sábado, 30 de enero de 2016

Leyendo los posos del café (electoral)

Autor invitado: @Demostenes_av


Tras unas elecciones que han dejado el parlamento más fragmentado que nunca desde que recuperamos la democracia, después de casi mes y medio seguimos con el gobierno en funciones. Hasta ahora siempre había ganado de forma más o menos clara uno de los dos grandes partidos, y sólo quedaba detallar con qué partido minoritario iba a llegar a un acuerdo (y a cambio de qué) para conseguir una mayoría absoluta que garantizase una legislatura estable. Ahora ni siquiera hay un candidato que podamos considerar probable, y la opción de tener que volver a repetir las elecciones no es ni mucho menos descartable. Bienvenidos al fin del bipartidismo.

En una situación como ésta, con cuatro grupos grandes en el Congreso que compiten entre sí pero a la vez se necesitan mutuamente, esto es lo normal. El problema es que a nuestros partidos les está costando cambiar el chip. Durante casi cuatro décadas la estrategia electoral de PP y PSOE ha sido en muchas ocasiones la polarización y el presentarse como la alternativa frente a los desastres que traería el otro. La entrada en escena de Podemos y Ciudadanos, como no podía ser de otra forma, también se ha fundamentado en el ataque a los usos y costumbres de la “vieja política”. El problema, claro está, es que ahora resulta difícil llegar a pactos y acuerdos con los mismos partidos rivales a los que has pasado meses demonizando.

Y así llegamos a este punto. Con un PP aun en cabeza pero muy disminuido, ahogado por los casos de corrupción y que se encuentra sin ningún partido dispuesto a apoyarle; un PSOE (incomprensiblemente) dividido internamente en el momento más crítico, lo que parece pesar más que sus propios escándalos en Andalucía; Podemos, que despierta el rechazo frontal de PP y Cs y ligado a unas confluencias no sujetas a su disciplina de voto; y Ciudadanos, dispuesto a pactar con dos de los otros tres partidos pero sin suficientes números como para resultar decisivo. La aritmética parlamentaria resulta extremadamente compleja en este caso.

Los pactos (im)probables

De las distintas opciones de pacto, la gran coalición, ya improbable antes, parece absolutamente descartada tras las últimas noticias sobre el PP valenciano. El PP se está convirtiendo en un partido radiactivo al que nadie quiere acercarse más de lo estrictamente necesario, y los únicos que podrían atreverse, Ciudadanos, no llegan al número necesario. El otro pacto que podría ser previsible entre PSOE y Podemos es aún posible, pero yo diría que improbable que lleve a un gobierno estable. Para empezar, las formas de presentarlo lo hacen bastante indeseable para el PSOE. Pablo Iglesias sin duda quiere presentarse como el auténtico líder en la sombra de la hipotética coalición, con un papel de supervisor y dirigiéndose a la ejecutiva del PSOE en nombre de las bases de su propio partido. Cualquiera en la posición de Pedro Sánchez haría bien en desconfiar de sus intenciones como socio. Además, PSOE y Podemos (incluyendo a sus confluencias) por si solos o incluyendo a UP no suman los votos suficientes.

Las opciones locas

Descartados los posibles pactos evidentes, sólo quedan opciones realmente raras, o convocatoria de nuevas elecciones. De las primeras la única que me parece remotamente posible pasa por que PP asuma de una vez que ni siquiera repitiendo elecciones podría mantenerse en La Moncloa y que lo de que debe gobernar la lista más votada es una gran sandez en un sistema parlamentario. Las encuestas indican que PP podría ganar algunos escaños más, pero menos de los que Ciudadanos perdería, con lo que no les valdría de mucho. Si no puede conseguir nada para sí mismo, quizá al menos pueda influir en que el gobierno que resulte sea lo menos alejado posible de sus propias propuestas, absteniéndose en la investidura de otro candidato que pueda ser considerado un mal menor. Y si este candidato es Sánchez, en solitario, es probable que Ciudadanos hiciera lo mismo, quizá acordando primero una serie de objetivos programáticos pero sin entrar en el gobierno.

Esa opción seguiría sin dar votos suficientes, pero por poco, y podría poner a Podemos en la tesitura de tener que abstenerse también, u oponerse a un gobierno de izquierdas. En cualquier caso, si fuera necesario y hubiera un acuerdo (que se me antoja mucho más sencillo que con Podemos), no me cabe duda de que Ciudadanos podría apoyar con al menos algunos votos a favor "por el bien de la estabilidad".

Creo que esta opción es bastante improbable, pero podría ser aceptable para casi todos. PP sabría que con un PSOE en minoría, sus diputados les harían parte de casi cualquier ley que tuviera que ser aprobada. Sánchez consigue la presidencia sin condiciones que puedan ser inasumibles, y no me parece muy distante de la opinión de Felipe González en su entrevista de esta semana. Ciudadanos se apuntaría (nuevamente) el tanto de ser la fuerza política que puede servir de puente entre partidos opuestos, y podría colocar algún punto en la agenda. Y aunque la línea política de Podemos es una de máximos, el nuevo gobierno sería de izquierdas.

Por desgracia, los pactos aceptables y la altura de miras, tan solicitada pero tan poco ofrecida, no suelen ser la orden del día en nuestra política.

El día de la marmota

La otra opción es dirigirnos a unas nuevas elecciones. Como ya hemos visto, el PP tendría incentivos para ello según las encuestas, pero serían limitados, ya que seguiría sin conseguirles la Preidencia. Ciudadanos tiene todos los incentivos para no repetir elecciones. Un previsible bajón electoral les podría hacer entrar en una espiral muy peligrosa y reducirles a una cierta irrelevancia. Quien parece que puede tener más motivos para ello es Podemos, en tendencia ascendente en las encuestas, pero que puede pagar caro el fiasco de los grupos parlamentarios para sus confluencias. No está nada claro que las coaliciones de las pasadas elecciones se repitieran en una nueva ronda.

Y en estas está el PSOE. El único partido que aparece en todas las combinaciones mínimamente viables, pero que por lo mismo parece un poco paralizado, incluso pidiendo al Rey no ser nominado en primera instancia en lugar de Rajoy para intentar ser investido. Todo depende de una decisión de su secretario general, presionado por sus barones regionales y que, por lo dicho en su última ejecutiva federal de este sábado, tendrá que ser refrendada por las bases. Hay quien ha visto en este gesto una aproximación de Sánchez a un acuerdo de Podemos, al que la cúpula se opone pero las bases pueden ser más favorables. Sin embargo, las incertidumbres son aún muy altas.

Hay un factor que puede ser relevante para entender esto. Si nadie puede convencer a Rajoy para que se abstenga (y no parece ser un objetivo fácil), casi con seguridad habría que repetir elecciones tarde o temprano. En ese caso, la mejor estrategia electoral para Sánchez, o quien quiera que fuera elegido en las primarias de Mayo, sería presentarse como el voto útil para conseguir un gobierno estable en el que no estuviera el PP. En esas condiciones podría tener sentido ver el órdago lanzado por Iglesias y negociar algún tipo de pacto, ya que al no reunir votos suficientes de todas formas quizá no tuviera que cumplirlo finalmente. Una votación de investidura fallida por un margen estrecho les presentaría como un grupo grande que ha perdido por poco y necesita sólo un pequeño empujón adicional. Existe el riesgo de que ese voto útil se fuera para Podemos, pero se trata de algo que no se puede evitar, y en lo que el PSOE puede decidir jugarse una apuesta. Al fin y al cabo, es plausible pensar que Podemos ha estado maniobrando para culpar al PSOE de no llegar a un acuerdo con vistas a lograr el sorpasso en unas segundas elecciones, y ésta sería una forma de desactivarlo.

Además, si se llegara a un hipotético pacto entre PSOE y Podemos, éste podría no repetirse tras los nuevos comicios. En ese momento los resultados pueden dar balances de fuerza totalmente distintos, y todo el proceso de negociación tendría que empezar desde cero.

Aviso a navegantes

En cualquier caso todo esto son elucubraciones. Hay decenas de factores distintos que quizá no conocemos, juicios de valor por parte de diferentes personas que pueden ser distintos de lo que consideramos razonable, y apuestas entre opciones que conllevan un riesgo difícil de estimar.  Otro factor no poco importante es mi pobre registro como pronosticador, así que seguramente lo que acabe pasando al final sea cualquier cosa menos lo escrito. Pero la única forma de mejorar es hacer apuestas concretas para aprender luego de los errores.

lunes, 25 de enero de 2016

Estrategias de negociación. Lección I

¿Para qué asociarte con la empresa, si puedes quedarte con los clientes?

Es la idea que me ha venido a la cabeza tras leer el artículo que Pablo Iglesias publica hoy en El País. Bueno para ser sincera, la imagen mental era tuitera, dice, casi literalmente, que no se fía del titular de la cuenta, pero que adora a sus followers.


Tras la declaración de admiración, viene el "ya pienso yo por ti que tú eres un poco tonto".
Resulta que el sr Iglesias sabe lo que las bases del PSOE quieren.

Esas bases tan admiradas, votan mal. Porque votan al PSOE pero en realidad, saben que su partido les defraudará sin remedio y que la única manera de evitarlo es que el sr Iglesias esté en el gobierno para vigilarlos.


Es decir,  parece que las bases del PSOE querrían votar al sr Iglesias, pero por alguna extraña razón han votado al PSOE con la idea de que el sr Iglesias los vigile.

¿Y cómo quieren esas visionarias bases de otro partido que el sr Iglesias ejerza la labor no encomendada?
Pues desde la "vicepresidencia hasta los ministerios estratégicos que nos correspondan" (sic).

Bueno, no sé lo que querrán las "bases" del PSOE en su intimidad.
Lo único que puedo deducir es que cuando alguien vota a un partido, se fía de ese partido y quiere que gobierne. Si no es el caso, se vota a otro o uno se abstiene.

Tampoco sé lo que querrá el sr Iglesias en su intimidad.
Lo único que puedo deducir es que si  quisiera asociarme con otro para realizar un proyecto conjunto, no adulo a sus votantes, les digo que su partido no es de fiar, y luego les llamo tontos.
A no ser que quiera convertir a las bases en "Pueblo" y a sus dirigentes, en "Casta".


domingo, 17 de enero de 2016

Opiniones

Autor invitado: @Demostenes_av


Últimamente se me hace cada vez más difícil tener opiniones sobre las cosas. No es que no las tenga, claro, sino que cada vez me cuesta más expresarlas de forma responsable. Llámenme raro, soy de los que creen que no hay derechos sin deberes, y que si tengo libertad para expresar mi opinión, también tengo el deber de no tocarles las narices a los demás soltando una estupidez. No siempre lo consigo, pero lo intento.

Esa actitud parece ser cada vez menos frecuente. O quizá es que  los bocazas que dicen lo primero que se les pasa por la cabeza hacen más ruido que nunca. Puede que en la era de Facebook y Twitter, y de tertulias televisivas que tampoco tienen mucho más nivel, sea inevitable. Quizá toda la gente prudente está callada esperando tener algo interesante que decir.

A eso se añade que no es lo mismo opinar de unos temas que de otros. Por ejemplo, no soy un experto ni mucho menos en economía, pero uno va cogiendo un poco de aquí, otro poco de allá, y poco a poco te vas enterando de cosas y empiezas a tener algo valioso que decir. Mientras uno sea lo suficientemente humilde como para admitir el error, rectificar y aprender, no hay problema si resulta que no tenías razón. No hieres los sentimientos de nadie. Pero en otros temas con una gran carga emocional, uno no es que pueda estar equivocado, es que directamente puede acabar siendo una mala persona a los ojos de quien piensa lo contrario.

La primera reacción a ello en cualquiera que se considere a sí mismo como una persona más o menos decente es, lógicamente, pensar que la otra persona no tiene razón. Claro está, si el otro cree que soy malo y sé que en general soy bastante bueno, será que se equivoca. Pero en la mayor parte de personas realmente decentes, una vocecita les preguntará “¿Y si tiene razón? ¿Y si tienes prejuicios? ¿Y si te estás comportando mal, y ni siquiera te das cuenta?”. Casi por definición, no se puede demostrar la ausencia de algo de lo que no te das cuenta. Si uno es sincero consigo mismo, es algo que no se puede descartar del todo, y tener mucho cuidado con lo que se opina en público se convierte en la única actitud responsable.

El dilema es que no todo el mundo se comporta así, claro. Y los demás también tienen prejuicios. Los demás también se equivocan y, obsesionados con las injusticias hacia ellos, le quitan importancia a las injusticias que se comenten hacia otros. No siempre la prudencia o le equidistancia es una opción. A veces hay que tomar partido, aun a riesgo de equivocarse.

Les contaría qué creo que habría que hacer para resolver estos dilemas. Pero no estoy seguro del todo, y sigo pensando en ello, así que siguiendo mi propio consejo, me guardo mi opinión. Pero si alguien ha alcanzado la iluminación, y tiene una respuesta, me encantaría conocerla.

jueves, 14 de enero de 2016

Juicios y prejuicios.

He conseguido guardar un respetuoso silencio sobre lo acontecido en la jornada de constitución del Congreso y la actitud de algunos diputados.
Sobre el asunto concreto de la señora Bescansa todo el mundo tiene una opinión y la mayoría lo ha expresado con mayor o menor entusiasmo. Yo también la tengo, pero cada vez que mis dedos se acercaban al teclado, una vocecita interior me repetía: no juzgues y no serás juzgada.

No es por ella el reparo, sino por su circunstancia.
Estaba dándole vueltas al tema cuando una amiga - a la que llamaré Clara -  y excelente profesional de lo mío, me llama para contarme algo que le había ocurrido y que la tenía acongojada. Se sentía insegura, creía que había obrado mal y quería conocer mi punto de vista.

Es una mujer excelente, trabajadora como pocas, minuciosa, perseverante, creativa y valiente. Es esto último, la valentía, lo que más me admira de ella. Cuando la cosa se puso fea-feísima en nuestro gremio, agarró a su niña de apenas un año y junto a su marido, emigró a sudamérica. Allí él encontró trabajo, ella montó una pequeña y exitosa empresa y mientras criaba a su hija, tuvo otra. Al poco de llegar, su marido fue destinado a otro país y tras pasar muchos meses haciéndolo todo sola, decidió vender su empresa y volver a España donde, al menos, podía contar con apoyo familiar. Su marido va y vuelve cada tres meses y aprovechan esos días juntos como un precioso tesoro.
Aquí ha encontrado trabajo por fin pero,  como no podía ser de otra manera con su caracter,  ya estaba mejorando su formación cuando recibió la oferta laboral. No importaba, ella podía con todo.

Está realizando un curso - cuesta una pequeña fortuna - para adquirir soltura en el manejo de un programa muy complejo (doy fe). Son dos tardes a la semana en las que tiene que conseguir que alguien le cuide a sus hijas (2 y 4 años), salir del trabajo volando, y llegar a casa pasadas las 10 de la noche. Además están las prácticas que cada cierto tiempo ha de entregar para demostrar que ha adquirido los conocimientos impartidos hasta ese momento. Ella le dedica sus noches.

En el curso solo hay un 20% de mujeres. Al menos hay otra que está en una situación similar, trabajo e hijos pequeños a los que "desatender" a tiempo parcial. Han hecho piña y son las más pesadas del mundo, levantando la mano cada vez que un concepto no queda claro. No tienen edad de vergüenzas ni tiempo para investigar por su cuenta lo que el profesor no ha logrado transmitir con suficiente claridad. Tras la primera entrega ella se sintió en la obligación de explicar su actitud.
Error, pensé yo, error, amiga mía.

[Cada día animo a mis hijas a levantar la mano en clase, les recuerdo que no hay cosa que más aprecie un profesor, que no molestan, al revés, son chicas listas y su duda probablemente sea la duda de muchos otros.]

Le transmitió que dadas sus circunstancias personales, no podía permitirse el lujo de no preguntar, no disponía de tiempo extra para investigar por su cuenta aquello que no quedaba claro en el aula, como hacían muchos compañeros. Quería que supiera que estaba dando lo mejor de sí misma y que por su parte no iba a escatimar esfuerzos, pero necesitaba salir de las clases con las ideas y los apuntes claros.

Y llegó la segunda entrega. El profesor dejó una hora de clase para que aquellos que no hubieran acabado la práctica pudieran hacerlo y entregar a tiempo. Salieron del aula unos cuantos, y él prosiguió impartiendo materia. Clara había entregado ya, con esa puntualidad de las que se exigen mucho y cree que es normal, así que siguió la clase ligeramente sorprendida de avanzar materia nueva e importante mientras los demás no estaban. Primera duda, cuchicheos con las compañeras, nadie lo había pillado. Clara levantó su mano y pidió por favor que repitiera lo dicho. Sin responderle el profesor preguntó a la clase: "¿Alguien más aparte de Clara no ha entendido la explicación?"

Al teléfono, se me quejaba amargamente lamentándose de haberle explicado lo que no debía haber contado. No buscaba un trato de favor, no se ha retrasado en ninguna entrega ni pedido nada especial, tan solo quería no molestar, pero lo que había logrado es que se diera por sentado que no estaba al nivel de los demás.

Error amiga mía, error.

Pensando bien, creo que a veces nos hacemos flaco favor intentando ayudarnos unas a otras, pero tengo muy claro - mucho más desde que soy madre - que no soy quién para juzgar.

martes, 5 de enero de 2016

Errores y renuncias.

Hace un par de días, @unnombrealazar se quejaba en twitter de que estar entre los mejores expedientes de la universidad le había llevado a la investigación y eso a un salario de mil y pocos euros. Acabamos coincidiendo en que el aspecto vocacional de esa dedicación era, en gran parte, el culpable de tan magro sueldo. Kiko (@kikollan) añadió que, en cierto modo, era razonable, pues: "El trabajo se paga con muchas cosas, y una de ellas es hacer lo que quieres".

Hoy he recordado esa conversación al leer este titular e indagar en la noticia de El Mundo:

Se me dispararon las alarmas, no lo puedo evitar, aunque me prometo cada día no ser pesada, al final caigo, pero en este caso creo que es importante hacerlo, y no solo por mi salud mental.
Si habéis seguido este blog hace tiempo, sabréis la historia, si no, aquí os enlazo los antecedentes.


Ese titular es incorrecto y además es capcioso. No digo que se haya hecho con mala intención, he visto la misma noticia en otros diarios y aunque algunos la suavizan, parece que es la fuente la que así lo da y el periodista simplemente lo reproduce.


Digo que el titular es incorrecto por varios motivos:

Uno:

Alude a una ayuda que no existe como tal. No, desde el año 2012 no existe. A continuación reproduzco extracto del Régimen Económico de los Diputados antes del cambio (ver fecha, enero 2012). En él se señala la cuantía (fija) para los diputados de circunscripciones distintas a Madrid, (1823,86€) concepto (manutención y alojamiento) y exenta de tributación.

A continuación veamos el Régimen Económico de los Diputados a día de hoy (desde el cambio realizado en 2012 de hecho):


Sigue siendo una Indemnización, la misma cuantía, destinada a los mismos parlamentarios y, también, exenta de tributación, pero... no está destinada a manutención y alojamiento. Y no, esto no son ganas de rizar el rizo, no, este cambio es tan importante que supuso la inadmisión por parte del Tribunal Supremo de una querella presentada por la asociación Democracia Real Ya, en febrero de 2013, contra unos cuantos diputados que teniendo casa en Madrid recibía dicha prestación. Está explicado en el post que os enlacé arriba.

Dos
Es incorrecto porque no es renunciable. Que se lo cuenten a Toni Cantó, que, también en 2013, lo intentó y finalmente optó por donarlo a título personal, a una ONG.


Pero además no es una errata en el titular. No lo es porque cuando, en el cuerpo de la noticia, se accede al link que enlaza la frase "Ayuda alojamiento y manutención":

nos remite a...un artículo del año 2012 (!!!), cuando todavía existía ese concepto y se había formado el follón padre con la querella y la petición en change. org de la que os hablo en los antecedentes.



Y digo que el titular es, a mi juicio, capcioso, porque como bien refleja la noticia:

"Todo ese dinero no supone un ahorro real del gasto público, pues se destina a la organización o a proyectos sociales como el plan Impulsa, que ayuda a los emprendedores".

Es decir, esa "renuncia" es una cuota destinada a su partido o al Plan Impulsa de Podemos. Cuando escuchamos que Alberto Garzón entrega cada mes 811€ a IUnida federal, ¿decimos que Alberto Garzón renuncia o dona? Cuando leemos que Albert Rivera por estatutos de partido, da el 10% de su sueldo a Ciudadanos, ¿renuncia o dona?

No, no se renuncia, se dona al partido normalmente por obligación, porque se acuerda. Es muy corriente en partidos con pocos escaños, ya que la financiación de los partidos crece con su número, y al principio esta aportación es fundamental para la organización. Pero no lo llamaríamos renuncia sino donación, o al menos, una renuncia con destino a ellos mismos, porque renunciar, renunciar,(no percibirlo), no pueden renunciar.

Pero no todo es incorrecto o capcioso, los diputados de podemos sí renuncian a cosas como internet en casa (cosa que ya hicieron antes otros diputados) o la tarjeta de taxi.

Y ¿por qué me he tomado la molestia de aclarar estas cuestiones? Porque últimamente vivimos lo que parece una carrera para ver quién renuncia más, se baja más el sueldo y se sacrifica en mayor medida por el pueblo o la patria.
Esto es malo, es malo per se, y porque muchas veces, además de malo, es falso.
Un diputado que se hace senador, no renuncia a un salario porque sea generoso, sino porque entre otras cosas, es imposible recibir ambos a la vez. Los nuevos diputados de Podemos, no renunciarán al plan de pensiones privado que le regalan en el Congreso, sencillamente porque no existe (también desde 2012 cuando IU puso el grito en el cielo y se congeló).

Pero es que esta carrera, tan falsa a veces, es mala. Porque cuando se "renuncia" el dinero pasa al partido, pero sigue siendo un tanto alzado, a bulto vamos, una parte importante del sueldo de sus señorías que NO tributa. Sin justificar, sin presentar facturas, sin nada. Pero todos nos fijamos en si "renuncian" o no.

Y porque cuando lo que se vende, aplaude y demanda son sacrificios, se termina la rendición de cuentas. Y aquí enlazo con la conversación con la que iniciaba el post: cuando el sueldo es muy bajo para la responsabilidad que conlleva es porque se pagan otras cosas, una de ellas puede ser, hacer lo que uno quiera.
Pues no, no quiero favores, ni sacrificios ni mártires. Quiero sueldos dignos para mis representantes, transparentes y reglados, tributando y con sus gastos extraordinarios justificados. Sin privilegios, pero sin tener que demostrar voto de pobreza para que les consideremos honrados. Quiero pagar por un servicio y poder exigir a cambio, resultados, y gestión honesta y eficaz. Y ya lo siento, pero cuando alguien me hace favores, no me siento con fuerzas de exigir nada.

Hay que dignificar la política. Nos va mucho en ello.