Como era de esperar a continuación busqué como loca nuevas dosis de droga. Leí todas las novelas suyas que pude encontrar.
Creo que en la cuarta, me asqueé y la abandoné en los primeros capítulos decidiendo no volver a molestarme. La sobredosis me había permitido ver cuál era la historia que había estado leyendo 5 veces seguidas. Reconocí el mismo personaje, a veces hombre, a veces mujer, a veces medieval, a veces contemporáneo, pero el mismo. Reconocí los agravios y las escenas de sexo que me ruborizaban e hipnotizaban a los 20 años y me aburrían soberanamente meses después.
Me pareció que la obra de este autor, hasta donde había leído, era el gran arte del aliño. Así que seguí buscando el plato principal en otros lares.
Con Pablo Iglesias me ha sucedido lo mismo. Cuando le vi por primera vez, me atrajo e hipnotizó, produciendo esa mezcla de admiración y rechazo tan adictiva. Así que seguí escuchándole.
Me admiré de su soltura, de la preparación de cada intervención, de su calma tensa. Vi que era listo, muy listo y que lo sabía. Por eso cada vez que hace una declaración en la que se muestra humilde, me chirría. Eres listo tío, lo sabes y no hay nada de malo en ello. Lo absurdo es que lo niegues.
Y seguí escuchándole. Y me topé con esto:
"...blanco, anglosajón, protestante y gordo por comer mantequilla de cacahuete (...) Un derecho, el de portar armas que es una de las bases de la democracia. (...) La democracia es incompatible con el monopolio de la violencia por parte del estado"y esto:
"Y Lenin no dijo en 1917 comunismo, dijo paz y paz (...) Es verdad que para follar hay que desnudarse, pero para ligar hay que vestirse"
Leí los Pilares de la Tierra porque fue el primero de sus títulos y el aliño me pareció sabroso.
Si hubiera escuchado estas disquisiciones de Pablo Iglesias, antes de la campaña electoral de las elecciones europeas, no le habría dedicado ni un minuto ni le hubiera dado la menor oportunidad.
Ya conozco los ingredientes del aliño, siempre hay un taco, un folleteo, una expresión violenta o escandalosa que ameniza la narración ( que hace que te digas: ¡andá, qué osado!) perfectamente administrados, no es lo mismo cuando habla en casa que cuando lo hace en prime time y solo dice aquello de "La ley de extranjería a la reina Sofía". Folla y es republicano ¿qué pasa?
Maestro comunicador hasta que le escuchas lo suficiente como para oír lo que no dice.
Recuerdo también por esa época de los Pilares de la Tierra una reunión de amigos de la universidad en las que muchos no nos conocíamos. Había un personaje como él, al que casi todos escuchaban fascinados por sus ideas poco convencionales y su lenguaje "procaz". Molaba mogollón. Y entre broma y broma acabó haciendo chascarrillos sobre los homosexuales. Me puse borde.
Más tarde mis amigos me llamaron intolerante, exigente, radical y cerrada de miras. Todo porque había dicho que no quería relacionarme con personas con las que no comparto ciertas cosas básicas que no son negociables. Con la edad he cambiado en muchas cosas. No en esta.
El tercer "puta" (uno de los primeros artículos suyos que leí) aburre a cualquiera que tenga más de 13 años y una adolescencia bien aprovechada. No me disgusta eso, pero lo de las armas, señor mío, como lo de los derechos elementales, son palabras mayores.
No, nunca, jamás.
Y que alguien tan preparado juguetee con eso, en el mismo discurso en el que alude a lo mucho que le pone la voz sugerente de Marilyn cantando el "happy birthday" me repugna hasta la náusea.
Lo siento, desde mi punto de vista, Ken Follet aliña mucho mejor.
Ole! Así se habla Elena ¡Gracias por sincerarte y compartirlo! Opino exactamente igual que tú, tan sólo diría que el personaje es inteligente, sí, pero de listo tiene poco, muy poco y espero que mucha gente le vea el plumero pronto.
ResponderEliminar“La idea de que podéis comercializar candidatos para altos puestos, como cereales para el desayuno, es la última indignidad para el proceso democrático” (D. Stevenson).
ResponderEliminarLa frase anterior es del que fue candidato demócrata en las elecciones presidenciales que ganó Eisenhower, gracias, según se reconoce, a un gran despliegue mediático. Stevenson se negó a tener un asesor de imagen…
En realidad, un eslabón más de dos formas de entender la acción política: la realidad frente a la apariencia. Habitualmente, a quienes les ha interesado el poder por el poder, su adquisición y su conservación, se han centrado más en la imagen, en el control de la opinión pública, en la simulación. Los que se han interesado más en la transformación de las condiciones de la vida de los hombres, se han centrado más en el conocimiento y discusión sobre la realidad social, porque, como diría Enrico Berlinguer, “de la conciencia crítica de la realidad y de la lucha por su transformación, surge la propia sustancia de la vida moral de la persona”.
Por supuesto que esta dicotomía no es nueva. Es un clásico. Una amiga que hizo su tesis doctoral sobre la propaganda política en Roma, me comentó una vez que Marco Antonio tenía perdida la guerra con Augusto mucho antes de la batalla de Actium, porque la campaña de descrédito que había realizado Augusto por todo el imperio había estado tan bien diseñada y ejecutada, que Marco Antonio no tenía, ya, ninguna opción (según parece, estaba tan desacreditado que no tenía ya, ni siquiera, opciones con Cleopatra, y él no lo sabía).
Maquiavelo, considerado como el precursor moderno de la ciencia política, hizo de esto el elemento central de su pensamiento: “El pueblo acaba apoyando a un Príncipe basándose en su imagen, no en su doctrina política”. Consideraba Maquiavelo que las circunstancias sociales y políticas van cambiando, pero que la psicología del hombre resulta inmutable. Así, decía que en el juego entre realidad y apariencia de vicios y virtudes, lo que se ha de controlar siempre es la apariencia, utilizando para ello los resortes psicológicos adecuados.
La obligación fundamental del Príncipe, para Maquiavelo, es la de cuidar su imagen pública. E incluso, antes que eso, desacreditar y enturbiar la imagen de sus oponentes.
Por cierto que, recuperando el pensamiento de los Césares romanos), Maquiavelo consideraba también como un elemento fundamental para la acción política propiciar el entretenimiento del pueblo con espectáculos y fiestas, ya que ello generaba una corriente de simpatía hacia el Príncipe que a ellos se asociaba.
Y nada, así seguimos: tenemos una sociedad tan triturada como la que podría poblar el final de la Restauración, y una “casta” tan corrupta y desacreditada como aquélla. Cuál es la diferencia: entonces había una alternativa que ilusionaba a muchos. Era la alternativa que se ha denominado “la generación del 14”, con su activismo intelectual, su necesidad de “europeizar España”, su regeneracionismo… y su cristalización política en torno a la “Agrupación al Servicio de la República”. Hoy, en cambio, el “establishment” es tan eficaz que no deja cristalizar ninguna alternativa realmente transformadora, y la desacreditación del “15 M” ha sido un juego de niños para los preparados “técnicos de lo atractivo” al servicio del poder político y económico.
Y de repente… ¿qué ha pasado? ¡Con sólo unos meses y sin apenas presupuesto aparecen estos como la tercera fuera del país! ¡De ninguna manera, hay que conjurar este fenómeno, antes de que se transforme en una esperanza colectiva!
¿Y cómo se neutraliza esta alternativa? Parece que, una vez más, el poder asentado no quiere (porque tal vez no puede) acudir a la realidad, a los datos tozudos de paro, PIB, distribución de la riqueza, servicios públicos, esfuerzo fiscal… No, nada de eso: ¡la imagen, la imagen es lo que cuenta!. Así que ¡frikis sobrevolando el cielo de Madrid! Desaliñados, por supuesto… No puedo evitar el recuerdo de Cleopatra haciéndole la cama a Marco Antonio mientras se acercaba al calor del gran sol de Augusto.
Anguebus
Gracias Salvador, si leíste un post anterior verás que no discrepamos mucho en eso, cualquiera, con datos históricos o con su sola experiencia de vida, sabe lo importante que es saber transmitir lo que se quiere hacer.
ResponderEliminarNo entro en las propuestas de la formación política, no entro siquiera en la formación política.
Una cosa es ser hábil mediáticamente y otra que no tiene nada que ver es hablar de derecho a portar armas como base de la democracia.
Para mí es indefendible.
Un abrazo y gracias otra vez, por leer y molestarte en comentar
Gracias a ti, Elena, siempre interesante intercambiar opiniones contigo.
ResponderEliminarPoco conozco del programa de Podemos, pero la verdad es que ni creo que defiendan el derecho a portar armas ni, mucho menos, que sea un elemento mínimamente significativo de su programa.
Lo que me preocupa y quería poner en evidencia es el encanallamiento de la política. Eso del "todo vale" para destrozar a un adversario. El poder político y el poder mediático son unas auténticas máquinas de destrozar reputaciones. Si no, que se lo digan a Snowden (supuesto violador) y al Sargento Maning (supuesto supuesto). Todo vale para despistar y para desorientar respecto a sus mensajes y sus denuncias.
La verdad es que en tu post sobre Pablo Iglesias veía algo de eso, y la verdad que no entendía muy bien a santo de qué. Pero seguramente ha sido sólo eso, que yo no lo he entendido bien.
Un abrazo,
Anguebus
Solamente una pequeña aclaración para Anonimo 18:30: me parece que estás confundiendo a Edward Snowden con Julian Assange, al escribir "Snowden (supuesto violador), porque a quien acusan de vuiolador es a Assange, no a Snowden.
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