martes, 28 de marzo de 2017

Teoría de Juegos, Murcia edition

Autor invitado: @demostenes_av



Durante todo este último mes parte del circo político patrio ha estado centrado en la región de Murcia, con la imputación del Presidente de la Comunidad, Pedro Antonio Sánchez, y el incumplimiento del pacto de investidura que su partido, el PP, firmó con Ciudadanos para conseguir la presidencia de Rajoy.

La posición de Ciudadanos nunca fue fuerte, ya que sólo cuenta con 4 de los 45 diputados de la Asamblea Regional. Sin embargo, la igualdad de los otros dos bloques (22 para PP, 19 para PSOE + Podemos) en teoría le permite ejercer de bisagra para darle el control de la comunidad autónoma a unos u otros.

Crédito: Web de la Asamblea Regional de Murcia

Ese papel de bisagra es, sin embargo, casi puramente sobre el papel. Si bien sería factible que se entendiese con el PSOE, es conocida y notoria la diferencia ideológica que separa a Ciudadanos de Podemos, y resultaría francamente extraño que un partido aupara al otro al gobierno. 

El incumplimiento del pacto de investidura significaba que Ciudadanos tenía que reaccionar. Y así lo hizo... pero tibiamente. Primero, con la ruptura del pacto de gobierno en la comunidad el 2 de marzo, lo cual apenas implicaba nada. Una semana después, elevaba el tono con amenazas de apoyar una hipotética moción de censura ante la decisión del PP de mantener a Sánchez en su puesto, pero con un generoso plazo de 19 días. Además, una de las condiciones para ese apoyo sería que se convocasen elecciones anticipadas en lugar de simplemente reemplazar al presidente por algún candidato del PSOE, segunda fuerza de la comunidad. Ésto probablemente se interpretó desde el PP como una reticencia a seguir por esa vía hasta el final, sobre todo teniendo en cuenta que también requeriría la participación de Podemos, que más que probablemente exigiría alguna compensación política por ello. Por el motivo que sea, parecen decididos a ver el farol de Ciudadanos.

Ante dos opciones malas desde el punto de vista de Ciudadanos, intentar salirse por la tangente con una petición de ese tipo puede parecer la mejor opción para no asumir un coste político. Sin embargo, no hace nada más que poner de manifiesto la debilidad de su posición. Una de las premisas básicas de la teoría de juegos es que para tener poder de negociación, las amenazas de uno han de resultar creíbles. Si Ciudadanos se muestra orgánicamente incapaz de apoyar al tándem PSOE-Podemos, el PP no tendría ningún incentivo para ceder en ninguna de sus peticiones, ya que saben que no tendría coste para ellos.

De la misma forma, tampoco tendrían ninguna capacidad de influir en el otro bloque, por dos motivos: primero, por saber que nada de lo que ofrezcan puede ser aceptado si conlleva que Podemos entre en el gobierno de Murcia; y segundo, que saben que un posible apoyo continuado al PP con un presidente imputado sólo puede desgastarles y quizá atraerles votos a ellos. Quizá por ello el PSOE está forzando la situación presentando una moción de censura incluso sin cerrar previamente un acuerdo con el resto de fuerzas. Si fracasan, el peso recaerá íntegramente en Ciudadanos y en Podemos. La indecisión en esta coyuntura dista mucho en esta ocasión de ser el punto medio virtuoso entre extremos.

Quizá sea muy fácil decirlo desde fuera, pero a mi juicio la mejor alternativa habría sido seguir dos reglas claras: 1º, que cualquier mayoría alternativa es legítima, ya que al fin y al cabo representa a una buena parte de los votantes; y 2º, que en una democracia parlamentaria, lo principal es respetar las reglas del juego, tanto las leyes que conforman un Estado de Derecho como los acuerdos a los que se llegan con otras fuerzas. Ello implica que un partido que falta a su palabra debe ser castigado, incluso si ello le da el gobierno a otra fuerza con la que se discrepa profundamente en el plano ideológico. A corto plazo puede resultar doloroso, pero a largo plazo resulta imprescindible que todos sepan que incumplir compromisos tiene consecuencias. De lo contrario, el capital político de sus socios se evapora.

Desde el punto de vista estratégico, una postura clara, decidida desde el inicio, incluso antes de la crisis en Murcia, habría reforzado la posición de Ciudadanos y hecho que el PP se lo pensase dos veces antes de lanzarles un órdago.  No es impensable que esto sea un tanteo, una vuelta de tuerca más para ver hasta dónde pueden forzar los límites (ya bastante estirados) en el acuerdo a nivel nacional, que alguno de sus dirigentes consideraba "lentejas". La animadversión mutua entre Ciudadanos y Podemos es en este caso una debilidad, sobre todo para los primeros.

Además, si las condiciones hubieran estado claras, la responsabilidad de darle el gobierno a PSOE y Podemos habría recaído únicamente en el PP. Tal y como se ha desarrollado la situación, vote lo que vote Ciudadanos en la moción quedará como una decisión obligada e improvisada y que implicará un coste político, tanto en la región como posiblemente a nivel nacional. Un partido como Ciudadanos, al borde de verse fuertemente perjudicado por el efecto electoral de las circunscripciones provinciales, no puede permitirse no aparecer como decisivo.

Desde un punto de vista de funcionamiento democrático, las líneas rojas y los bloqueos mutuos representan un problema considerable en un sistema parlamentario sin mayorías claras. Y parece que ese es el escenario al que se dirigen en Murcia. Creo que haríamos bien en dejar de ver como impensable el apoyo puntual a otros partidos rivales si está debidamente justificado.

En el nuevo panorama político tras las elecciones del 20D y el 26J, con un parlamento fragmentado y sin mayorías claras, creo que resulta imperativo que los partidos puedan llegar a acuerdos entre sí. Las luchas partidistas no pueden primar sobre la búsqueda de acuerdos y alianzas, estables o puntuales, so pena de llegar a una situación de bloqueo que ya nos llevó a unas segundas elecciones y estuvo a punto de llevarnos a unas terceras. Si sumamos a ello falta de confianza mutua, éstas situaciones pueden ser no sólo más normales sino inevitables. La experiencia reciente a nivel nacional puede hacernos pensar que es no es tan grave, pero tuvimos la suerte de que nos pillara en una fase de recuperación internacional. Si ese bloqueo de casi un año hubiera tenido lugar en una fase más crítica las consecuencias podrían haber sido bastante peores.

lunes, 20 de marzo de 2017

"Cómo triunfan los niños". Un libro de Paul Tough


"Cómo triunfan los niños" Determinación, curiosidad y el poder del carácter. Paul Tough
Editorial Palabra 

https://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Arthur_Rothstein,_Boy_building_a_model_airplane_as_girl_watches,_FSA_camp,_Robstown,_Texas,_1942.jpg
From es.wikipedia.org
Archivo Arthur Rothstein, "Boy building a model airplane as girl watches",
FSA camp, Robstown, Texas, 1942

Leí sobre este libro hace años en el blog Farnam Street y al igual que sucede con las listas semanales que te sugiere Spotify (siempre incluye canciones que ya conoces y sabe que te gustan para llevarte de la mano a nuevos descubrimientos) el recuerdo de conceptos familiares hizo que lo comprara y empezara a leerlo a las pocas horas de recibir la recomendación de Berta Gª de Vega (@martinidemar ).
Creo que es un libro que deberíamos leer todos aquellos a los que nos importa la educación, nos interesa el aprendizaje, nos preocupa la pobreza o les gusta el ajedrez. Si tienes niños pequeños o adolescentes puedes encontrar herramientas interesantes y despejar prejuicios. Por último, si te fascina la política, verás perfectamente retratados algunos sesgos de derecha e izquierda que llevan mucho tiempo fastidiando a los que dicen querer ayudar. Una vez que los ves no puedes parar de reconocerlos en asociaciones y partidos varios.

Es un libro escrito por un canadiense casi americano y, me atrevería a decir, para un público sobre todo americano. La actitud de los "yankis" muchas veces nos parece a los europeos demasiado inocente y excesivamente entusiasta. Nuestra tendencia al pesimismo contrasta brutalmente con las ganas de solucionar cosas mediante esfuerzo y optimismo que irradian la mayoría de las actividades que los americanos idean. Sí, nos da "vergüencilla" esa actitud desinhibida y apasionada pero luego escuchamos a Michelle Obama y lloramos de envidia.
Esa actitud vital la he visto muchas veces en sus aproximaciones a la educación. Supongo que de cada diez intentos solo les funciona uno pero es encomiable el empeño y la energía que demuestran en seguir intentándolo, en demostrar que hay herramientas y no es aceptable dar por perdido a nadie y mucho menos que a nadie a ningún niño.

El libro tiene algo estupendo: una extensa bibliografía que recoge estudios, experimentos y "papers" sobre todo aquello que le ha llevado a escribir el libro que ha terminado escribiendo.
Quizás porque pasaron muchos años creyendo que las políticas públicas habían de demostrar su eficacia, documentan cada intento serio que recibe fondos y no parecen tener pudor en concluir que algo, que parecía muy prometedor y "excitante", no ha servido para nada. Tienen datos, muchos.

Cuento todo esto porque durante la lectura he pasado de la sonrisa irónica al asombro y vuelta a la una y al otro. La experiencia y prejuicios del lector inclinarán la balanza en un sentido u otro. Personalmente lo califico entre los libros que me han enseñado cosas interesantes y han cambiado mi visión de ciertos temas.

¿De qué va este libro?
Va de pobreza y niños.
No. Va de los efectos de la pobreza en los niños.
No. Explica cómo la pobreza en la infancia puede destruir tus oportunidades en la vida y sobre todo y especialmente, va de qué podemos hacer para minimizar sus estragos.

La pobreza sostenida, sobre todo en la infancia, casi nunca viene sola. Se acompaña de estrés, de ausencia de paz y confianza básicas para crecer, de tensión constante en el hogar y muchas veces de traumas.
Ante eso tratamos de sobrevivir y nos adaptamos como mejor sabemos hacerlo: utilizando los mecanismos físicos y psíquicos de los que disponemos. Es lo que se denomina "carga alostática" (Evans & Schamberg 2009) efectos físicos de tener el sistema de respuesta al estrés sobrecargado. Pues parece bastante aceptado que cuanto mayor es este indicador peor para las funciones ejecutivas y la memoria de trabajo. Esta memoria es un mecanismo de almacenaje de nuestro cerebro que nos permite mantener cierta cantidad de información activa durante un corto periodo de tiempo y manipularla. Es imprescindible para tareas como la comprensión lectora o la resolución de problemas y sobre todo es fundamental para el almacenaje de larga duración.
Hay algo odiosamente injusto en esto.

El resto del libro es un repaso a lo que se sabe que se puede mejorar y lo que se sabe que no funciona. Tal vez, como padres o profesores, no podamos eliminar de un plumazo las situaciones de pobreza sostenida que destruyen el futuro de muchos niños, pero sí podemos desarrollar herramientas que les ayuden a sobrevivirla, reducir esa desventaja de partida y, como dice Tough, triunfar.

Explica, por ejemplo, los trabajos sobre el apego seguro en la primera infancia, la maleabilidad de la inteligencia, la relativa importancia del CI, lo mal que podemos llegar a interpretar los test que lo miden y se centra especialmente en aspectos poco trabajados como el carácter.

No lo hacemos bien con el carácter, ni los padres ni los colegios. Sabemos que para tener oportunidades y una vida más o menos plena hay cosas que deseamos fomentar en nuestros hijos: valor, perseverancia, curiosidad, optimismo, interactuar socialmente, autocontrol, frustración, amabilidad, integridad, determinación, tolerancia... Creemos que el ejemplo basta, que la información basta, que el carácter es innato o se elige.
Nos maravillan los casos de éxito de personas que teniendo todo en su contra se alzan sobre la adversidad y acaban montando un imperio o realizando una proeza. Creemos que son seres especiales con dotes especiales. Puede ser, pero no es la única vía de obtener esos "superpoderes" que te convierten en una persona resiliente.

El carácter, como la inteligencia, es maleable. Se trabaja, se observa y se modifica.

No se aprende si no se fracasa. No se fracasa si no te enfrentas a situaciones en las que existan posibilidades reales de fracasar.
"Aprender es difícil: ese es el problema. Es divertido, emocionante y gratificante pero a veces es agotador, desesperante y aburrido" dice Duckworth. Y sí, el carácter importa al menos tanto como la inteligencia.

El capítulo dedicado al ajedrez y a Spiegel es fascinante. Su trabajo con los adolescentes del colegio 318 la manera en que la práctica transforma su manera de pensar y observar cómo piensan ("metacognición"). Convertirte en un científico de tu propio pensamiento obligándote a repasar tus errores para buscar explicación y alternativas que hubieran funcionado mejor. Su insistencia en pensar más despacio, su invitación a los retos y a tratar a los adolescentes con el respeto que cualquier adversario de alto nivel te merecería. Lo confieso, en ocasiones puede parecer un tanto extrema.
Con el ajedrez viene la "falsabilidad" (esto deberíamos practicarlo todos un par de veces al día). Cuando tenemos una sospecha el sesgo de confirmación nos impulsa a hacer las preguntas encaminadas a confirmarla. Los jugadores de ajedrez están acostumbrados a hacer lo contrario; formular las preguntas cuya respuesta podría confirmar que su sospecha es errónea. Al final consiste en un balance entre anticipar todos los posibles obstáculos y pensar solo en los beneficios.

En la parte final es donde, por primera vez, aparecen las opiniones del autor. Habla de liberales (nuestras izquierdas o progresismos) y conservadores (sus republicanos y nuestras derechas) y les afea a ambos la parte de razón que no ven en el otro cuando han de tomar decisiones que afectan a la educación y en especial a las políticas que podrían suponer una verdadera diferencia entre los más pobres.
Se queja (esto nos sonará) de que, cuando se enfocan los problemas educativos de los más desfavorecidos, los reformistas educativos acaban hablando exclusivamente de la calidad del profesorado (cuando eso solo es una parte pequeña del problema) y los escépticos prefieren centrarse en términos más abstractos como alimentación o sanidad deficiente y/o discriminación. Protesta porque estos enfoques solo han sido capaces de ayudar a alumnos de bajos ingresos con muy buena capacidad intelectual:
"Cuando un joven se encuentra entre esos más de 7 millones de niños que pertenecen a familias con ingresos inferiores a 11.000$ (al año para familias de 4 miembros) tiene que enfrentarse a un sinnúmero de obstáculos e inconvenientes para tener éxito en el colegio. Se pueden hacer con ellos simples reflexiones financieras: una familia así no puede permitirse comprar un abrigo o una comida realmente nutritiva y mucho menos juguetes educativos. Sin embargo el inconveniente más importante para el aprendizaje trasciende casi con toda seguridad las necesidades económicas."
¿Por qué, si sabemos que su aprendizaje depende mucho de otros factores que no consideramos, se enfocan así las "políticas de la desventaja"?

Tough aporta tres ideas, me detendré en la tercera: esta ciencia de la complejidad, dice el autor, supone un desafío a creencias políticas muy arraigadas en ambos lados del espectro.
Reconocer que el carácter y la personalidad importan mucho es una concesión al ideario más conservador. Admitir que el carácter no es innato ni se elige, sino que está íntimamente afectado por las condiciones y el entorno en el que se desarrolla el niño, sería un triunfo de los progresistas.

Una herramienta. No imagino mejor regalo para el niño que tengas cerca.