- La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, el libre desarrollo de la personalidad, el respeto a la ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social
María José, Valle, Ester, Laura, Eva, Amaya, Nacho...
Son los nombres que le vienen a la mente y le salen de corrido, cuando le preguntas a Mónica, cómo alguien como ella ha puesto en marcha un proyecto tan grande como Juegaterapia.
Todo empezó el día que Mónica supo a través de una amiga, que el niño pequeño de una conocida, estaba ingresado en el hospital para ser tratado de un cáncer.
Mónica tenía en casa una consola con la que no jugaban sus hijos. Cuenta que cada vez que la veía colocada en el mueble lamentaba el desperdicio que suponía. Conectó los puntos y se preguntó si no podría servir para distraer al niño hospitalizado.
A él no le hacía falta, pero al niño de la cama contigua le haría feliz, le respondieron. Y se la hizo llegar junto a unos dibujos realizados por sus propios hijos. Un mensaje de ánimo entre iguales: la empatía de los que no te conocen pero hablan tu mismo idioma, el de los dibujos y los juegos.
La reacción de ese niño prendió un incendio en la cabeza de Mónica. Tanteó su idea con unos pocos amigos a ver qué ocurría: pidió consolas que no usasen y ofreció a cambio un desayuno.
Ya estaba en marcha Juegaterapia.
Su oficina es un lugar acogedor, huele a café y magdalenas. Allí, todas esas magníficas mujeres se sientan alrededor de una mesa y se cuidan unas a otras. Es palpable el cariño que se profesan, es palpable la alegría y el apoyo mutuo.
Me preguntan por lo mío y se sorprenden admiradas. Ellas, que cada día logran que a muchos pequeños valientes, la quimio se les pase volando. Ellas que han conseguido crear un jardín en la cubierta del Hospital La Paz de Madrid. Ellas, cuya ambición carece de límites cuando se trata de esos niños y ya tienen casi ultimado el segundo jardín, en el 12 de Octubre.
Cuando Mónica vio la respuesta que unos pocos e-mails habían logrado, se puso nerviosísima y esa noche no durmió. Esta mujer tenaz y llena de imaginación, solo necesitó - y sigue necesitando cada viernes - las sonrisas y el ejemplo de los ocupantes de la planta de oncología pediátrica para continuar haciendo cosas sorprendentes.
La tarea es tan sencilla, como solo lo parecen las buenas ideas una vez que alguien las ha puesto en marcha. Merece la pena ver esta charla TEDx para entenderlo.
Cuando Mónica vio la respuesta que unos pocos e-mails habían logrado, se puso nerviosísima y esa noche no durmió. Esta mujer tenaz y llena de imaginación, solo necesitó - y sigue necesitando cada viernes - las sonrisas y el ejemplo de los ocupantes de la planta de oncología pediátrica para continuar haciendo cosas sorprendentes.
La tarea es tan sencilla, como solo lo parecen las buenas ideas una vez que alguien las ha puesto en marcha. Merece la pena ver esta charla TEDx para entenderlo.
Llevo varios días dándole vueltas a este post, a casos como el de Mónica. Pequeñas ideas, convertidas en enormes gestas que nos benefician a todos.
Mónica dice que no es difícil en absoluto y lo hace con tanta suavidad que casi podría creerla. A fin de cuentas, ¿quién no ha ofrecido algún objeto que ya no necesita o quiere, a algún vecino o conocido de un conocido, alguna vez?
¿Qué madre no ha dado los juguetes de sus hijos a otros niños, parientes o no, cuando estos crecen? ¿quién no ha facilitado a un joven que se emancipa, el sofá que pensaba cambiar?
Tiene razón, no es necesario un cociente intelectual extraordinario, ni un doctorado en el MIT.
Pero ¿porqué este pequeño gesto altruista de Mónica se ha convertido en una labor objetivamente buena y deseable para la sociedad? ¿Qué hay de diferente? y lo más interesante ¿cómo podemos ayudar a que su ejemplo prolifere?
Yo ví en ella 3 características que me parecieron muy significativas: valentía, creatividad, y tenacidad, aderezadas con un ingrediente esencial sin el cual, estoy segura, el proyecto no sería lo que es hoy: la respuesta confiada de las personas a las que acudió.
Mónica fue valiente, más que valiente, fue osada, descarada en su alegría. Se lanzó a dar el primer paso, cuando la emoción de ese niño todavía le calentaba el corazón y le quitaba el sueño.
Fue creativa, porque probablemente sin ser muy consciente de ello al principio, logró hacer vivir a los demás la misma experiencia que ella había sentido: el placer de ayudar a un niño a curarse. Un niño con cara y voz, un ser real, cuyo sufrimiento se ve aliviado gracias a un pequeño gesto.
Y fue tenaz. Es tenaz, para ser sistemática y organizar cuidadosamente los detalles, sin rendirse ni desviarse de su objetivo. Sabía que lo que había iniciado era bueno y atrajo a los que lograron que se hiciera aún mejor. Una especie de selección positiva que se realiza casi sola. Con sus propias palabras: cuando alguien no comparte la alegría, simplemente lo dejamos pasar.
Pero ¿qué hubiera ocurrido si esos primero e-mails no hubieran obtenido respuesta? No sé si es necesario preguntarse eso, realmente creo que nunca se habría dado la circunstancia. Cuando confluyen determinadas personas, causas y maneras de enfocar los problemas, lo difícil es que no recibas la confianza de los demás. Confianza que te vuelve confiable, que no te llama loca, sino magnífica.
Es realmente sorprendente cuánta gente está dispuesta a facilitarte los medios, a alquilarte gratis su inteligencia y participar con minúsculos pero fundamentales granitos de arena, en proyectos colaborativos desinteresados absolutamente interesantes. El que no sea capaz de ver el inmenso beneficio que a todos los niveles: personales, intelectuales, laborales y humanos se obtiene, es que está absolutamente ciego.
¿Qué madre no ha dado los juguetes de sus hijos a otros niños, parientes o no, cuando estos crecen? ¿quién no ha facilitado a un joven que se emancipa, el sofá que pensaba cambiar?
Tiene razón, no es necesario un cociente intelectual extraordinario, ni un doctorado en el MIT.
Pero ¿porqué este pequeño gesto altruista de Mónica se ha convertido en una labor objetivamente buena y deseable para la sociedad? ¿Qué hay de diferente? y lo más interesante ¿cómo podemos ayudar a que su ejemplo prolifere?
Yo ví en ella 3 características que me parecieron muy significativas: valentía, creatividad, y tenacidad, aderezadas con un ingrediente esencial sin el cual, estoy segura, el proyecto no sería lo que es hoy: la respuesta confiada de las personas a las que acudió.
Mónica fue valiente, más que valiente, fue osada, descarada en su alegría. Se lanzó a dar el primer paso, cuando la emoción de ese niño todavía le calentaba el corazón y le quitaba el sueño.
Fue creativa, porque probablemente sin ser muy consciente de ello al principio, logró hacer vivir a los demás la misma experiencia que ella había sentido: el placer de ayudar a un niño a curarse. Un niño con cara y voz, un ser real, cuyo sufrimiento se ve aliviado gracias a un pequeño gesto.
Y fue tenaz. Es tenaz, para ser sistemática y organizar cuidadosamente los detalles, sin rendirse ni desviarse de su objetivo. Sabía que lo que había iniciado era bueno y atrajo a los que lograron que se hiciera aún mejor. Una especie de selección positiva que se realiza casi sola. Con sus propias palabras: cuando alguien no comparte la alegría, simplemente lo dejamos pasar.
Pero ¿qué hubiera ocurrido si esos primero e-mails no hubieran obtenido respuesta? No sé si es necesario preguntarse eso, realmente creo que nunca se habría dado la circunstancia. Cuando confluyen determinadas personas, causas y maneras de enfocar los problemas, lo difícil es que no recibas la confianza de los demás. Confianza que te vuelve confiable, que no te llama loca, sino magnífica.
Es realmente sorprendente cuánta gente está dispuesta a facilitarte los medios, a alquilarte gratis su inteligencia y participar con minúsculos pero fundamentales granitos de arena, en proyectos colaborativos desinteresados absolutamente interesantes. El que no sea capaz de ver el inmenso beneficio que a todos los niveles: personales, intelectuales, laborales y humanos se obtiene, es que está absolutamente ciego.
Hay muchas maneras de expresarlo. Mónica lo hizo así :
"Yo pensaba que era feliz, pero no te puedes imaginar, lo feliz que se puede llegar a ser"
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