo de ministros ha aprobado la abolición de la financiación pública de partidos políticos para pasar a un sistema de incentivación fiscal de las contribuciones voluntarias de los ciudadanos. Queda que lo apruebe el Parlamento.
En este enlace hay más detalles. Básicamente se dejará (en 3 años y de forma progresiva) de financiar de forma automática a los partidos políticos en función de sus votos, y se sustituirá por las aportaciones que libremente decidan hacer los ciudadanos, bien a través de donaciones particulares, bien a través de la declaración de la Renta (un 0,2%).
Parece que la cosa desata pasiones en Italia. Yo me ilusioné. Mucho mucho, lo reconozco. Me suponía mayor y un poco cínica, pero veo que no, que basta una oportunidad y vuelvo a creérmelo todo.
Pero, ¿y si nadie les da un céntimo? Realmente será difícil que eso ocurra. Quedan las donaciones: las desinteresadas fluctuarán, las otras siempre están garantizadas, al menos con este sistema, hay más posibilidades de que sean públicas y "tributadas".
Pero, ¿y si nadie les da un céntimo? Realmente será difícil que eso ocurra. Quedan las donaciones: las desinteresadas fluctuarán, las otras siempre están garantizadas, al menos con este sistema, hay más posibilidades de que sean públicas y "tributadas".
La declaración de intenciones presenta muchas bondades, por ejemplo, para acceder a esta financiación los partidos deberán organizarse de acuerdo a requisitos mínimos de democracia interna, transparencia y acceso la información relativa a su funcionamiento. Por sí solos son magníficos objetivos, pero el aspecto que más me gusta de todos es el de la casilla de la renta, porque puede suponer un cambio sustancial en la concepción del ciudadano.
En lo que afecta a los partidos, el ciudadano ya no será solo el potencial votante. Ahora le pedirán el voto y el dinero y esto último, lo harán cada año. Gobiernen o no, tendrán que actuar conforme a lo prometido si desean recibirlo de nuevo al año siguiente.
Pero es que ,además, es un cambio que obliga al ciudadano. Tal vez sea una concepción un tanto infantil, pero creo que la acción directa e individual, representada en el gesto de elegir financiar a unos, otros o a todos puede hacernos más responsables, más críticos y más participativos.
Y sería una hipócrita si lo negara, qué me dicen del gustazo que supone ejercer el derecho al pataleo. De la calle, pasamos a la red y ahora posiblemente, a la declaración de la renta.
Estos cambios parecen muy lejanos en España, pero Italia está tan cerca que merece la pena darle una oportunidad a las buenas noticias.
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