sábado, 31 de mayo de 2014

Mujeres ¿cuándo seremos hermanas? (I)

Tengo un dolor de cabeza espantoso, de esos que te hacen pensar que el cráneo se ha quedado pequeño y el cerebro palpita dentro tratando de hacerse hueco.
He acudido a la química, en dosis de 1 gramo, por ahora ha sido insuficiente. Se me ha ocurrido pensar que el número de "posts" pensados y no escritos puede tener algo que ver, así que voy a posponer el plan B (oscurecerlo todo y dormir, dormir, dormir) e intentarlo, tal vez dejándolos salir, se alivie la presión. 
Ayer viernes tuve la gran suerte de ser invitada a asistir a un desayuno ofrecido por Change.org aprovechando la visita a España de su presidenta: Jennifer Dulski 



Y allí me encontré con un nutrido grupo de mujeres interesantísimas, que me hacían pensar que yo no pintaba nada allí, pero también, estar segura de que no pensaba decirlo. Ahí estamos en la foto de izquierda a derecha, Mónica Esteban, Carmen Gayo, Sonia Sánchez Plaza, yo, Beatriz Becerra, Jen Dulski, Maria Rosa Rotondo, Irene Milleiro, Yolanda Domínguez y Dolores González Pastor. También asistieron Carina Szpilka y Ángeles Álvarez, pero no pudieron quedarse al momento del retrato.

Hablamos y nos escuchamos, en inglés fluido o a trompicones. Se trataba de aportar pequeñas pinceladas sobre el papel de la mujer, sobre cómo podemos ayudar a otras mujeres a lograr sus objetivos. En definitiva, pensar en actitudes, iniciativas, prototipos, gestos, cualquier cosa que nos permita seguir evolucionando como especie en algunos aspectos que tenemos atascados.

Se opinó sobre cuotas, sobre el error que suponía confundir horas presenciales en los puestos de trabajo con productividad, sobre hijos y mayores, sobre dependientes. Se habló de la potente herramienta que supone la tecnología en manos de las mujeres, sobre niñas que leen cuentos, sobre educación y política. Sobre mujeres que ostentan poder y sobre otras que son realmente poderosas.
Sobre familia y prioridades, empatía y aprendizaje.
Sobre convertir en reivindicación lo que es cotidiano. Sobre trabajar desde el parque, o marcar reglas como salir a las 2 para comer con tus hijos pequeños.
Sobre parejas, sobre equilibrios.

Personalmente tenía poco que aportar. Todavía estoy en la fase de asombro y preguntas. Sigo preguntándome, igual que he hecho desde niña, cómo es posible que siendo tantas, tan necesarias y tan valiosas siga siendo necesario que nos preguntemos estas cosas.
¿Qué hacemos mal, o qué no hacemos, para que este desayuno sea necesario y tenga tanto sentido?
Tal vez sea una cobarde, pero delego la respuesta en nuestras hijas. Porque tengo tanta fe en la formación, en la educación y en el ejemplo, que sus vidas serán quienes nos den o quiten razones.
A ellas me remito. A ellas me debo.

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