sábado, 27 de abril de 2013

Mamones, que diría la RAE

Dice el diccionario de la RAE (segunda acepción) que la voz "mamón" alude a aquellos que maman mucho, o más tiempo del regular.

Cuando , leyendo este artículo, me vino el término a la cabeza, no pude evitar reírme. No se me escandalice nadie, no aludía a la acepción ofensiva, sino a la imagen de un niño que se niega a soltar el pecho que lo alimenta a pesar de que hace mucho tiempo ya que debió aprender a comer y masticar alimentos más complejos usando sus propios dientes.

Dietas, dietas y parlamentarios. La secuencia de hechos es larga, me apetece contarlos como se han hilado en mi cabeza.
Hace muchos meses Ana María del Castillo Clavero creó una petición en change.org  pidiendo al Congreso de los Diputados, representado en la persona de su presidente el Sr Posada, que anulasen las dietas de alojamiento que perciben los diputados de fuera de Madrid que tenían casa en esta ciudad.
A principios de este año la asociación Democracia Real Ya, presentó una querella en esta línea, contra una lista de diputados que a su juicio incurrían en malversación de fondos al recibir las dietas antes mencionadas y poseer vivienda en Madrid. Este miércoles dicha querella fue inadmitida por el Tribunal Supremo

Indignación, cabreo e insultos de pensamiento, vale. Pues no y me explico.

En el artículo de El Mundo se adjunta el auto del tribunal por el cual se desestima la querella presentada. Uno lo lee buscando, de buena fe, una explicación a tanto atentado al derecho natural, o al menos a lo que el común de los mortales llamaría justicia. Yo la he encontrado. Un tribunal no puede decir que algo que se ajusta a la ley es un delito. Y así están las cosas, es legal, es perfectamente ajustado a norma que los diputados electos por Madrid perciban  870,56 € y los de circunscrpciones distintas 1.823,86 € cada mes y que dichas cantidades estén exentas de tributación.

Lo deja meridianamente claro el Supremo cuando en varias ocasiones a lo largo del auto establece las condiciones que han de cumplir dichas retribuciones según el Reglamento de la Cámara:

Antes de empezar, comencemos por no llamarlas dietas ya hay previsto un apartado de dietas para desplazamientos (150€/día si son fuera del territorio nacional y 120€/día para los de casa)- son indemnizaciones para cubrir los gastos indispensables para el cumplimiento de su misión (8.2 RCD) 
  • No han de singularizarse las distintas indemnizaciones, es decir es una cantidad a "tanto alzado".
  • El diputado no ha de justificar a qué destina esta cantidad: "Esa partida de gastos dice la Secretaria General del Congreso, atendiendo a evidentes criterios de ahorro en la gestión, no tiene que ser objeto de justificación o de autorización por parte de la Cámara, a diferencia de otros gastos que si lo exige el régimen interno".
  • Por último, no han de declararse a Hacienda las cantidades percibidas bajo este concepto.

Y tras esto se entiende perfectamente todo el asunto. ¿Por qué muchos ciudadanos y periodistas han interpretado que esa cantidad (que es casi el triple que el salario mínimo interprofesional) estaba destinada al alojamiento de los diputados? Pues probablemente porque la cantidad que reciben diputados de circunscripciones distintas a Madrid (1.823,86 €) es más del doble que la que perciben los electos por Madrid.

Pues estábamos muy equivocados, no es por eso, es porque sí. Porque por lo visto hay una serie de gastos imprescindibles para el ejercicio de la misión, que han de sufragarse, y para ahorrar en gestión, mejor no lo hacemos detalladamente y contra factura (como nos pasaría a cualquiera de nosotros en nuestro trabajo) y además como son gastos, pues dichas cantidades están exentas de tributación. Pero lo mejor es lo del "tanto alzado". Así, a bulto, para lo que sea menester y que vaya surgiendo. Seré una ignorante, pero cada vez que he incurrido en un gasto necesario para el desarrollo de mi labor profesional, he guardado la factura que demuestra que dicho gasto es, en efecto necesario, y por lo tanto deducible.
Es una lectura apasionante el: régimen economico de los diputados

A modo de detalle enternecedor, la querella presentada (y el auto lo refleja) alude al hecho de que un diputado (*) destina esa cantidad a una ONG. El tribunal por supuesto responde que eso entra dentro de la ética y situación personal y son asuntos en los que, está claro, la jurisdiccional penal no debe entrar.
(¿Convertir en ético lo que es legal?)

En resumen: nos equivocamos con el enunciado. No hay que pedir que renuncien a nada por elegancia. Hay que exigir, que se realicen los pagos contra factura y pasen todos ellos bajo los ojos celosos del Ministerio de Hacienda. 



(*) Deduzco que se refieren al diputado de UPyD Toni Cantó, a tenor de lo que leí en esta entrevista:  Jot Down entrevista a Toni Cantó




domingo, 21 de abril de 2013

Elogio de la mediocridad

Hay un juego mental que me gusta practicar, consiste en coger una frase, titular o eslogan y aplicarla en distintos escenarios. Es como hacer una foto a la pared de un adolescente o pasar revista a un montón de camisetas. Este ejercicio puede no ser más que un pasatiempo, pero me sirve para analizar mis propias reacciones y ser un poco más escéptica a la hora de procesar la información que recibo.

Twitter está lleno de estas frases, sus 140 caracteres no dan para exponer el contexto, a veces ni siquiera para enlazarlo, así que las frases suelen sonar huérfanas de paisaje.

La última sentencia con la que ando jugueteando dice así: "El consenso sólo te llevará a la mediocridad" **

En mi cabeza sonó esto * (me tengo que mirar lo de las asociaciones musicales automáticas, no estoy segura de que sea sano):


Mi primera reacción fue interpretarla desde la perspectiva del individuo, como elogio de la singularidad, una invitación a abandonar el rebaño, (like a sheep runs from the herd), en definitiva, a no necesitar la aprobación del resto para tomar cualquier decisión. Y me pareció un objetivo deseable.

A continuación la pensé desde dentro del grupo, (contexto político) y recordé la respuesta que recibí no hace mucho tiempo cuando pregunté por las posibilidades que tenía una ley, que concita odios de todos los colores, de sobrevivir a la legislatura de turno:  la gente valorará sus efectos beneficiosos y podremos seguir desarrollándola 4 años más. El estupor me ayudó a contener la carcajada.

El consenso tal vez pueda rebajar la supuesta excelencia pero garantiza la puesta en práctica y la continuidad de las buenas ideas.
El consenso da tiempo a interiorizar los cambios y permite ir más allá de lo inicialmente previsto. Como efecto colateral convierte en  co-responsables de los efectos a todos los que intervienen, con lo que es más sencillo buscar soluciones sin perder tanto tiempo en encontrar culpables en caso de que estos sean fallidos, o seguir mejorando las políticas en caso de ser exitosas.

Por último me di una vuelta por la cuestión del sexo, y sin poder evitarlo juzgué la máxima como típicamente masculina (ya, ya sé que es una generalización injusta) ¿Por qué? No sé si sabré explicarlo, pero lo asocié con un estudio realizado sobre el apoyo que recibe la democracia por sexos en países africanos que vi aquí
Es llamativo que sean las mujeres las que en mayor medida piensan que a veces una forma de gobierno no democrática es preferible. Tal y como se expone, parece que la hipótesis que manejan para explicarlo sea que en estos países, el cambio de régimen suele ir acompañado de conflictos civiles, y está más o menos demostrado que las mujeres sufren en mayor medida que los hombres las consecuencias de dichos conflictos. A eso añadiré que también los niños, y en realidad es como volver a decir las mujeres, ya que en los países objeto de estudio, es la mujer la responsable de su supervivencia. En estos casos la mediocridad puede ser la diferencia entre una vida difícil y un conflicto glorioso.

No sé, la verdad, a veces me resulta muy complicado elegir la excelencia frente a la mediocridad del consenso.






* Minority de los Green Day. Una de mis canciones fetiche, magnífica especialmente cuando sales a correr por ahí, medio en cueros y sudando la gota gorda y necesitas algo que explique tu absurdo comportamiento, o al menos que te dé una dosis de adrenalina suficiente para seguir sudando unos minutos más.

** La frase probablemente está sacada de un libro sobre economía que se ha publicado recientemente y que estoy segura, es magnífico, a tenor de las ventas y elogios que leo sobre él.

sábado, 13 de abril de 2013

Metro y magdalenas

Nunca imaginé que me postraría ante la librería de "autoayuda". De rodillas entre el coaching y la felicidad interior, buscaba un libro sobre meditación. Estaban en el nivel más bajo de la estantería, a ras de suelo y no podía evitar pensar que aquello era algo simbólico.
Había leído por ahí que el hábito de meditar mejoraba sustancialmente la capacidad de concentración y la memoria entre las muchas virtudes que se le atribuyen.

No es que me vea capaz de meditar de manera seria y continuada, pero bueno, tampoco me veía capaz de desear salir a correr (yo, que en el instituto me escondía tras la primera vuelta al circuito y salía cuando consideraba que estaba a punto de finalizar el tiempo estimado por el profesor) y me he visto, así que apliquemos el principio de que mis convicciones más apasionadas son fundamentalmente provisionales en tanto que la realidad me demuestre otra cosa.

Cuando entré buscaba 4 libros. Salí solo con dos. Y mi bolsa no era mía, o al menos no me lo parecía. Vas a comprar "La educación de Henry Adams" y te marchas con un best seller de meditación y otro de conversaciones entre un rabino y un cristiano de pro. Cierto es, que el segundo lo compré pensando en regalarlo a otra persona, pero no lo es menos que según lo hojeaba, decidí leerlo yo primero.

Con el espíritu aturdido por mi propio desconocimiento, pensando si el contenido de mi bolsa quería decirme algo, entré en el túnel del metro, de esa manera en la que se entra tantas veces, la mente distraída recorriendo el camino familiar. Y mi extraña yo, terminó por sorprenderme de nuevo. Unos acordes de guitarra sonaban, aún no sabía dónde, pero sonaban bien, y hacia allá fueron mis pies. Era el Ojalá de S. Rodríguez.
No me gusta Silvio Rodríguez, como no me gustaba correr y como nunca pensé que me pararía ante la librería maldita y "vergonzante". Pero Ojalá, estaba clavada en mi cerebro desde que la escuché en los cassettes de mis hermanas mayores. Una y otra vez la ponían, y la verdad que adoraba aquel estribillo que me transportaba a mucho tiempo atrás, cuando observaba fascinada a mis hermanas maquillarse y hacerse "la toga" para disfrutar de una melena lacia antes de salir los viernes.

Me acerqué al músico, deposité mi moneda y me retiré a un rincón discreto en la curva del túnel a escucharlo sin ser vista, mientras canturreaba bajito esperando la llegada de la luz cegadora y el disparo de nieve.
Supongo que debía resultar algo peculiar mi estampa en esos momentos, porque entre el río de personas que pasaban a mi lado, un grupo de adolescentes con edad de haber dejado ya de serlo, se alteró y cuchicheó.
No me inmuté, la luz cegadora estaba muy cerca, una mirada de reojo y vi que se volvían y me miraban descaradamente. Me giré, les saqué la lengua, y dije: BUUU!
Nunca sabré su reacción, porque el estribillo había comenzado y la mueca no llegó a salir de mi imaginación.

Me dijo mi padre que las cosas hay que hacerlas en su momento, porque de lo contrario se suelen hacer tarde y mal. Mientras entraba en el vagón pensaba en mi adolescencia obediente. Tarde y mal o lo que es peor, papá: nunca.

sábado, 6 de abril de 2013

Cuestas. Breves

Una mujer mayor en un cruce de calles, parada en la calzada. No sé cuánto tiempo lleva allí plantada. En el centro una glorietas pequeña, y cuatro calles, dos de ellas con una pendiente endemoniada.
Al pasar un vehículo junto a ella, gesticula moviendo sus brazos, parecería que se ha asustado, que no lo ha visto venir. El vehículo prosigue la marcha y gira en una de las calles, la mujer le vuelve la espalda y sigue mirando a un lado y otro gesticulando. El coche se detiene un poco más arriba, el conductor mira por el retrovisor y cambia el sentido de la marcha. Despacio llega hasta la altura de la mujer, baja la ventanilla y pregunta: ¿Se encuentra bien? ¿Necesita ayuda?.
Una mirada implorante y simplemente dice: no puedo subir la cuesta.
El coche reanuda la marcha con la anciana dentro. Se detiene al final de la cuesta, aparca mal, pero a estas alturas se le perdona todo. Se bajan. El piloto acompaña a la mujer hasta la entrada del portal, porque también ante su portal hay un trecho de escaleras. Ella mira agradecida, juraría que llora.

La vida es una mierda cuando la edad se junta con la soledad y las cuestas.

Conversación. Breves

Inicio de conversación

-Es blanca prácticamente
-Bueno, pero si te fijas tiende a oscuro cuando lo miras desde aquí.
-A ver, te lo voy a explicar: es blanca
-Pero espera, que la luz engaña.
_Tú estás ciego y además no escuchas.

Fin de conversación