viernes, 14 de agosto de 2015

Resiliencia es una hermosa palabra.

Albert Einstein's exam of maturity grades (bw)

Por fotocopia digitalizada www.biografiasyvidas.com [GFDL], undefined
Vía Wikimedia

La definición de resiliencia que mejor conocía era la siguiente:
"capacidad de memoria de un material para recuperarse de una deformación, producto de un esfuerzo externo"
Si el esfuerzo aplicado prosigue más allá del límite elástico del material, éste plastificará, como el chicle o la goma justo antes de romperse y deja de ser lo que era.
Ser resiliente es una cualidad casi mágica que permite almacenar la energía que te deforma durante el período elástico, es una virtud propia de superhéroes.
Te estiran, cedes, te adaptas y cuando sueltan, vuelves a tu configuración original. Todo ese proceso sin dejar de ser lo que eras, sin romperte ni alterarte sustancialmente.

No elegimos el país, la ciudad ni la familia en la que nacemos y nos criamos, sin embargo de sus características dependerá buena parte de nuestro aprendizaje. En todos los sistemas educativos del mundo existe una relación favorable entre las buenas condiciones socioeconómicas del niño y sus resultados académicos. Factores como el nivel cultural de los padres, la disponibilidad de medios y entorno adecuado para estudiar, acceso a libros, información o el poder participar en actividades enriquecedoras y estimulantes, son características ligadas a mejores resultados. Y lo contrario, por desgracia, también es cierto.
Por eso es tan valioso un buen sistema educativo universal y público. Es la mejor manera de torcerle el brazo al azar y tratar de compensar la desventaja con la que parten muchos niños. Aún así, el lugar del que vienes y al que vuelves al terminar las clases, define tus oportunidades mucho más de lo que podríamos pensar. Es tan complejo y persistente el problema que en muchas ocasiones corremos el peligro de considerarlo un mal inevitable.

Bueno pues no, no siempre.
Entre nosotros habitan los resilientes, unos pequeños héroes que se empeñan en contradecir las tendencias y sobreponerse a sus condiciones de partida, arrojando unos resultados que a priori, no esperaríamos de ellos.

Este informe analiza dónde están, cuántos son y en qué sistema. También analiza las circunstancias en las que es más probable que esa resiliencia se manifieste.
Los puntos de partida:
  • Alumno "desfavorecido": aquel incluido en la categoría "pocos recursos" del índice de Recursos Educativos en el Hogar. En líneas generales, son alumnos que dicen disponer de menos de 25 libros en casa, no tener un sitio propio para estudiar ni conexión a internet y ninguno de sus padres tiene estudios más allá de la Secundaria.
  • El alumno es "resiliente" cuando sus resultados en la prueba estudiada (TIMSS 2011) son iguales o mejores que la "Referencia Internacional Media"(*).
Las conclusiones:
La primera es que hay más alumnos resilientes en los sistemas educativos con mejores resultados. En principio, cuantos menos alumnos desfavorecidos haya en un sistema educativo, mayor será el porcentaje de resilientes entre ellos, pero no siempre (ver el caso de Hong Kong vs Rumanía). Es decir, cuanto mejor el entorno, mejor para todos.

La segunda nos dice que tener aspiraciones mejora el resultado. Desear ir a la universidad puede ser una característica que te haga hasta un 78% más probable de ser resiliente, frente a no desearlo. Algo similar ocurre con la importancia que le conceden a la materia que estudian (en este caso concreto, matemáticas).

La tercera me resulta especialmente grata. En muchos sistemas educativos es un 75% más probable ser resiliente si eres de los que cree que tu profesor te considera capaz de obtener buenos resultados. Es aquello de la "confianza que te vuelve confiable".

Y la cuarta es muy obvia: el acoso es una peste que estropea lo que toca.

Estas son las que me han parecido más destacables pero hay otras, que afectan al centro escolar más que al alumno, que también son interesantes. Merece la pena leer el informe completo.

Esas conclusiones son enseñanzas que ayudan a mejorar el sistema. Son pistas para futuras políticas educativas, medidas que ha de ser probadas y evaluadas de nuevo para ver si arrojan resultados positivos o no. Es la manera en que el sistema permanece en evaluación continua, la única manera de corregir deficiencias y potenciar fortalezas.

Pues para estas cosas sirven las evaluaciones del aprendizaje, por eso son necesarias y deseables. Y por eso actuamos en contra de nuestros propios intereses - y lo que es peor, el de nuestros niños - cuando utilizamos los análisis y sus resultados como arma arrojadiza, ya sea política (entre partidos políticos), política (público vs privado), o política (grupos que utilizan la evaluación del sistema como evaluación del alumno).

Pero yo todo esto lo explico muy mal, así que por favor, leedla a ella, a la directora del Instituto de Estadística de la UNESCO.


Nota: Como curiosidad, los dientes de lapa y la seda de araña son los materiales conocidos más resilientes. Un respeto por los bichos pequeños.

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