domingo, 30 de agosto de 2015

¿Qué hay de lo nuestro?

Hoy ha muerto Oliver Sacks
Este hombre me hizo llorar y enamorarme de él sin saber siquiera si era real o ficción. De él y de Robin Williams cuando, con 20 años, vi en el cine la película "Despertares".

Hoy he leído la columna de Ana Pastor titulada "A Palos" donde a través de tres fotografías, refleja el drama de los refugiados, en su mayoría sirios, que huyen de un infierno, atraviesan otro y llegan desfallecidos a nuestras fronteras.
He buscado esas tres fotografías concretas y para encontrarlas, he pasado varias horas viendo rostros, padres con niños en brazos caminando, madres besando a bebés bajo la lluvia, caras sonrientes haciendo el gesto de la victoria. Ha sido una cura de humildad que lejos de anestesiarme, lo ha puesto todo en perspectiva. Todo. El agua que sale del grifo, las niñas jugando en el jardín y pidiendo la merienda a gritos, mi carné de identidad en el bolso, las sábanas en la cama, el paseo por la calle o telefonear a mi padre para escuchar su voz. Todo. Saber que mañana es lunes y sonará el despertador, que habrá café en la cafetera y agua caliente en la ducha. Todo. Que besaré a mis hijas, a la que salta despierta y a la que hay que destapar para que abra los ojos. Todo. Y las dejaré dormir un rato más, porque nada malo les puede ocurrir en su casa. Porque su casa es casa, el lugar donde todos estamos a salvo.

Hoy he leído la carta de Felipe González a los catalanes, ayer la entrevista al Presidente del Consell de Mallorca
Unos hablan de deconectar de España, a veces porque dicen que les roba, a veces porque dicen que no les deja ser quienes son.
Otros hablan de que ser españoles les sale muy caro, porque por lo visto, los niños extremeños se lo gastan todo en tablets para estudiar, mientras "sus" niños, los de Mallorca, andan con pinturas viejas y gastadas.

Llevo semanas escuchando críticas, barbaridades, odios, alusiones al ADN, a la etnia, a la tribu. Discutiendo si nuestros antepasados son más de Francia y los tuyos de Portugal. Harta de ver personas que para defender una idea administrativa, necesitan aludir a la pureza de algo, lo que sea, lengua, música, literatura, sangre...
Harta de ver cómo el común nos contagiamos. Cómo proliferan las ofensas entre personas educadas, como nos sube la presión.
Yo misma esta mañana quería independencia. De todos ellos. De sus quejas y su ego. Estaba sencillamente hastiada de tanto malcriado que vivía en el mejor de los mundos posible y aún así se postulaba como víctima una y otra vez.
Víctima, que cuando abre el grifo, tiene agua. Que puede besar a sus hijos y desearles felices sueños. Víctimas que tienen un lugar donde descansar a salvo.

Envenenada, decidí desconectarme de cualquier cosa relacionada con política y solo leer artículos maravillosos sobre Sacks.
Hoy, una vez muerto, me ha vuelto a hacer llorar y me ha regalado lo que muchas veces dio a sus pacientes: una cierta paz mental.
Hoy he leído un tuit suyo, de hace tan sólo 7 días.



Así que le he hecho caso y he visto, sentido y escuchado:



Y ya no quiero independizarme de nadie. Porque tengo tanto, tanto tanto, en común con toda esa gente de Sabadell que se emociona y aplaude, con esa niña que trepa a la farola y dirige la orquesta, con esos padres que le muestran la maravilla a sus bebés, con ese hombre que se gira al escuchar las primeras notas, con ese otro al que se le abre la boca de admiración. Tanto, que al terminar me he escuchado decir: ¡¡¡Visca Sabadell!!!

Ese Himno es el espíritu de Europa. Esos refugiados en nuestras puertas, somos nosotros mismos a lo largo de nuestra historia. Por eso creamos la Unión.

Y he decidido cambiar la pregunta, así que:  Europa ¿qué hay de lo nuestro?

domingo, 23 de agosto de 2015

Hijos.

"Tener hijos es un acto de profunda irresponsabilidad" me dijo una buena amiga cuando le mostré mi íntima mezcla de felicidad y terror al saberme embarazada de mi primera hija.

No le faltaba razón, siendo como somos, de las personas que que no nos perdonamos un daño evitable o de las que hasta hace dos días, aspirábamos a controlar el futuro.

Hay tantos tipos de padres como hijos en el mundo. No solo porque igual que uno no se baña dos veces en el mismo río, no somos los mismos padres con cada uno de nuestros hijos, sino porque además, somos hijos de nuestros padres. Nuestra relación con ellos, los recuerdos felices y desgraciados son, para bien o para mal, nuestra referencia.

En los últimos meses, no sé si por búsqueda propia o casualidad, me he topado con conversaciones y artículos interesantes sobre la paternidad, la educación de los hijos y los motivos que llevan a decidirse a dar el paso.
Motivos económicos y racionales unos, puramente emotivos otros, y también los hay como ... "descuidaos". A fin de cuentas es bastante natural que no examinemos demasiado por qué hacemos aquello que podemos hacer sin necesidad de ningún requisito excepcional. Los humanos tenemos hijos. Es parte de esa rutina de la vida que uno no se cuestiona necesariamente.

Pue sí, si uno lo piensa detenidamente, tener hijos es firmar un contrato cuyo cumplimiento nadie puede garantizar a priori. Hace falta ciertas dosis de locura e irresponsabilidad para decirle a alguien: te protegeré siempre.

Pactar sin saber las condiciones. Regalar tu tiempo, tu descanso, tus posibles logros laborales, tu ocio. Saber que aunque el dinero nunca fuera determinante en tu vida, empezará a serlo, porque ya hay alguien a quien no va a faltarle nada fundamental si está en tu mano evitarlo.
Y por si esas condiciones fueran poco leoninas, encima son cambiantes. A medida que crezcan, habrás de hacerlo con ellos e ir adaptando tu estrategia: desde el principio, cuando los gestos lo son todo, pasando por la aceptación de tu opinión sin reservas, hasta llegar al momento en que tan solo suspiras porque te otorguen el beneficio de la duda.

Hoy he leído este artículo y me ha llamado la atención lo siguiente:
"Quisiera tener algún conocimiento de pedagogía...el suficiente para determinar a qué edad se da el paso de la obediencia mecánica a la racional"
Yo también me lo he preguntado. Es ese proceso brumoso en el que ya solo puedes confiar en que el amor y los hechos probados respondan por ti, y el respeto ganado a pulso supere el juicio. Si llegados a ese punto tus haberes no son suficiente, no hay nada que hacer: has perdido.

Pierdes, tu derrota será dolorosa y no hay nada que puedas hacer para evitarlo. Lo más j*dido de todo, lo que no pone en ningún contrato, es que ni siquiera podrás dejar de quererlos.

Recuerdo cuando me casé y me preguntaron aquello del amor para siempre. Era algo que me agobiaba mucho. Era mi intención, pero me parecía tan absurdo prometer algo que no estaba en mi mano cumplir, que cuando me interpelaron, introduje mentalmente un "intentarlo" en la frase.

Pues quizás sea la confesión de esa vulnerabilidad la que nos haga fuertes cuando llegue el momento de la obediencia racional, cuando para ellos sea relativamente sencillo olvidarte, ningunearte o escuchar con condescendencia tus argumentos. Tal vez entonces, es el momento de decirles que, sin embargo, tú no dejarás de quererlos.
Aunque quieras hacerlo no está en tu mano. Así son las cosas.

Es un contrato leonino al que no puedes renunciar aunque la otra parte lo haya hecho.
Y aún así lo firmamos, porque nada hay tan grande y hermoso en la vida, como asumir la responsabilidad de acompañar a un ser humano.







viernes, 14 de agosto de 2015

Resiliencia es una hermosa palabra.

Albert Einstein's exam of maturity grades (bw)

Por fotocopia digitalizada www.biografiasyvidas.com [GFDL], undefined
Vía Wikimedia

La definición de resiliencia que mejor conocía era la siguiente:
"capacidad de memoria de un material para recuperarse de una deformación, producto de un esfuerzo externo"
Si el esfuerzo aplicado prosigue más allá del límite elástico del material, éste plastificará, como el chicle o la goma justo antes de romperse y deja de ser lo que era.
Ser resiliente es una cualidad casi mágica que permite almacenar la energía que te deforma durante el período elástico, es una virtud propia de superhéroes.
Te estiran, cedes, te adaptas y cuando sueltan, vuelves a tu configuración original. Todo ese proceso sin dejar de ser lo que eras, sin romperte ni alterarte sustancialmente.

No elegimos el país, la ciudad ni la familia en la que nacemos y nos criamos, sin embargo de sus características dependerá buena parte de nuestro aprendizaje. En todos los sistemas educativos del mundo existe una relación favorable entre las buenas condiciones socioeconómicas del niño y sus resultados académicos. Factores como el nivel cultural de los padres, la disponibilidad de medios y entorno adecuado para estudiar, acceso a libros, información o el poder participar en actividades enriquecedoras y estimulantes, son características ligadas a mejores resultados. Y lo contrario, por desgracia, también es cierto.
Por eso es tan valioso un buen sistema educativo universal y público. Es la mejor manera de torcerle el brazo al azar y tratar de compensar la desventaja con la que parten muchos niños. Aún así, el lugar del que vienes y al que vuelves al terminar las clases, define tus oportunidades mucho más de lo que podríamos pensar. Es tan complejo y persistente el problema que en muchas ocasiones corremos el peligro de considerarlo un mal inevitable.

Bueno pues no, no siempre.
Entre nosotros habitan los resilientes, unos pequeños héroes que se empeñan en contradecir las tendencias y sobreponerse a sus condiciones de partida, arrojando unos resultados que a priori, no esperaríamos de ellos.

Este informe analiza dónde están, cuántos son y en qué sistema. También analiza las circunstancias en las que es más probable que esa resiliencia se manifieste.
Los puntos de partida:
  • Alumno "desfavorecido": aquel incluido en la categoría "pocos recursos" del índice de Recursos Educativos en el Hogar. En líneas generales, son alumnos que dicen disponer de menos de 25 libros en casa, no tener un sitio propio para estudiar ni conexión a internet y ninguno de sus padres tiene estudios más allá de la Secundaria.
  • El alumno es "resiliente" cuando sus resultados en la prueba estudiada (TIMSS 2011) son iguales o mejores que la "Referencia Internacional Media"(*).
Las conclusiones:
La primera es que hay más alumnos resilientes en los sistemas educativos con mejores resultados. En principio, cuantos menos alumnos desfavorecidos haya en un sistema educativo, mayor será el porcentaje de resilientes entre ellos, pero no siempre (ver el caso de Hong Kong vs Rumanía). Es decir, cuanto mejor el entorno, mejor para todos.

La segunda nos dice que tener aspiraciones mejora el resultado. Desear ir a la universidad puede ser una característica que te haga hasta un 78% más probable de ser resiliente, frente a no desearlo. Algo similar ocurre con la importancia que le conceden a la materia que estudian (en este caso concreto, matemáticas).

La tercera me resulta especialmente grata. En muchos sistemas educativos es un 75% más probable ser resiliente si eres de los que cree que tu profesor te considera capaz de obtener buenos resultados. Es aquello de la "confianza que te vuelve confiable".

Y la cuarta es muy obvia: el acoso es una peste que estropea lo que toca.

Estas son las que me han parecido más destacables pero hay otras, que afectan al centro escolar más que al alumno, que también son interesantes. Merece la pena leer el informe completo.

Esas conclusiones son enseñanzas que ayudan a mejorar el sistema. Son pistas para futuras políticas educativas, medidas que ha de ser probadas y evaluadas de nuevo para ver si arrojan resultados positivos o no. Es la manera en que el sistema permanece en evaluación continua, la única manera de corregir deficiencias y potenciar fortalezas.

Pues para estas cosas sirven las evaluaciones del aprendizaje, por eso son necesarias y deseables. Y por eso actuamos en contra de nuestros propios intereses - y lo que es peor, el de nuestros niños - cuando utilizamos los análisis y sus resultados como arma arrojadiza, ya sea política (entre partidos políticos), política (público vs privado), o política (grupos que utilizan la evaluación del sistema como evaluación del alumno).

Pero yo todo esto lo explico muy mal, así que por favor, leedla a ella, a la directora del Instituto de Estadística de la UNESCO.


Nota: Como curiosidad, los dientes de lapa y la seda de araña son los materiales conocidos más resilientes. Un respeto por los bichos pequeños.