miércoles, 22 de junio de 2016

Memento Mori

Escribo este post "in extremis" porque mañana será el referéndum sobre la permanencia o salida del Reino Unido de la unión Europea y mentiría si dijera que el resultado no me causa ansiedad.
No voy a escribir sobre ello, voy a hacerlo sobre nuestras elecciones y lo hago ahora porque creo que si por desgracia el Reino Unido decidiera abandonarnos, el triste aroma del desánimo nos invadiría también a nosotros.

Tal vez, alguna vez, hubo un momento bueno para rendirse en alguna cosa. No es éste. Creo que nunca antes fueron tan necesarias las personas tenaces.

Trato de buscar mi hueco, entender el panorama que las anteriores elecciones nos dejaron y que las encuestas, legales y prohibidas, nos pintan cada día. Por más que busco, leo y escucho a expertos, sobre todo varones por cierto, suelen ofrecerme dos opciones:
1) Un PP mayoritario que se apoyaría en el partido de Ciudadanos (C´s) más o menos cerca, con más o menos posibilidades de gobernar.
2) Un Unidos Podemos (UP) creciente que se sumaría a un PSOE algo más débil que en las anteriores elecciones del 20D y que podrían lograr la aritmética necesaria.

También se tantean un par de posibles coaliciones en el caso de que los anteriores no sumaran:
3) La Gran Coalición, que viene a ser la suma de los dos partidos tradicionales PP+PSOE al que podría unirse, aunque no fuese necesario, C´s.
4) La Coalición alternativa, descartada ya por dos de sus intervinientes, que giraría en torno al partido socialista con la suma de Unidos Podemos y Ciudadanos (en el caso que PSOE+UP no llegaran a lograr los 176 escaños).

Todas ellas con la excepción de la primera, meten la presión en el PSOE y ninguna de ellas creo que aporte lo que, a priori, me parece que más necesitamos.
-Ojalá tengas aquello que necesitas, no lo que deseas-
¿Qué hará? ¿Pactará con el PP? ¿Lo hará con Unidos Podemos en posición minoritaria o con la voz cantante?
Escucho a muchas personas que me dan argumentos por los que desean que gobierne el PP. Son personas buenas, generosas. Ni malintencionadas, ni egoístas, ni carcas desfasados. Son personas que temen mucho una llegada al poder de Unidos Podemos por sus tintes autoritarios, sus políticas erráticas en temas fundamentales en las que, sobre todo su líder, dice hoy A y mañana B y admite que lo dice, porque es ante todo "pragmático". Son personas a las que no les gusta todo lo que ha hecho el PP, pero temen que la alternativa sea mucho peor.

Escucho a muchas personas que me explican por qué van a votar a Unidos Podemos. Son personas buenas, generosas. Ni malintencionadas, ni estúpidas, ni abducidas por un caudillo mesiánico. Son personas que temen que otro gobierno del PP enquiste para siempre la corrupción en nuestro sistema y se olvide de los vulnerables. Personas que creen que, con ellos al mando, los servicios públicos corren peligro cierto. No les gustan los aromas populistas y las frases grandilocuentes sobre la Patria que salen de la boca de los líderes, pero creen que todo eso se moderará cuando lleguen al poder y la realidad les marque la agenda.

Y por último, hay un tercer grupo especialmente curioso, el que desea que gobierne UP aunque no le gusta.
Piensan que así nos vacunaremos, escarmentando en carne propia. Están convencidos de que sufriéndoles en el poder cuando aún son inexpertos evitaremos que dejarles como dueños y señores de la oposición les convierta en poco tiempo en gobernantes en solitario.

Todas esas personas tienen en común la bondad y la preocupación por su país y por sus ciudadanos. Todas tienen en común, también, el miedo.

Esa estrategia ha sido fomentada intencionadamente por ambos partidos y, por economía, en las encuestas, ofreciendo las opciones PP+C´s vs PSOE+UP por defecto una y otra vez.

Y ¿qué hará el PSOE? ¿nos "entregará a los populistas? / ¿pactará con la derecha?
Con C´s ni agua, son peores que el PP, son la muleta. /  C´s acabará facilitando un gobierno de extrema izquierda porque roba votos del PP.

Esas son las ideas simples que echan el balón al campo de otros y que impiden que pensemos o nos atrevamos a cualquier otra cosa a pesar de que la experiencia cercana nos ha dicho que las cosas no han sido así.

Si cuando el PSOE fue más fuerte eligió un camino, ¿por qué ahora que todos le suponen más débil, debería cambiar?
Si cuando C´s pudo no lo hizo ¿por qué ahora deberíamos suponer que lo hará?

¿Qué hará el PSOE? ¿Qué hará C´s? Me pregunto yo también.
Les escucho y les veo decir que no a todo y a nada de forma contundente. No puede ser de otra forma y además daría igual, sería ingenuo tomarse literalmente sus afirmaciones en campaña, no somos nuevos, los resultados no van a cambiar drásticamente. Se acabó el bipartidsmo.
Asumámoslo de una vez y dejemos de seguir intentando jugar al ajedrez en un tablero de parchís.

Si yo fuera ambos (nótese la imposibilidad y lo absurdo de la expresión pero no encuentro otra mejor) jugaría a mi juego. Dejaría de responder las preguntas que otros me hacen y haría las mías.
Si las cosas son tal y como parece que van a ser, una reedición del pacto convertiría a PSOE-Cs en la opción que más apoyos podría reunir.
No solo eso, es la opción preferida de forma mayoritaria por los votantes de ambos partidos y lo que es más importante, es la única opción que puede evitar la creación de "cordones sanitarios".

Lo plantearía ya. Anunciaría que mi intención es hacer lo que dije que creía que era lo mejor para mi país hace 6 meses. Un acuerdo marco que tienda la mano a izquierda y derecha para mejorarlo, abierto a incorporar ideas y personas de ambas orillas.

Un acuerdo que no trate de apestados a 7 millones de votantes por un lado, ni a 6 y mucho por el otro.
Actitud e iniciativa del que tiene objetivos propios y sabe que no estamos en tiempos en los que sea posible imponerse al otro sin que la concordia entre ciudadanos corra serio peligro.

Un acuerdo que envíe las preguntas a los demás y deje de agotarse esquivando un marco que otros quieren imponer, que obligue al PP a reestructurarse y librarse, por fin, de la lacra de la corrupción. Un pacto que fuerce a Unidos Podemos a dejar de jugar a la hegemonía en un país que ha demostrado sobradamente que no lo es, ni lo desea.

Hay quien dice que es muy arriesgado decirlo antes sin saber los resultados. No lo sé. Yo creo que un gesto de claridad y determinación sería muy de agradecer y disuadiría de seguir practicando este juego desesperante de culpar y amenazar al otro en el que nos movemos tantos indecisos.

Nos hacen falta muchas cosas urgentes: cosas tangibles, concretas. Pero hay una de la que no es sexy hablar y que sin embargo resulta ser el primer paso de cualquier camino que se quiera recorrer. Necesitamos fortalecer, mejorar y querer a nuestras instituciones, poder respetarlas y confiar en ellas. Negar el problema o creer que la única solución es su destrucción, son las dos actitudes que nos han llevado a donde estamos aquí y en Europa. Las soluciones que ofenden y excluyen a tantos ciudadanos, a un lado y otro, difícilmente podrán llevar a cabo tan delicada tarea.

No es un papel para lucirse. Es un trabajo pesado y expuesto a las críticas más aceradas de aquellos que no deseen contribuir, sin embargo no hay trabajo más necesario.
No habrá laureles para el héroe que se atreva a acometerlo pero consolémonos recordando lo que los romanos les decían a los suyos cuando les homenajeaban.

No es tiempo de caudillos ni salvadores. Es tiempo de muchas personas tenaces empeñadas en obligar al resto a dialogar.

sábado, 11 de junio de 2016

El candidato que no gustaba a las mujeres. Una hipótesis descabellada.

Antes de empezar a leer este post, por favor ruego me disculpen todos aquellos politólogos y analistas de datos que entre mis lectores pudiera haber. No es un análisis serio ni lo pretende. Es un mero ejercicio intelectual, un puro divertimento, elaborado ante la sorpresa que me produjo ver confirmada una intuición.

Ayer se publicó el CIS Preelectoral de las elecciones generales 2016 y cayó como una carga de profundidad en las filas socialistas que vieron cómo la coalición Unidos Podemos (UP) parece que les adelanta tanto en votos como escaños.
A nadie se le escapa que la situación es endiablada para el PSOE. Siendo 3º y lo que es peor, tan cerca de sumar mayoría con UP, tendría muy difícil rechazar un ofrecimiento, que ya le han hecho, pero al mismo tiempo estaría en muy malas condiciones para exigir demasiado sin correr el riesgo de que le acusaran de dinamitar un gobierno de "cambio".

El CIS tiene un aspecto que me resulta muy atractivo; pregunta y desglosa si la respuesta la da un hombre o una mujer y de qué edad.
Tenemos 3 estudios electorales cercanos que presentan este desglose:


Hay una percepción que siempre he deseado comprobar y aunque 3 encuestas no me parece suficiente muestra para llegar a conclusiones sólidas, sí me servirían en caso de que los datos me dieran un rotundo no. Quiero decir con esto que, vistos y analizados los datos, creo que puedo construir una teoría plausible.

Mi teoría es la siguiente: el PSOE tiene un posible nicho de voto y además un arma con la que contraatacar a su adversario más peligroso que, a día de hoy, no es el PP sino la coalición UP ya que de seguir la tendencia, acabaría por engullirlo y condenarlo a la cuasi irrelevancia. Es lo que habitualmente llaman la "pasokización" del PSOE (en referencia a los sucedido con el PASOK y su rival, Syriza, en Grecia).
Ese posible nicho y ese arma son la misma cosa: el voto femenino.

Es un arma porque creo que a las mujeres no parece entusiasmarnos Pablo Iglesias y en menor medida, pero también, creo que nos sucede algo parecido con Podemos.

Alguien con la preparación adecuada podría analizar a qué obedece este efecto pero mi intuición me decía que era así y los datos no solo no me lo desmienten sino que son consistentes, tanto a favor de los demás como en contra de él.
Veamos la siguiente tabla que recoge la misma pregunta realizada en tres ocasiones. Se pide al encuestado que diga si conoce y, en caso afirmativo, valore de 0 a 10 la actuación de un determinado político. No siempre se pregunta por los mismos, pero siempre se pregunta, al menos, sobre Mariano Rajoy, Pedro Sánchez, Alberto Garzón, Pablo Iglesias y Albert Rivera.

Bien, no me interesa tanto la valoración que otorgan sino la diferente forma en que hombres y mujeres valoramos. No sé por qué, ni siquiera sé si es cierto o hay literatura que lo demuestre o desmienta, pero creo que las mujeres tendemos a ser 'menos duras' a la hora de puntuar. En el argot de twitter: somos menos 'haters'.
Si esta impresión es cierta, nuestras valoraciones deberían ser superiores a las otorgadas por los hombres de una manera más o menos sistemática. Cuando terminé la tabla que adjunto, el resultado me sorprendió más allá de mis expectativas.


En verde están señalados aquellos casos en los que se cumpliría la regla no escrita anterior, es decir, casos en los que las mujeres valoramos más "amablemente". En rojo, los que contradicen la norma y las mujeres somos más duras que los varones.
En la preelectoral de 2015, la "regla" se cumple en 13 casos de 17.
En la postelectoral de 2015 se cumple en 11 casos de 17.
En la preelectoral de 2016, el resultado es rotundo, se cumple en 15 de 16 ocasiones.

En la siguiente tabla he reducido los datos aplicando un filtro por "conocimiento" del líder cuya actuación se valora. Lo cierto es que muchos de ellos eran desconocidos para la abrumadora mayoría de los encuestados, así pues, he colocado un baremo arbitrario (soy una completa aficionada) que selecciona aquellos casos cuyo conocimiento supera el 50. Tras este paso las cosas quedan así:


En la preelectoral de 2015 hay 2 casos contradictorios con la regla de 6: J.A. Durán i Lleida y Pablo Iglesias. El valor negativo en el caso de Pablo Iglesias es además el mayor de toda la serie.
En la Postelectoral de 2015 solo hay 1 caso de 12 en el que se rompe la regla. Es, de nuevo, Pablo Iglesias, y sorprende que en esta ocasión, Durán i Lleida ha vuelto a la regla general y es valorado mejor por mujeres que por hombres.(*)
Por último, en la Preelectoral de 2016, otra vez Pablo Iglesias rompe la regla en solitario.

Es el único de los 5 líderes a nivel nacional que es peor valorado por mujeres que por hombres.


Nota: añado el siguiente gráfico explicativo, a petición de varios lectores. (13/06/2016)

Puede ser una curiosidad estadística, pero desde luego es plausible pensar que a las mujeres no nos gusta Pablo Iglesias.
¿Será cuestión de ideología? ¿Será que somos, en los grandes números, más conservadoras que los hombres? Puede ser. Puede ser también que seamos más aversas al riesgo y/o reacias a los cambios. Pero ¿por qué Alberto Garzón, cuyo partido se percibe también muy a la izquierda, no recibe el mismo tratamiento que Pablo Iglesias? ¿Por qué, con él, sí se cumple la regla de mejor valoración por parte de mujeres que de hombres?

Es más, veamos cómo valoramos de distinto a los partidos políticos los hombres y las mujeres.


En estas dos gráficas he seleccionado los valores extremos de las preguntas 19 en la Preelectoral de 2015 y la 13 de 2016. Y se ven al menos tres cosas que me han llamado la atención:
1) Ciudadanos, un partido cuyo voto es mayoritariamente masculino, ha cambiado y parece estar equilibrándose levemente. En 2015 había más mujeres que hombres que declaraban que "con toda seguridad no lo votarían nunca" (otorgaban un 0). En 2016 son menos ellas que ellos los que así declaran. En el otro extremo, en los que "con toda seguridad lo votarían siempre" las cosas siguen igual (más hombres que mujeres) pero se han reducido las distancias.
2) Podemos, recoge la mayor disparidad de voto. En 2015 las mujeres dicen de forma muy superior respecto a los varones que "con toda seguridad no lo votarían nunca (puntuación 0 con la mayor diferencia de toda la tabla) y también son menos las que puntúan con un 10. En 2016 aunque hay una ligera moderación sigue la misma tónica.
3) Izquierda Unida me interesaba por dos cosas, primero porque a Alberto Garzón no parecía afectarle el efecto "rechazo femenino" y segundo porque la encuesta de 2016 se realizó entre el 4 y el 22 de mayo, es decir, ya se había anunciado que IU concurriría con Podemos a las urnas. En 2015 las mujeres no castigábamos especialmente a este partido, puntuábamos de modo muy parecido a los varones, éramos unas décimas menos amables que ellos pero estaba la cosa muy igualada (0.20 en el "nunca jamás" y empate total en el "seguro que siempre"). En 2016 se ha producido un cambio. El "nunca jamás" de las mujeres sobre los hombres ha crecido hasta 2.10, y el "seguro que siempre" se ha reducido en 0.60. Es decir, parece que la perspectiva de la unión ha podido influir negativamente en la percepción femenina.

Hasta aquí el arma. Pero ¿y el nicho?

Según la Preelectoral 2016, hay más mujeres que hombres que responden con claridad a la pregunta de si tienen intención de ir a votar, y además el número de mujeres que se declaran indecisas es mayor que el de los hombres. Tenemos claro que vamos a votar, pero tenemos que pensar aún a quién.

Todo este extenso post es un ejercicio de pura fantasía. Es seguro que habrá errores metodológicos elementales pero si yo fuera el PSOE orientaría mi campaña a ellas. A esas indecisas. Es más, trataría de dejar claro que la posible alianza con Unidos Podemos no será o será en condiciones de máxima exigencia porque creo que la ambigüedad en este asunto no va a ayudarle a recuperar los votos que se le fueron a la izquierda y sin embargo sí puede hacerle perder la oportunidad de ganarse a muchas mujeres que "con toda seguridad nunca votarían" a Podemos.
¿Cómo de grande es ese nicho? Lo ignoro. Como tampoco sé si servirá para compensar parte del descalabro que el CIS les barrunta, pero yo desde luego, no dejaría de intentarlo, porque el PSOE es el único partido de los 4 en cuyo electorado predominan claramente las mujeres. Algo habrá hecho para merecerlo.

Como ya he dicho, todo cuanto he escrito no es más que una teoría, eso sí, una teoría a la que unos pocos números parecen no contradecir.


(*) Tras repasar los valores he detectado que en el caso de Durán i LLeida así como en otros diputados de Cataluña, Galicia, Comunidad Valenciana, País Vasco y Canarias, el CIS de la Postelectoral 2015 especifica que esa pregunta solo se realiza en las CCAA de donde procede el político. Es por ello que los porcentajes de "no lo conoce" varían tan drásticamente y me hace pensar que el criterio de colocar un filtro en función de dicho valor no ha sido mala idea.

PD: Gracias Demóstenes, por tu aportación, ayudando a que mis aburridos cuadros resultasen un poco más amables e inteligibles.

ADDENDA
Para elaborar este post he consultado a varias personas. Una de ellas ha sido Iria Reguera (@iriareguera) que es psicóloga social especializada en intervención comunitaria y una persona maravillosa. Le pregunté si consideraba que mi impresión sobre las diferencias de valoración entre hombres y mujeres tenía algún tipo de soporte o era un mero prejuicio. Parece que algo hay y ha tenido la amabilidad de enviarme el siguiente texto explicándolo:

Lo que es, en principio, solo una intuición, cambia de perspectiva cuando acudes a los datos. Y es que se dan varios aspectos relevantes:
Según reflejan estudios como el de Brescoll (2011) las mujeres creen que, si expresan en mayor medida y de manera más firme sus opiniones, serán peor valoradas. Pero es que, según este mismo estudio, tienen motivos para creerlo ya que las mujeres que así lo hacen y expresan más sus opiniones, por ejemplo en reuniones, reciben un mayor número de reacciones violentas tanto de hombres como de otras mujeres.
Por otro lado, las opiniones de las mujeres que expresan enfado durante una deliberación grupal, acaban por resultar menos influyentes para los demás. Es decir, en el caso de las mujeres, mostrar enfado disminuye su influencia social. Sin embargo, esto es justo al revés en el caso de los hombres. (Salermo y Peter-Hagene, 2015). Aún más, los hombres ganan respeto cuando se muestran enfadados, mientras que las mujeres lo pierden. (Brescoll y Ulhmann, 2008).
Pero no es todo: varios estudios reflejan como las mujeres tienen menos confianza en sus opiniones y aptitudes de la que tienen los hombres. Sarson y Xu (2015), por ejemplo, encuentran que las mujeres expresan menos confianza en sus respuestas, especialmente, cuando se les pregunta por temas que no creen dominar. Además, según esta investigación, parecen tener opiniones menos extremas que los hombres.

Todos estos aspectos pueden influir en que las mujeres tiendan a emitir opiniones menos extremas o a hacer valoraciones menos duras que los hombres.  

sábado, 4 de junio de 2016

Van a cruzar el Rubicón. ¡Socialistas, rebelaos! (¡hombre ya!)

Ayer devoré el número de junio de la revista mensual 'Letras libres'. Nada más pasar la portada me topé con uno de los mejores artículos que he leído sobre populismo.
El autor es Jan-Werner Müller, profesor de teoría política e historia de las ideas de la Universidad de Princeton y, aunque no exclusivamente, analiza ejemplos americanos. En concreto el caso Trump.
El título es: "El populismo necesita enemigos; la democracia requiere oposición".
Fantástico hasta en la elección de los verbos.
Es tan perfectamente intercambiable con lo que estamos viendo en España y Europa en los últimos años, y en especial en los últimos meses, que me ha confirmado una trsite sospecha: el populismo es una estrategia eficaz.
Es una herramienta de acceso al poder tan desvergonzada y rápida que ha pillado con el pie cambiado a la política que conocíamos y ahora asiste inane, cual conejo al que deslumbran los faros, mirando al coche que está a punto de atropellarlo.

'El populismo representa un peligro para la democracia', dice Müller, porque ésta requiere pluralismo y el reconocimiento de que es preciso encontrar términos justos para convivir como ciudadanos libres e iguales, pero también diferentes.
Los populistas necesitan de un pueblo y un antipueblo. Un ellos y un nosotros irreconciliables. Los hay de izquierdas y de derechas, pero son lo mismo, tan solo eligen los términos del binomio que enfrentan. Son tan lo mismo, que ambos cargan a esas dos partes en las que dividen cualquier sociedad en la que arraigan, con las mismas virtudes 'morales'. Repito, son lo mismo porque no es una ideología, es una estrategia de acceso al poder en la cual el fin justifica los medios.

Binomio A (populismo de izquierdas): El pueblo es honesto, puro. La élite es corrupta, casta de la peor especie.

Binomio B (populismo de derechas): El pueblo es trabajador. Los extranjeros y los extranjeros  pobres, especialmente, están agazapados para robarnos y destruir cuanto hemos logrado.

Ideas simples y estúpidas y siempre en pareja.

Unas páginas después, Miriam M Bascuñán, profesora de ciencia política de la Universidad Autónoma de Madrid, trae a colación las palabras de la filósofa belga, Chantal Mouffe, ideóloga de Podemos: "el populismo de derechas solo se combate con populismo de izquierdas".
Fuego con fuego. Veneno con veneno.

La estrategia de Podemos fue un libro abierto a pocos meses de empezar su meteórico ascenso. Predecibles punto por punto, en gran parte porque solo había que querer escuchar a sus líderes en cualquiera de sus infinitas intervenciones y vídeos que ellos mismos se encargan de publicar.

Primero se ha de ganar la batalla del lenguaje. Diseñar dos categorías, solo dos ( ha de ser muy sencillo, caber en un tuit y en un titular de prensa) en las que agrupar a los potenciales votantes.
A los buenos, el pueblo, se les adula y disculpa sin límites, como al amor. A los malos, la casta, se les culpa de todos los males, ciertos o inventados, sean responsabilidad suya o no, eso no importa mucho en estos momentos, los matices debilitan.

Si la apropiación del lenguaje tiene éxito, se procede a la demonización del adversario. Hay demasiados adversarios en las democracias avanzadas y el populismo necesita 1 archienemigo. Así pues, ha de procederse a la asimilación, por las buenas o por las malas, de cualquiera que pueda hacer sombra.
Así entramos en la fase "hegemonía".
¿Cómo se logra? Pues 'confluyendo' y si no se dejan, 'sorpassando'.

Recordemos, el populismo es una herramienta que solo utiliza binomios. El archienemigo de Podemos es el PP, pero solo sobre el papel. Realmente nada interesa más a Podemos que un PP crecido y nada interesa más al PP que un Podemos aterrador.

¿Y qué pintan aquí los demás? Pues C´s (Ciudadanos) ha de ser empotrado en la extrema derecha. Hay que asimilarlo al peor PP, convertirlo en su marca blanca. Que desaparezca como entidad con personalidad propia.
El asunto con el PSOE es mucho más interesante y va más allá de crear un marco de relato (un "frame" como lo llaman los expertos). El PSOE ha de desaparecer como tal y diluirse en la "alegría". Para lograrlo Podemos primero se lleva de calle a sus votantes descontentos que son legión, mientras sigue su campaña de demonización y control del lenguaje (casta, ibex etc).
Una vez recogidos los frutos sencillos, esos que están en la parte baja del árbol, prepara el asalto a la copa. Ahí ha de cambiar de estrategia, porque ir insultando a la gente no funciona con los más convencidos. Eso de tomar las cosas por asalto, hablar de cal viva, llamar a un ex-terrorista y defensor de terroristas, hombre de paz y homenajearlo... no, no funciona. Hay personas que se asustan, incluso se enfadan (¡). Unirse con el único partido comunista tampoco ayuda a tranquilizar a los más timoratos. Es necesario activar la siguiente fase.

Fase3: el amor todo lo puede.
Sin despeinarse, pasamos de asaltadores a redentores. De destruir y hacer arder a perdonar y llevar por el buen camino. De fariseo a buen samaritano. Y para ello me pongo un corazón.
Como hay algunos que se ríen de la ñoñez, escriben una columna 'seria' en un periódico 'serio' y muestran sus buenas intenciones.
Ahora estamos en tiempo real. Pablo Iglesias ha escrito hoy una columna en El País, donde sencillamente se apropia del nombre y esencia del PSOE, sin permiso, sin vergüenza alguna, porque nada ataca a la lógica populista, un artículo donde se autodeclara 'nueva socialdemocracia', frente a la 'vieja socialdemocracia'. Recuerden: binomios, ideas simples.
Y con esa estupenda muestra de cariño les insulta y les trata de quitar lo más preciado. Pero con amor. Toneladas de amor.

He leído mucho sobre populismo. Creo que he aprendido y entendido cómo trabaja. Hay análisis magníficos. Pero todavía no he encontrado a nadie que me explique cómo se combate. Y no, la respuesta de Mouffe no me sirve. No quiero morir envenenada por curarme de un veneno, y sin embargo, no veo reacciones.
No veo ni escucho palabras como las de Gordon cuando defiende liderar la Unión Europea, frente a los que quieren abandonarla.
No veo en la socialdemocracia española, el orgullo de lo logrado, no veo recurrir a las grandes cabezas, a los inmensos talentos que tienen entre muchos de sus simpatizantes y votantes.



Y es necesario. Es necesaria una reacción rápida y desacomplejada.

Hace unos días, Jordi Pérez Colomé comentó, hablando sobre las elecciones americanas, que será interesante ver un debate entre Hillary y Trump, porque no era capaz de imaginar cómo se refuta a una persona a la que le da igual lo que le digas, impermeable a la crítica y a la lógica, capaz de decir una barbaridad en tu cara y quedarse tan fresco. Contra eso hay que prepararse, contra la suspensión voluntaria de la razón crítica.

Y todo, como siempre, empezó con el dominio del lenguaje.
No señor mío.
La socialdemocracia la representa el PSOE, usted es Populista de extrema izquierda. Nada que objetar, la democracia es grande y cabemos todos, pero ni se le ocurra tocarme el nombre.

PD: no creo que el nuevo binomio lanzado por Iglesias vaya a funcionar. La "nueva socialdemocracia" consume 21 caracteres.